La increíble vida de Pat Morita: de estar al borde de quedar paralítico a convertirse en el emblemático “Señor Miyagi”

Conquistó el cine y la televisión con su carisma, pese a lidiar con demonios internos y una adicción al alcohol

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Nacido en 1932, Pat Morita
Nacido en 1932, Pat Morita enfrentó una infancia dura marcada por la tuberculosis espinal (Getty Images)

Noriyuki “Pat” Morita nunca imaginó que un día se convertiría en una de las figuras más queridas del cine estadounidense. Nacido el 28 de junio de 1932 en Isleton, California, en el seno de una familia de inmigrantes japoneses, Morita enfrentó una infancia plagada de dolor y desafíos inimaginables. Sin embargo, este mismo hombre, que estuvo al borde de la parálisis y vivió en campos de internamiento durante la Segunda Guerra Mundial, llegó a conquistar los corazones de millones como el sabio Señor Miyagi en la histórica película The Karate Kid.

La vida de Pat Morita comenzó con un golpe devastador. A la edad de dos años, fue diagnosticado con tuberculosis espinal, una enfermedad que le obligó a pasar casi una década inmovilizado en hospitales, encerrado en un yeso que cubría todo su cuerpo. Su mundo se limitaba a la cama del hospital, donde miraba el techo durante horas interminables. Fue en esos momentos de soledad y desesperación que Morita desarrolló el sentido del humor que más tarde sería su refugio y su herramienta más poderosa.

“Tenía que encontrar cosas que me hicieran reír”, recordó Morita en una entrevista. Ese humor se convirtió en su salvación, su manera de combatir el dolor físico y la angustia emocional que lo rodeaban.

Justo cuando parecía que las cosas no podían empeorar, llegó la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos, en respuesta al ataque a Pearl Harbor, ordenó la reubicación de miles de ciudadanos japoneses en campos de internamiento. A los once años, Morita fue llevado directamente desde el hospital al Gila River War Relocation Center en Arizona, y más tarde al campo de Tule Lake en California.

La Segunda Guerra Mundial llevó
La Segunda Guerra Mundial llevó a Morita y su familia a campos de internamiento japoneses (Getty Images)

Esta experiencia dejó cicatrices profundas en el joven Noriyuki. Para un niño que había pasado años en la seguridad de un hospital, ser trasladado a un lugar tan inhóspito y hostil fue un golpe devastador.

El despertar de una carrera improbable

A pesar de su difícil infancia, Morita encontró consuelo en el trabajo y en la comedia. Tras la guerra, su familia abrió un restaurante en Sacramento, donde Morita comenzó a entretener a los clientes con sus bromas y ocurrencias. Fue ahí donde descubrió su amor por la comedia, un amor que lo llevaría a los clubes de stand-up de los años 60 bajo el nombre artístico de “The Hip Nip”. Este seudónimo, cargado de ironía, era una forma de subvertir los estereotipos raciales que plagaban la industria del entretenimiento en aquella época.

Su comedia se basaba en gran parte en su experiencia como asiático-americano en Estados Unidos, burlándose de los mismos estereotipos que él y otros actores de su etnia eran obligados a representar en Hollywood. Pat Morita comenzó a ganar notoriedad en la escena de la comedia, lo que le abrió las puertas a pequeños papeles en televisión y cine.

En 1984, su papel como
En 1984, su papel como el sabio "Señor Miyagi" en The Karate Kid lo catapultó al estrellato (Getty Images)

La gran oportunidad de Morita llegó en 1975 cuando fue elegido para interpretar a Arnold Takahashi en la popular serie de televisión Happy Days. Este papel lo convirtió en una figura conocida en los hogares estadounidenses, pero fue su papel como el maestro de karate, Señor Miyagi, en The Karate Kid de 1984 lo que lo catapultó al estrellato.

El personaje de Miyagi era sabio, amable y un maestro en el arte de la paciencia y la perseverancia, características que resonaron profundamente con el público. Para Morita, este papel representó mucho más que un avance en su carrera; fue una oportunidad para romper con los estereotipos racistas que habían marcado gran parte de su carrera en Hollywood. Su interpretación fue tan poderosa que le valió una nominación al Oscar como Mejor Actor de Reparto, un logro monumental para un actor asiático-americano en esa época.

Batallas internas y la caída en el alcoholismo

Sin embargo, detrás del éxito y la sonrisa cálida del Señor Miyagi, Morita luchaba contra demonios internos. Desde los doce años, había utilizado el alcohol como un mecanismo para lidiar con el dolor físico y emocional. Esta adicción lo acompañó a lo largo de su vida, afectando sus relaciones personales y su salud.

En el documental More Than Miyagi: The Pat Morita Story, su esposa Evelyn Guerrero y varios de sus colegas de la industria relatan cómo Morita era un “alcohólico funcional”, alguien que, a pesar de su enfermedad, mantenía una fachada de profesionalismo en su trabajo. Pero en privado, el alcoholismo cobraba su precio, llevándolo a episodios de depresión profunda y autodesprecio.

Su adicción al alcohol afectó
Su adicción al alcohol afectó su vida personal, llevándolo a una muerte temprana en 2005

Pat Morita falleció el 24 de noviembre de 2005, a los 73 años, debido a complicaciones renales relacionadas con su adicción al alcohol. Su muerte fue un golpe duro para la industria del entretenimiento, pero su legado como el Señor Miyagi continúa vivo. Ralph Macchio, su compañero de reparto en The Karate Kid, ha declarado que Morita fue “el Yoda humano de América”, una figura que personificaba la sabiduría y el poder de la enseñanza.

El impacto de Morita en la cultura pop es innegable. The Karate Kid no solo es una película de culto, sino que también ha inspirado a generaciones de jóvenes a practicar artes marciales y a buscar mentores que, como el Señor Miyagi, enseñen no solo técnicas de combate, sino también lecciones de vida.

En 2021, se estrenó el documental More Than Miyagi, que ofrece una mirada íntima a la vida de este actor extraordinario. El documental celebra sus logros, pero también arroja luz sobre las luchas que enfrentó en privado. A pesar de sus batallas personales, Pat Morita dejó una huella imborrable en la historia del cine, y su figura sigue siendo un faro de inspiración para muchos.

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