El mundo cotidiano está lleno de misterios y oportunidades para aprender. La curiosidad es la chispa que nos impulsa a investigar, y la experimentación, una herramienta que permite comprender lo que nos rodea. En esta nota, presentamos tres experimentos simples y divertidos que pueden realizarse junto a los más chicos. A través de ellos, es posible descubrir fenómenos científicos y fomentar el interés por la ciencia.
“El lanza perfume”, o una explorar la porosidad de los materiales
Materiales: un globo, un hisopo y un poco de perfume.
Objetivo: Descubrir cómo los gases pueden atravesar superficies que parecen impermeables gracias a la presión.
Procedimiento:
- Mojá un hisopo con perfume e introducilo dentro de un globo.
- Usá el hisopo para impregnar las paredes internas del globo, evitando tocar las externas o la boca.
- Inflá el globo, anudalo y sujetalo con ambas manos.
- Presioná el globo con cuidado para observar (o en este caso, oler) lo que sucede.
Resultado:
Cuando presionás el globo, podés percibir el aroma del perfume fuera de él. Esto ocurre porque el látex del globo es poroso, lo que permite que pequeñas partículas de aire mezcladas con las moléculas del perfume lo atraviesen. Aunque el material parece impermeable, su estructura permite que, bajo presión, los gases escapen.
Este fenómeno no solo es interesante de observar, sino que tiene aplicaciones prácticas: la porosidad de materiales como el látex explica por qué los globos se desinflan lentamente con el tiempo. Aunque el proceso es imperceptible a simple vista, el aire escapa gradualmente a través de los poros del material. Este experimento nos invita a pensar en la forma en que la ciencia puede ayudarnos a comprender lo que sucede incluso en las cosas más comunes.
“Cuando calienta el Sol”: el impacto del color en la absorción del calor
Materiales:
- Un cuadrado de cartulina negra (15 x 15 cm).
- Un cuadrado de cartulina blanca (15 x 15 cm).
- Un cuadrado de tela de toalla.
- Un termómetro ambiental.
- Un lápiz y un anotador.
Objetivo: Observar cómo los colores influyen en la absorción de calor.
Procedimiento:
- Colocá la tela de toalla sobre una superficie lisa y asegurate de que esté al aire libre bajo la luz solar directa.
- Poné el termómetro sobre la tela y anotá la temperatura inicial.
- Cubrí el termómetro con la cartulina negra, dejalo así durante 10 minutos y luego registrá la nueva temperatura.
- Repetí el procedimiento con la cartulina blanca.
Resultado:
Notarás que el termómetro marca una temperatura mayor cuando está bajo la cartulina negra. Esto ocurre porque el color negro absorbe más calor al capturar la energía de los rayos solares. Por el contrario, el color blanco refleja gran parte de esa luz, permitiendo que menos calor atraviese su superficie.
Este principio tiene implicancias prácticas en nuestra vida diaria. Por ejemplo, en invierno es más recomendable vestir prendas oscuras para absorber el calor del ambiente, mientras que en verano optamos por colores claros que ayuden a mantenernos frescos. Este experimento nos demuestra cómo los colores, más allá de ser estéticos, también influyen directamente en nuestra interacción con el entorno.
“La masa loca”: descubriendo los fluidos no newtonianos
Materiales:
- Fécula de maíz.
- Un bowl amplio o una palangana.
- Agua.
- Una cuchara de madera.
Objetivo: Explorar las propiedades de los fluidos no newtonianos, que cambian su comportamiento al aplicarles fuerza.
Procedimiento:
- Verté un vaso de agua en el bowl.
- Agregá la fécula de maíz lentamente mientras mezclás con una cuchara para evitar grumos.
- Continuá revolviendo hasta obtener una masa espesa y homogénea.
- Tomá una porción de masa en la mano y presioná firmemente para formar una bola. Luego soltala sobre una superficie y observá qué sucede.
Resultado:
Cuando aplicás presión, la masa actúa como un sólido, lo que permite moldearla en forma de bola. Sin embargo, al dejar de presionarla, la masa vuelve a comportarse como un líquido y pierde su forma. Este comportamiento se debe a que los fluidos no newtonianos, como esta mezcla de agua y fécula, modifican su viscosidad según la fuerza que se les aplica.
Un ejemplo cotidiano de este tipo de fluidos es el ketchup. Cuando la botella está quieta, el contenido es más espeso y cuesta que fluya. Sin embargo, al agitarla o aplicar fuerza, las partículas internas se reordenan, facilitando su salida. Este experimento no solo es entretenido, sino que también permite observar de forma tangible cómo ciertas sustancias pueden desafiar nuestras expectativas sobre los estados de la materia.
A través de estos tres experimentos, chicos y grandes pueden descubrir aspectos fascinantes de la ciencia que se esconden en los objetos cotidianos. Fomentar la curiosidad y la exploración no solo despierta interés en los fenómenos naturales, sino que también enriquece el vínculo con el aprendizaje. Experimentos como estos demuestran que la ciencia está al alcance de todos y que, muchas veces, basta un poco de creatividad para desentrañar sus secretos.