Llueve, y el cielo encapotado y las gotas que golpean la ventana le dan el efecto de hacerla más chica de lo que es en realidad. Adentro hay un escritorio, una mesa de trabajo de madera oscura y más allá unos sillones: es un despacho cómodo, funcional. María Cortelezzi tiene una notebook abierta y unas hojas impresas con planillas y gráficos. Es la tarde del jueves 24 de octubre y la subsecretaria de Información y Evaluación Educativa de la Secretaría de Educación de la Nación monitorea cómo se van desarrollando las pruebas Aprender, en las que participan casi 600.000 estudiantes del último año del secundario de todo el país.
Aprender es un tipo de evaluación estandarizada que tiene el objetivo de relevar el nivel de saberes alcanzados en Lengua y Matemática por los estudiantes de 5to. año, para generar informes que permitan mejorar la calidad educativa. Es una prueba censal —se realiza sobre toda la población de estudiantes—, anónima y bianual. En 2025 se evalúa a los estudiantes de 6to. grado de primaria y recién al año siguiente vuelve a evaluarse en secundaria.
Un trabajo de este tipo requiere una planificación de mucho tiempo: desde el armado de la prueba en sí hasta la capacitación de los quienes van a trabajar en el territorio. Pero hoy el clima se impuso y en muchas provincias la lluvia interrumpió el desarrollo esperado.
“Con una prueba que se hace en todo el país y al mismo tiempo, sabemos que podemos encontrarnos con imprevistos”, dice Cortelezzi. Y sigue: “En algunas jurisdicciones que han sido las más afectadas como Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, la provincia de Buenos Aires y, sobre todo, las zonas rurales, se está previendo una nueva fecha. Nos parece fundamental que todos participen”. La obsesión por la totalidad tiene sentido: no sólo se busca que todas las escuelas —las más de 13.000— estén representadas sino porque después cada una recibe un informe con sus resultados y una guía con recomendaciones pedagógicas.
—¿Por qué los resultados se van a entregar recién en mayo del año próximo? Parece mucho tiempo.
—Tiene que ver con las características de las pruebas, que son en papel. Todo lo que llega a las escuelas tiene que volver. Primero tiene que llegar a las cabeceras donde se juntan las cajas, tiene que llegar con un resguardo importante para mantener la confidencialidad. Luego los materiales vienen para aquí, donde empieza el procesamiento de datos —previamente hay que revisar que los datos estén bien captados—. Se hace con la mayor rapidez posible. Somos rápidos hasta que entendemos que la rapidez puede impactar en que no se hagan bien los procesos.
—Los resultados se dan con el nuevo ciclo educativo ya comenzado.
—Exacto, sí. Entonces, es una información sobre cómo terminaron los estudiantes el ciclo anterior. Esa información puede ser bien utilizada para pensar hacia adelante. Pero, una aclaración importante: lo que vamos a entregar en mayo son los resultados nacionales y jurisdiccionales, pero no los resultados por escuela. Hacer un informe por escuela requiere otro procedimiento que tiene sus tiempos, y que no se puede hacer en simultáneo. Un procesamiento habilita que pueda hacerse el siguiente.
—¿Cuándo entregan los informes a las escuelas?
—Cuando se empezaron a hacer, se intentaba que fuera durante el primer trimestre, aunque en algunas oportunidades llegaba un poco más adelante: junio, julio. Ahora, viendo la dispersión en el tiempo y pensando que el reporte es una fuente para que directivos y docentes trabajen en la planificación, entendemos que puede ser más beneficioso que los reciban a fin de año, cuando empiezan a pensar el año siguiente, y no en el medio del año que ya se está trabajando. En las próximas semanas vamos a repartir los reportes del nivel primario 2023. Van a ir acompañados por recomendaciones pedagógicas y por materiales sobre cómo usar los propios reportes para pensar la escuela hacia adelante.
—En la evaluación de Matemática hay preguntas sobre, por ejemplo, un sistema de dos ecuaciones con dos incógnitas. Eso no es tema de 5to año; es algo que se trabaja mucho antes. ¿Cuál es la distancia entre lo que se evalúa con respecto al programa de estudios? ¿Por qué se da esa distancia?
