El objetivo de fortalecer la lectura y la comprensión lectora de los estudiantes es una problemática que atraviesa no solo a todos los niveles educativos sino también a toda la región latinoamericana. “Leer es una de las herramientas básicas para la construcción del sujeto”, resaltó Áurea Salinas Ávila, profesora de Literatura mexicana e Iberoamericana, en el marco de las entrevistas previas que se realizan al 5to. Seminario de Innovación Educativa de Ticmas.
Y agregó: “A veces creemos o nos dicen en las escuelas que tenemos que leer para tener una mayor fluidez, más palabras, expresarte mejor, etc. Por supuesto que sí te da esos beneficios, pero lo primordial de la lectura es que te va ayudando a conocerte a tí mismo. El acceso a la lectura te da una entrada privilegiada para el manejo de la lengua. No hay que confundirlo con corrección gramatical sino que nos va dando este poder como ciudadanos de tomar la palabra, escribir, decir no estoy de acuerdo con esto. La lectura es la base de todas las demás materias y de todos los demás conocimientos”.
El círculo entre la lectura y la oralidad
Salinas Ávila recordó su práctica docente para aseverar: “La mejor manera de acercar la lectura a los chicos es leyéndole tú. Hay que crear círculos de lectura donde tú ya no estás solo leyendo sino también conversando; discutiendo sobre lo que acabas de leer”. La profesora y especialista puso en duda la verdadera importancia de datos como los de saber cuántas palabras lees en un minuto ya que “será importante para tu curriculum, pero no te enriquece el alma”.
Al comparar la lectura entre la educación básica y la universidad, Salinas destacó: “Los chicos no leen porque en sus casas no leen. Estamos fallando con el principio de la congruencia”. Y planteó que así como hay padres y madres que no leen también hay profesores que tampoco leen.
En cuanto a la diferencia entre niveles, indicó: “Quizás en la universidad encuentras chicos que tienen prácticas de lectura, pero no saben qué leer. O cuando se encuentran con textos más complicados, pues chocan con la pared, se desmotivan, se sienten inseguros y entonces abandonan”. Y destacó que tal y como lo menciona el escritor y promotor de la lectura Juan Domingo Argüelles: “Muchos jóvenes están dispuestos a consumir papillas, cosas ya digeridas, cosas ya asimiladas para tener de qué hablar; para ponerlo en su resumen, ensayo, etc”.
Por su parte, Salinas Ávila invitó a reflexionar sobre la posición de “dedo acusador” que suelen encontrarse entre los docentes hacia los estudiantes.
Inteligencia artificial: ¿aliado o enemigo de la lectura?
La aparición y uso masivo del ChatGPT y otras inteligencias artificiales generativas provocaron una verdadera y reciente revolución en varios ámbitos haciendo una gran mella en el sector educativo.
“En Educación Básica pienso que no es nada bueno utilizarlo”, señaló tajante la especialista y explicó que puede pensarse al ChatGPT como un facilitador y acompañante siempre con ciertas limitaciones siguiendo un modelo pedagógico con objetivos claros. Aunque aclaró que en el caso de la universidad “es imposible ignorarlo”. La docente señaló que incluso cambió algunas prácticas del ejercicio de su docencia al pedirles que escriban en el momento y a mano; no en sus casas, para evitar “que traigan cosas que ellos no han escrito. Más del 70% de los alumnos te entregan cosas, en el mejor de los casos, no citadas”.
Además Salinas Ávila volvió a poner el foco en que es responsabilidad de los docentes no sólo explicar qué se espera y cómo se realiza una tarea- como un ensayo- sino también motivar a los alumnos en la realización del mismo y no perder de vista el ser capaces de hacer la tarea que se está pidiendo.
Transmitir el mensaje
Salinas Ávila explicó cómo a veces la forma de educar puede tener distintas opciones o lecturas y ejemplificó que acercaba la lectura del libro Las batallas en el desierto (1981), de José Emilio Pacheco; justamente leyéndolo a sus estudiantes. Y a la hora de pensar cómo acercar la lectura de un clásico a los más jóvenes, la profesora aseguró que se “trata de sentarte a leer con el chico. Cómo haces para entrar a una película: con un cine- debate; cómo haces con la música ¡haces un karaoke! Todo está ahí”.
“Es crear un ambiente donde sientan que no es forzosa la lectura, eso es básico”, aseguró y a la hora de evaluar planteó que muchas veces fue cuestionada tanto por padres o docentes por “jugar”. Salinas Ávila destacó que ese “juego en la docencia” termina siendo un doble trabajo y resaltó que es un libro clave para enseñar sintaxis.
Además reflexionó que no hay que ponerse en el lugar de una crítica hacia el alumno sino ponerse en la posición de “transmitir la pasión por lo que ya leímos”. " Es muy coercitivo estar señalando a las personas que no gustan de leer; están en su derecho. Cuando me dicen que no les gusta leer, yo digo es que no te llegó el libro”.
La profesora no dudó en revelar: “Yo de niña no leía, qué flojera. Empecé a leer en la prepa”. Y si bien creía que había sido un mérito propio su cambio de interés por la lectura fue cuando recordó a su padre siempre leyendo periódicos deportivos o a su madre insistiendo con sus libros cuando entendió que el hábito y los ejemplos hacen al interés por la lectura. “Mis papás fueron lectores, pero no fueron lectores pedantes diciéndome tienes que leer”, recordó con alegría Áurea Salinas Ávila.