En el marco del V Seminario de Innovación Educativa de Ticmas, celebrado en Ciudad de México, tuvo lugar el panel “STEM como motor de la transformación educativa”. La conversación reunió a tres referentes comprometidos con la innovación y el aprendizaje: Graciela Rojas, fundadora del Movimiento STEM; Gustavo Barcia, CEO de Needed Education; y Aída Saravia Quintero, cofundadora de Crack The Code.
Durante el encuentro, los especialistas reflexionaron sobre cómo las disciplinas científicas, tecnológicas, de ingeniería y matemáticas están redefiniendo el horizonte educativo, no solo como campos del conocimiento, sino como herramientas para enfrentar los retos sociales, laborales y ambientales del siglo XXI.
Graciela Rojas abrió el diálogo destacando que STEM no solo implica el dominio de ciertas áreas, sino que plantea una metodología de trabajo colaborativo e interdisciplinario. “STEM va más allá de los campos disciplinares, que son importantísimos, y propone trabajar por proyectos, alineados con la Agenda 2030. Es crucial que estos equipos incluyan a las mujeres, que se generen soluciones innovadoras para problemas reales y que se impulsen habilidades como la comunicación, la creatividad, el pensamiento crítico y la alfabetización digital”, dijo.
Rojas también enfatizó que estas competencias, señaladas como habilidades clave por el Foro Económico Mundial, no solo son esenciales para la empleabilidad, sino también para la inclusión. “No se trata únicamente de ser bueno en matemáticas, sino de usar estas disciplinas al servicio de la innovación, para resolver problemas que tengan un impacto real en la sociedad”.
Aída Saravia, desde Crack The Code, se enfocó en el trabajo con estudiantes de secundaria y preparatoria, explicando cómo adaptan su modelo educativo para impactar directamente en los jóvenes y en los docentes. “Enseñamos inteligencia artificial, programación y análisis de datos, pero también habilidades socioocupacionales para que los estudiantes puedan alcanzar su autonomía. Esto es clave porque muchos no continúan con sus estudios universitarios. Queremos que, si no siguen estudiando, puedan entrar al mercado laboral con herramientas que los destaquen. Y también formamos a los docentes, porque no es sostenible que estemos en las escuelas toda la vida. Necesitamos que ellos puedan replicar este trabajo”.
Desde su experiencia, Gustavo Barcia señaló que las habilidades STEM necesitan ir acompañadas de un cambio de mentalidad. El principal público de Needed Education son las empresas, a quienes se dedican a ayudarlas a evolucionar. “Lo primero que hacemos es un cambio de mindset”, dijo, “porque nos obsesionamos con la tecnología, pero son las personas las que deben cambiar primero para después entender qué tecnología necesitan”. Su trabajo corporativo puede entenderse como una extensión de los aprendizajes de la educación básica y universitaria, porque Needed acompaña el desarrollo de habilidades digitales y vinculadas a la inteligencia artificial, pero siempre buscamos que ese conocimiento se implemente. “No se trata solo de aprender, sino de usar lo aprendido para generar valor: en la carrera de una persona, en una compañía o en la sociedad”.
Además, Barcia compartió la labor que realiza en InRoads, ONG que dirige y que está dedicada a conectar a jóvenes de universidades públicas con oportunidades laborales. “Esos chicos enfrentan un gran desafío, porque muchas empresas no valoran a las universidades públicas. Nosotros los acompañamos en el desarrollo de habilidades técnicas y blandas para que puedan competir y demostrar que tienen el talento que las organizaciones necesitan”.
Un enfoque para pensar los grandes retos
El diálogo avanzó hacia la capacidad de STEM para transformar la educación y su impacto en la inclusión. Barcia subrayó que las habilidades técnicas son fundamentales para el futuro laboral, pero que también deben ir acompañadas de cambios en la forma de enseñar. “Cuando se lanzó ChatGPT, lo primero que dijeron muchos fue que los chicos iban a hacer trampa. Pero el problema no son ellos, sino cómo estamos enseñando. STEM propone metodologías que fomentan el análisis crítico, el cuestionamiento, el aprendizaje práctico. Y esto es algo que necesitamos incorporar de manera más amplia”.
Graciela Rojas aportó que las disciplinas STEM son fundamentales para abordar los grandes retos de la humanidad. “Nos hemos enfocado en cuatro ejes: empleabilidad, innovación y emprendimiento, inclusión desde la perspectiva de género y los temas ambientales. Estos son pilares esenciales para que cualquier país avance. Desde Movimiento STEM hemos trabajado en guías didácticas para que cualquier docente pueda enseñar estas competencias, incluso sin acceso tecnológico. Es importante desarrollar habilidades como el pensamiento crítico y la resolución de problemas, porque son las que abren puertas a oportunidades laborales y sociales”.
Por su parte, Saravia Quinteros resaltó cómo estas habilidades pueden cerrar brechas educativas, especialmente en contextos vulnerables. “Hay un estudio de Accenture que muestra cómo el aprendizaje de inteligencia artificial ayuda a estudiantes con grandes brechas de conocimiento a alcanzar el nivel de aquellos con acceso a mejores recursos. Nosotros adaptamos nuestros programas a las realidades locales. En zonas rurales, por ejemplo, trabajamos con grupos más grandes y menos equipos, pero siempre enfocándonos en el desarrollo de competencias que sean útiles para los estudiantes”.
STEM, una herramienta para la inclusión
El panel también abordó cómo el enfoque STEM puede ser una herramienta inclusiva, tanto en el acceso como en la diversidad. Saravia compartió experiencias sobre cómo sus programas logran integrar a estudiantes con diferentes capacidades. “Nos ha pasado que docentes nos piden ayuda para incluir a un estudiante con autismo o con necesidades específicas. Creamos guías para que todos puedan ser parte del programa, avanzando a su ritmo”.
Rojas añadió que el impacto de STEM se refleja en casos como el de Diana Rubio, quien enseña programación en papel por la falta de acceso tecnológico en su comunidad, o el de Ángela Elena Olazarán, una estudiante de Papantla que fue elegida como la mejor estudiante del mundo en el premio que otorga la Fundación Varkey, y quien creó un robot para consultas médicas a distancia. “Estos casos nos muestran que, a pesar de las brechas, con creatividad y esfuerzo se pueden lograr cosas extraordinarias. STEM permite desarrollar habilidades que trascienden las limitaciones materiales y abre puertas a oportunidades que cambian vidas”.
En el cierre del encuentro, Barcia abrió un interrogante que merece todo un nuevo debate: los retos éticos de las nuevas tecnologías. “Cuando surgió Internet, pensábamos que democratizaría las oportunidades, pero terminó ampliando la brecha económica. Con la inteligencia artificial, debemos ser conscientes de ese riesgo. No solo se trata de acercar tecnología, sino de educar sobre su uso ético. Tenemos que garantizar que estas herramientas estén al alcance de la mayor cantidad de personas posible y que las usen para generar un impacto positivo”.
Los tres especialistas se ocuparon de dejar en claro que STEM no es solo un enfoque educativo, sino una estrategia que puede transformar vidas. Con proyectos que integran creatividad, tecnología y compromiso social, las disciplinas STEM no solo abren puertas al futuro laboral, sino que también generan oportunidades para quienes más las necesitan. Su éxito dependerá de garantizar el acceso equitativo, capacitar a los docentes y fomentar una visión ética en el uso de la tecnología. Así, STEM se proyecta como un motor para la construcción de una sociedad más justa, inclusiva y sostenible.