—La prueba de 5to. año no es solo sobre 5to. año. Se busca tener una medida del aprendizaje en la escuela secundaria. Lo que se toma en consideración para el diseño de la prueba son los núcleos de aprendizajes prioritarios, que definen los contenidos básicos que tienen que saber los estudiantes. Y para esta prueba se toman de los últimos tres años; es decir: del ciclo orientado de 3ro., 4to. y 5to. ¿Cómo se hace para definir esos contenidos? El primer paso para el diseño de la prueba es una consulta federal donde se acuerda con las jurisdicciones: se da un listado de los contenidos a evaluar y se toman aquellos que han sido seleccionados por el 75% de las jurisdicciones para tener un marco común. A partir de allí, se empiezan a desarrollar los ítems. Por eso tal vez se ve esa distancia. Aparecen temas que tal vez no son exactamente de 5to., pero sí de 4to o 3ro.
—Si uno polariza los modelos de alfabetización, están el modelo global o constructivista y el modelo fónico. Son modelos siempre están en tensión, y cada provincia ha elegido mayoritariamente uno u otro. El año que viene las pruebas Aprender van a ser para 6° grado. En una comparación de resultados, ¿se podría llegar a observar la eficacia de un modelo por sobre el otro?
—Ese es un diálogo que se da a nivel académico, pero que ha permeado en la escuela. Creo que, como menciona el secretario cuando presenta la política transversal de alfabetización, no hay un buen y un mal modelo. En el modelo global hay una parte que es fónica, por ejemplo. El punto es qué herramientas tienen los docentes para trabajar con sus estudiantes y garantizar la alfabetización para todos. Cada provincia, pero incluso cada escuela y cada docente se ve más cercano a uno u otro modelo. Desde Nación —como también siempre dice el secretario—, no tenemos la potestad ni tampoco tenemos la intención de definir con qué modelo hay que ir. Y, a nivel de las evaluaciones, Aprender evalúa comprensión lectora: los estudiantes leen diferentes tipos de textos y contestan preguntas que nos permiten entender el nivel de comprensión. Para alfabetización, este año vamos a tener la prueba Aprender Primaria en tercer grado. Va a ser el 20 de noviembre, en menos de un mes. No se hacía desde 2016, así que es interesante porque …
—Perdón, pero, cuando salgan los resultados, ya veo que Argentinos por la Educación se va a poner a analizarlos y les va a tirar toda la presión a ustedes.
—Argentinos por la Educación, sí. Pero nosotros mismos también. Y también otras organizaciones. Y todas las jurisdicciones. Yo creo que hay un acuerdo en torno a la alfabetización y todos queremos avanzar con intervenciones y con el monitoreo de esas intervenciones. El compromiso asumido es tan grande como la necesidad de entender cómo avanzamos. Hay un punto de no retorno en que no se avanza si no tenemos los datos que nos indiquen cómo estamos y hacia dónde vamos. Tenemos un fuerte trabajo en el monitoreo de los planes nacionales y jurisdiccionales, y con la evaluación, que, volviendo a ese punto, vamos a poder comparar 2016 con 2024, pero también incorporamos un nuevo componente que nos permite entender y construir otros indicadores a partir de la lectura de palabras, de oraciones, de textos cortos y de mediana extensión. La pregunta es cómo incorporar complementos a la evaluación Aprender para garantizar la comparabilidad en el tiempo, pero incluir nuevos indicadores que nos permitan entender los conocimientos de los estudiantes en relación a las nuevas capacidades y contenidos que queremos evaluar.
—En la alternancia de las pruebas Aprender, este año se evalúa secundaria y el siguiente, primaria. Pero los chicos que ahora rinden en 5º año tuvieron ya la prueba en 6º grado. ¿Se van a comparar los resultados para ver la evolución?
—Vamos a poder ver cómo rindieron cuando estaban en 6º y cómo rinden ahora, y vamos a hacer diferentes tipos de análisis sobre esto. Por supuesto, no nos permite ver el resultado de cada estudiante, porque es una prueba anónima. Pero podemos hacer un análisis que hasta ahora no se había podido hacer. Desde la Subsecretaría explotamos los datos lo mayor posible. Hasta el momento nuestras fuentes de información han sido Aprender y el relevamiento anual. Actualmente estamos empezando a trabajar también con la Base Nacional Homologada, que tiene la información al nivel del estudiante. Ahí podemos hacer procesamientos de datos y tener indicadores que hasta ahora no teníamos.
—Hay jurisdicciones que han tomado la decisión de evaluar los niveles de alfabetización y comprensión lectora en 2° y 3° grado. ¿Qué se debe hacer para que las pruebas jurisdiccionales dialoguen con las Aprender?
