El terror tiene muchas caras, pero pocas son tan perturbadoras como la que acechó a la familia Perron en su casa de Rhode Island. La película “El Conjuro” no solo revive sus peores pesadillas, sino que además las enraíza en una historia que, para muchos, parece demasiado horripilante para ser cierta.
La casa de la familia Perron, un antiguo caserón de 14 habitaciones en medio de la campiña de Rhode Island, ocultaba tras sus paredes un oscuro legado que ningún miembro de esa familia pudo prever.
En 1971, cuando Roger y Carolyn Perron se mudaron allí con sus cinco hijas, no sabían que se estaban instalando en lo que sería un capítulo de su vida marcado por el miedo, los espíritus y la desesperación. Misteriosos ruidos, olores insoportables y objetos que desaparecían sin explicación alguna se convirtieron en parte de la rutina diaria de los Perron.
Años después, Hollywood convirtió esta terrorífica experiencia en una de las franquicias más exitosas del cine de horror: The Conjuring. Pero lo que muchos espectadores no saben es que, detrás de la dramatización y los efectos especiales, hay una historia real de dolor, terror y obsesión, protagonizada por una de las familias más célebres en el campo de lo paranormal: Ed y Lorraine Warren.
Un caserón maldito
Todo comenzó en enero de 1971, cuando los Perron se mudaron a su nuevo hogar. El terreno, envuelto en el misterio, había sido testigo de tragedias a lo largo de ocho generaciones.
A medida que la familia se instalaba, comenzaron a notar cosas extrañas: extraños olores que invadían las habitaciones, objetos que desaparecían y, lo más perturbador, apariciones fugaces de sombras que parecían moverse por la casa. “Al principio pensamos que eran imaginaciones”, diría más tarde Andrea Perron, una de las hijas, “pero muy pronto nos dimos cuenta de que no estábamos solos”.
La casa, que había pertenecido a una misma familia durante siglos, estaba marcada por la tragedia. Muertes prematuras, suicidios y desapariciones habían dejado una huella imborrable en sus cimientos. Pero la figura más inquietante que emergió de este oscuro pasado fue la de Bathsheba Sherman, una mujer que vivió en la propiedad en el siglo XIX y que, según la leyenda, había sido acusada de brujería.
La leyenda de Bathsheba
Bathsheba Sherman, una de las figuras más temidas de la historia de la casa, era señalada por los vecinos como una mujer malvada y peligrosa. Se rumoreaba que había sacrificado a su propio hijo en un oscuro ritual satánico, lo que le valió la condena social y la eterna sospecha de haber hecho un pacto con el diablo.
Aunque nunca fue juzgada oficialmente, los habitantes del pueblo creían que Bathsheba estaba detrás de las desgracias que afectaban a quienes se acercaban a su hogar.
Para la familia Perron, su presencia no era solo una historia del pasado. Carolyn Perron, la madre, afirmó que Bathsheba la atormentaba de manera constante, apoderándose de su cuerpo en momentos de extrema vulnerabilidad. Los ataques espirituales se intensificaron con el tiempo, hasta que la familia decidió buscar ayuda externa.
Los Warren al rescate
Es aquí donde entran en escena los Warren, la célebre pareja de investigadores paranormales que ya habían resuelto varios casos de posesión y actividad demoniaca. Ed, un demonólogo autodidacta, y Lorraine, una médium que afirmaba comunicarse con los espíritus, llegaron a la casa en varias ocasiones a lo largo de los años. Su diagnóstico fue claro: la casa estaba infestada por espíritus malignos, y Bathsheba era la entidad dominante.
Durante una de sus visitas, Lorraine llevó a cabo una sesión de espiritismo que terminó de la peor manera posible. Carolyn Perron, en un estado de trance, comenzó a levitar y a hablar en una lengua desconocida, con una voz que no era la suya.
La mujer fue lanzada violentamente al otro lado de la habitación. “Nunca vi algo así antes”, declararía años más tarde Lorraine Warren en una entrevista. Sin embargo, la familia, por razones económicas, no pudo abandonar el hogar inmediatamente, y continuaron viviendo allí hasta mediados de la década de 1980.
Un terror inmortal
La historia de los Perron dejó una marca indeleble en la memoria de los Warren. Si bien la familia logró escapar del caserón después de años de tormento, las huellas del miedo permanecieron en cada uno de ellos, especialmente en Andrea, quien años más tarde escribiría una serie de libros narrando con detalle los horrores que su familia vivió.
La casa de Rhode Island aún existe, y su actual dueña afirma que los fenómenos paranormales no han cesado por completo. Mientras tanto, la leyenda de Bathsheba y los Warren ha sido inmortalizada en el cine, con la franquicia de The Conjuring recaudando millones en taquilla.
Lo que sigue siendo objeto de debate es la veracidad de los hechos. Algunos escépticos sostienen que los Warren exageraban o incluso inventaban gran parte de los eventos para ganar notoriedad. Sin embargo, para la familia Perron, los horrores que vivieron en aquella casa fueron reales, demasiado reales.
A lo largo de los años, las historias de posesiones, fantasmas y espíritus demoníacos han capturado la imaginación de millones de personas en todo el mundo. La película El Conjuro no es solo un reflejo de esa fascinación por lo paranormal, sino un recordatorio de que, en ocasiones, la realidad puede ser más aterradora que la ficción.