El “quinto Beatle”. Un término que genera debate y que ha sido atribuido a diversas personas cercanas a la mítica banda de Liverpool. Algunos señalan a Brian Epstein, el manager que los llevó a la fama; otros mencionan a George Martin, el productor que pulió su sonido; y hay quienes consideran a Pete Best, el baterista que precedió a Ringo Starr. Pero pocos recuerdan al hombre que verdaderamente fue, en un momento, el “quinto Beatle”: Stuart Sutcliffe.
Sutcliffe, el primer bajista de The Beatles, fue parte fundamental de la banda en sus orígenes, cuando apenas eran unos jóvenes soñadores tocando en bares de mala muerte. Su influencia fue más visual y conceptual que musical; mientras sus compañeros afilaban sus habilidades sonoras, Stuart definía la imagen de una banda que todavía no sabía que revolucionaría la música.
Artista bohemio, rebelde con talento para la pintura, Sutcliffe dejó la banda antes de que la “Beatlemanía” explotara y murió trágicamente a los 21 años.
Sutcliffe es un mito dentro de otro mito. Un joven que brilló fugazmente como bajista, amante y artista, para luego ser recordado por su temprana desaparición. Pero, ¿quién fue realmente este joven cuya sombra permaneció incluso cuando The Beatles alcanzaron el estrellato mundial?
Un artista entre músicos
Stuart Fergusson Victor Sutcliffe nació en Edimburgo, Escocia, en 1940. A diferencia de sus futuros compañeros de banda, su pasión no era la música, sino la pintura. Desde niño, se destacaba en ese arte, y ese talento lo llevó a estudiar en el prestigioso Liverpool College of Art a fines de la década de los 50. Fue allí donde conoció a John Lennon, y donde nació una amistad que transformaría a ambos para siempre. Sutcliffe, el artista bohemio, y Lennon, el músico irreverente, encontraron en el otro un espíritu afín; pasaban horas hablando de arte, literatura y, por supuesto, música.
Lennon y Paul McCartney veían el potencial en Sutcliffe, no como músico —ya que apenas tenía experiencia con el bajo—, sino como una pieza fundamental en la formación de la banda. En 1960, bajo la insistencia de Lennon, Stuart compró un bajo y se unió al grupo que luego se convertiría en The Beatles, junto a McCartney, George Harrison y el primer baterista, Pete Best.
Poco importaba que no fuese un músico profesional. Sutcliffe tenía otra cosa: estilo. Fue uno de los responsables de la estética de la banda, la actitud desafiante y el look de “mop-top”, el corte de cabello icónico que luego sería adoptado por todos los miembros de la banda y que definió una era. Incluso, se dice que fue Sutcliffe quien propuso el nombre “The Beatles”, inspirado por la banda The Crickets de Buddy Holly y por la influencia de la Generación Beat.
Amor en Hamburgo y tensión en la banda
Fue en agosto de 1960 cuando la banda dio un giro importante: obtuvo una residencia en Hamburgo, Alemania. Una ciudad donde la música, el arte y la bohemia se entremezclaban en clubes nocturnos de luces tenues y humo denso. En esos escenarios, entre conciertos largos y frenéticos, Stuart conoció a Astrid Kirchherr, una joven fotógrafa alemana con sensibilidad artística y estilo refinado. Se enamoraron perdidamente. La relación, intensa y apasionada, se desarrolló a pesar de la barrera del idioma y generó cierto malestar en la banda. Los demás Beatles, sobre todo Lennon, se sentían desplazados por el amor de Astrid y la inclinación de Stuart hacia el arte más que hacia la música.
A pesar de su escasa habilidad como bajista, Sutcliffe capturaba la atención de los fanáticos. Con su aire de poeta maldito, sus gafas oscuras al estilo James Dean y su ropa de vanguardia —incluyendo chaquetas de Pierre Cardin y prendas que le prestaba Kirchherr—, se convertía en el centro de las miradas. Cuando interpretaba temas como “Love Me Tender” en vivo, recibía una ovación que superaba a la de sus compañeros.
“No era realmente un buen músico. De hecho, no era músico hasta que lo convencimos de comprar un bajo”, dijo George Harrison en el documental The Beatles Anthology. “Practicó un poco… No era gran cosa, pero no importaba porque se veía genial”. Esa fue la paradoja de Stuart: no era el mejor músico, pero sí uno de los más carismáticos.
Dejar la banda para seguir el arte
A medida que pasaba el tiempo, se hizo evidente que Sutcliffe no compartía la misma ambición musical que sus compañeros. Mientras Lennon, McCartney y Harrison se volvían cada vez más expertos en sus instrumentos, Stuart seguía soñando con lienzos y pinceles. En julio de 1961, tomó una decisión radical: dejó The Beatles y se quedó en Hamburgo para estudiar pintura en el Hamburg College of Art.
Este cambio le permitió dedicarse a lo que realmente le apasionaba, pero el destino tenía otros planes. Poco después de dejar la banda, Stuart comenzó a sufrir terribles dolores de cabeza. “Era como si una bomba explotara en mi cabeza”, le dijo a su hermana. El dolor era tan fuerte que en una ocasión colapsó en medio de una clase de arte. A pesar de las visitas a médicos, la causa de sus malestares seguía siendo un misterio.
La muerte temprana y el misterio de su hemorragia cerebral
El 10 de abril de 1962, Stuart tuvo otro colapso. Esta vez, el joven artista no sobrevivió. Murió en los brazos de Astrid Kirchherr mientras lo llevaban al hospital, víctima de una hemorragia cerebral. Tenía solo 21 años. La causa exacta de su muerte sigue siendo un enigma: algunos sugieren que se debió a una pelea con un grupo de “Teddy Boys” en 1961, quienes le habrían golpeado la cabeza. Otros sostienen que fue un accidente doméstico o incluso un altercado con Lennon, según declaraciones de la hermana de Stuart, Pauline Sutcliffe.
Lo que es indiscutible es que su muerte dejó una profunda herida en sus amigos, especialmente en John Lennon, quien nunca dejó de hablar de él. Kirchherr describió a Lennon como “histerical” al enterarse de la muerte de Sutcliffe, y Yoko Ono afirmaría más tarde que Lennon veía a Stuart como su “alma gemela”.
Stuart Sutcliffe tal vez no fue el músico más dotado, pero su impacto en The Beatles fue innegable. Marcó la estética de la banda y dejó una huella en sus corazones. Su imagen se mantiene viva en el famoso álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, donde aparece al fondo, a la izquierda, como un eco silencioso de una época que marcó el inicio de la banda más grande de todos los tiempos.
Su mentor de arte, Eduardo Paolozzi, los describió como “imaginativo, ultra-inteligente, y abierto a todo”.
La tragedia de Stuart Sutcliffe radica en lo que pudo haber sido y en la historia de un artista que brilló intensamente y se apagó demasiado pronto. Un verdadero “quinto Beatle” cuyo espíritu creativo fue parte fundamental de los primeros acordes de una leyenda musical.