—Ahí tenemos un importante desafío como país. Hace algunos años eran pocas las jurisdicciones que tenían algún tipo de evaluación; ahora tiene casi la totalidad. Algunas más constantes, otras más puntuales. Esto nos trae a nosotros —a todos como Nación— el desafío de hacer convivir las diferentes evaluaciones. Para tener un diagnóstico nacional, un diagnóstico jurisdiccional, para tener información por escuela y por estudiante, como una forma de trabajar de manera conjunta en la mejora. Pero tenemos cómo hacer que sea complementario y no saturar al sistema con evaluaciones.
—¿Se discute en el Consejo Federal de Educación?
—La evaluación siempre ha formado parte del diálogo y de la agenda del Consejo Federal de Educación. Cada año se valida la política nacional de evaluación para ese año o para un periodo determinado; este año lo hemos hecho. Y ya estamos empezando a planificar cómo vamos a organizarnos para complementarnos en las evaluaciones del año que viene. La buena noticia es que la evaluación ha permeado en el sistema educativo argentino. Tenemos el gran desafío de coordinarnos, como decía antes, y, sobre todo, de entender para qué lo estamos haciendo y cómo va a llegar a la comunidad educativa. Si no ponemos eso sobre la mesa, vamos a generar múltiples evaluaciones y va a ser un gran esfuerzo —en todo sentido: económico, de tiempo, de equipos— que no va a ser bien aprovechado, y que puede traer problemas en el mediano plazo.
—A partir de esta prueba, ¿qué insumos les dan a las jurisdicciones? ¿Cómo acompañan ese trabajo?
—Ahí hay un trabajo que trasciende la evaluación. A nosotros nos interesa no solo entregar la información, si no entregarla con recomendaciones que ayuden a interpretarla y utilizarla, porque entendemos que los datos son una herramienta para los diferentes niveles del sistema: para tomar decisiones a nivel nacional, a nivel jurisdiccional, a nivel de los departamentos, a nivel de las escuelas. Teniendo en cuenta los resultados, hay un punto importante para entender cuáles son las jurisdicciones que requieren de un mayor acompañamiento en términos de políticas educativas. Ahí hay un trabajo en el Consejo Federal de Educación. La intención es acompañarlas tanto con recursos —lo que hace a libros—, como con políticas prioritarias y estratégicas —la hora más destinada a la mejora de los aprendizajes y, puntualmente en el nivel primario, la alfabetización—. Eso va acompañado de las políticas de formación docente de las jurisdicciones y de Nación a través del Infod.
—Mientras hacemos esta entrevista, se está discutiendo el presupuesto 2025. Supongamos que en educación se asignaran todos los recursos y todavía mucho más: ¿dónde pondría el foco para mejorar la educación?
—Esta es una respuesta de toda la Secretaría, que está desde el inicio de esta gestión: en la alfabetización y todo lo que eso implica. Alfabetización es: la evaluación que estamos haciendo; es la plataforma Acompañar, de evaluación formativa, que les va a permitir a los docentes trabajar con los estudiantes y tener información en el momento sobre sus aprendizajes. Acabamos de cerrar el piloto en cuatro provincias y en marzo va a estar en funcionamiento. Esperamos avanzar también en otros dispositivos, como autoevaluaciones. Entonces, ¿dónde poner los esfuerzos? En garantizar la alfabetización a todos los estudiantes al cierre del primer ciclo de la escuela primaria, con diferentes tipos de estrategias y de políticas como las que mencionaba antes: libros, la hora más, evaluación formativa.
—¿Qué dato le sorprendería recibir de las pruebas? Para bien o para mal.
—No sé si espero que me sorprenda algún dato. En Aprender Primaria hubo una desmejora por la pandemia, pero no fue tan grande como se había pensado. En su momento encontramos un error en las mediciones y entonces fue menor de lo que parecía: lo que vimos fue que continuó la desmejora. No es extraño que un evento de semejante magnitud como la pandemia tenga un efecto que continúe un poco después. No quiero adelantarme, pero no me sorprendería si encontramos alguna desmejora en las áreas que estamos evaluando. En realidad, lo que más me interesa es tener ese resultado. Sea como sea. El resultado de una evaluación no define una política. Si algo sabemos en educación es que no hay nada ni lineal ni sencillo, sino que es multidimensional y complejo. Las evaluaciones y los datos que tenemos de Lengua, de Matemática, y los cuestionarios complementarios nos van a permitir tener una primera foto general. La responsabilidad nuestra es tener informes más precisos que nos ayuden a mejorar las políticas para acompañar a la heterogeneidad del país.