En Argentina 9 de cada 10 familias están conformes con la calidad educativa de la escuela a la que asisten sus hijos. El 57% considera que la educación es “buena”, mientras que el 22% la califica como “muy buena”. Solo el 10% piensa que es regular o mala.
Los datos surgen de un informe presentado hoy por el Observatorio de la Deuda Social (ODSA) de la Universidad Católica Argentina, y se basan en una encuesta realizada en el segundo semestre de 2023 a hogares con niños y adolescentes escolarizados de entre 0 y 17 años. Los resultados son representativos a nivel nacional para la población urbana.
La alta valoración que expresan las familias sobre la calidad educativa podría contrastarse, por ejemplo, con los resultados de las evaluaciones estandarizadas, que ofrecen una manera –no la única ni, necesariamente, la más abarcadora–, de medir esa calidad a través de aprendizajes básicos.
En el último año de secundaria, 8 de cada 10 (82,4%) estudiantes argentinos se ubican en los niveles más bajos de desempeño (básico y por debajo del básico) en Matemática. Mientras que en Lengua, 4 de cada 10 estudiantes (43%) quedan en los niveles de aprendizaje más bajos, según los resultados de la prueba Aprender 2022 de secundaria. Este jueves se tomó la evaluación de 2024; los resultados se conocerán el año que viene.
¿Cómo se explica la brecha entre la percepción de las familias y los resultados que surgen de las pruebas? Hace ya 25 años, Guillermo Jaim Etcheverry, expresidente de la Academia Nacional de Educación, planteaba en su famoso libro La tragedia educativa que los padres tienden a pensar que sus hijos están a salvo de los problemas educativos. También podría pensarse que, para las familias, la noción de “calidad” no es la misma que presuponen las pruebas.
Si bien las familias expresan una alta valoración, en las escuelas estatales se observa una mayor percepción de “déficit de calidad” (11%) que en las privadas (5%), indica el nuevo informe de la UCA, titulado “Indicadores clave de la educación: calidad, trato docente y ayuda en la tarea escolar”, y elaborado por los investigadores Carolina Martínez, Matías Maljar y Ianina Tuñón.
La proporción de chicos cuyas familias perciben una calidad educativa regular o mala es mayor en el estrato bajo (13%) que en el medio (8%) y el medio alto (9%). En el estrato bajo no se registran diferencias significativas entre las escuelas privadas y las estatales (de hecho, un 14% observa déficit de calidad en las privadas, mientras que la cifra es 13% para las estatales en ese sector social).
De los tres niveles educativos obligatorios, las familias observan un mayor déficit de calidad en la secundaria (el 13% califica la escuela como “mala” o “regular”) en comparación con la primaria (11%), mientras que el nivel inicial es el que resulta más valorado (5%).
La encuesta de la UCA también les preguntó a los adultos por la calidad del trato docente. Las respuestas de las familias muestran que solo el 7% de los niños y adolescentes escolarizados reciben un trato “malo” o “regular” por parte de sus maestros. Tanto en primaria como en secundaria, el porcentaje de familias que se quejan del trato docente es levemente superior (3 puntos porcentuales) en las escuelas estatales.
Uno de los hallazgos del informe es que parece haber cierta superposición entre las familias que tienen una baja valoración de la calidad educativa y del trato docente, lo que podría ayudar a responder la pregunta clave de qué implica la “calidad educativa” para las familias.
“El perfil de la población infantil que tiene déficit en la calidad del trato docente es bastante similar al que presentan quienes reciben una mala calidad educativa, lo cual indicaría que la evaluación de las familias del trato docente para con los niños/as es una dimensión con gran peso explicativo en la valoración de la calidad educativa institucional”, escriben los autores.
En un tercer apartado, la encuesta indagó en el tipo de ayuda que reciben los niños y adolescentes para realizar las tareas escolares. De ese punto surge que 7 de cada 10 chicos reciben ayuda para resolver sus deberes. La proporción es similar en escuelas estatales y privadas y en los tres estratos sociales.
La mayor diferencia se observa por grupo de edad: 8 de cada 10 alumnos reciben ayuda en primaria, mientras que son 5 de cada 10 en secundaria. La gran mayoría de los chicos recibe esa ayuda de los padres (88%) y, en menor medida de los hermanos (21%). En primaria, apenas el 4% de los alumnos recurre a una academia o un profesor particular, mientras que la cifra asciende al 7% en secundaria, con diferencias significativas entre los alumnos de escuelas privadas (20%) y estatales (4%).
El documento se pregunta por el rol que podrían tener a futuro la IA en el acompañamiento de las tareas escolares: “Teniendo en cuenta los nuevos desarrollos de la inteligencia artificial, en un futuro próximo cabrá interrogarse acerca de los impactos diferenciales en los resultados educativos infantiles que traerá la asistencia en tareas escolares por parte de esta tecnología y por parte de quienes ayudan con habitualidad a resolver las tareas escolares”.
En las conclusiones, los autores invitan a reflexionar “acerca de si el rol de la escuela es ser una institución que promueve la movilidad social o si en los hechos reproduce una distribución desigual de capital cultural que deriva en la profundización de las diferencias entre sectores”.