¿Cómo será el año 2040 según los participantes del programa “Tecnologías emergentes” de Ticmas y UdeSA?

Un escenario resultante de la compilación y análisis de los trabajos presentados por los participantes del programa “Tecnologías Emergentes”, donde se afianzan tendencias y se abren nuevas posibilidades

Tomás Chernoff, Joan Cwaik, Daiana Gómez Banegas y Fredi Vivas

UdeSA y Ticmas han desarrollado y lanzado en Latinoamérica el Programa “Tecnologías Emergentes” destinado a formar a docentes, directivos de colegios, profesionales y emprendedores de toda Latinoamérica en las nuevas tecnologías y como están impactando (y seguirán haciéndolo) en nuestras vidas y actividades profesionales.

Diego Pasjalidis, head de Academy (área de higher education de Ticmas), menciona: “Al culminar el programa, y como paso previo a la certificación, cada participante debe presentar una “cápsula del tiempo” describiendo, a partir de lo aprendido, cómo cree que va a ser el mundo en el año 2040 a partir de la evolución de las tecnologías y su asimilación por parte de la sociedad. Analizando todos los casos presentados, de profesionales de distintas formaciones y procedencias del mundo, utilizamos IA para consolidar sus visiones y generar escenarios probables de futuro, teniendo en cuenta sus aportes y tendencias”

¿Cómo será el futuro?

El año 2040 estará marcado por la promesa de un futuro donde la tecnología será omnipresente, moldeando nuestra vida cotidiana. Sin embargo, ¿qué pasaría si algunas de las tendencias o predicciones actuales fueran desafiadas o disrumpidas por otros escenarios menos convencionales?

Hogares inteligentes y automatización: ¿Y si la desconexión fuera el verdadero lujo?

La mayoría de los egresados imagina hogares donde la automatización y los sistemas inteligentes, basados en IoT, serán la norma. Sin embargo, una pregunta pivotante surge: ¿Y si el lujo del 2040 fuera la desconexión? En un mundo saturado de tecnología, podríamos ver el surgimiento de un movimiento que rechace la hiperconexión y valore la “desintoxicación digital”. Algunos científicos han comenzado a advertir sobre los riesgos del techno-stress y la pérdida de autonomía personal debido a la sobredependencia tecnológica. ¿Podrían surgir comunidades que vivan desconectadas por elección, como nuevas versiones de “retiristas digitales” que prefieran controlar manualmente su entorno?

Este escenario también plantea la interrogante sobre la privacidad. Aunque los dispositivos conectados puedan ofrecernos eficiencia, ¿podría el miedo a la constante vigilancia convertir la tecnología en una fuente de opresión más que de libertad? Investigaciones en ciberseguridad muestran que los hogares inteligentes podrían ser más vulnerables de lo que pensamos.

¿Qué pasaría si la IA avanzara tanto que incluso la creatividad humana quedara obsoleta? (Imagen Ilustrativa Infobae)

El futuro del trabajo: ¿Y si la creatividad humana fuera reemplazada por la IA?

En 2040, según los participantes del programa, el trabajo remoto y la automatización transformarán el mercado laboral. La IA y los robots reemplazarán tareas repetitivas, liberando a los humanos para concentrarse en trabajos creativos y estratégicos. Pero, nuevamente, una pregunta inquietante surge: ¿Qué pasaría si la IA avanzara tanto que incluso la creatividad humana quedara obsoleta? Aunque se ha argumentado que la creatividad es un dominio exclusivamente humano, investigaciones recientes en inteligencia artificial han demostrado que los algoritmos pueden generar música, arte e incluso innovación científica de manera sorprendente. En este caso, ¿podría la IA redefinir lo que significa ser creativo en 2040?

Además, si el trabajo remoto se convierte en la norma, ¿qué implicaciones tendrá para las relaciones humanas y la cohesión social? Si la mayoría de las interacciones laborales se dan a través de avatares o plataformas virtuales, como predicen algunos egresados, podríamos enfrentarnos a un futuro donde la soledad y el aislamiento social sean problemas mucho más profundos que la productividad laboral.

Salud y biotecnología: ¿Y si la longevidad no fuera lo que esperábamos?

Los egresados imaginan un futuro donde la biotecnología y la medicina personalizada llevarán a una longevidad sin precedentes, con dispositivos IoT que monitorean la salud y la impresión 3D de órganos que revolucionan los tratamientos. Sin embargo, una pregunta clave es: ¿Qué pasaría si la longevidad no fuera lo que esperábamos? Actualmente, algunos científicos sostienen que podríamos alcanzar la inmortalidad biológica a través de avances en la biotecnología. Pero esto plantea dilemas éticos: ¿cómo gestionar una sociedad donde las personas vivan mucho más tiempo? En términos de recursos, políticas y equidad, ¿cómo afectará una vida extendida a la distribución de recursos y las brechas sociales?

Además, ¿podría la “optimización” de la salud convertir la vida en una búsqueda interminable de la perfección biológica? Algunos expertos en bioética advierten que la obsesión por la salud preventiva, facilitada por los dispositivos conectados, podría llevar a la medicalización extrema de nuestras vidas. En lugar de liberar a las personas, ¿podríamos enfrentarnos a una sociedad donde ser saludable se convierta en una carga constante?

¿Qué pasaría si los autos personales se convirtieran en reliquias del pasado, y la movilidad fuera vista como un servicio, no como una propiedad?

Movilidad autónoma y transporte sostenible: ¿Y si la propiedad de vehículos desapareciera por completo?

Para 2040, se prevé un mundo donde los autos autónomos y los sistemas de transporte eléctrico dominen las calles. Pero la pregunta clave podría ser: ¿Y si la propiedad de vehículos desapareciera por completo? El auge de las plataformas de movilidad compartida, sumado al desarrollo de vehículos autónomos, podría hacer que la propiedad privada de automóviles sea obsoleta. Algunas investigaciones apuntan a que las ciudades del futuro podrían estar diseñadas sin autos, priorizando la movilidad sostenible y compartida. ¿Qué pasaría si los autos personales se convirtieran en reliquias del pasado, y la movilidad fuera vista como un servicio, no como una propiedad?

Esta tendencia también cuestiona nuestra relación con el espacio urbano. Si el transporte autónomo y la movilidad compartida dominan, ¿podríamos reimaginar nuestras ciudades sin calles, estacionamientos ni autopistas? Este escenario nos invita a imaginar un rediseño radical del espacio público, con ciudades más verdes y habitables.

Educación inmersiva y personalizada: ¿Y si la educación masiva fuera reemplazada por la tutoría de IA?

Los egresados ven un futuro donde la realidad aumentada y la realidad virtual crearán entornos educativos inmersivos, personalizados y accesibles. Pero, ¿qué pasaría si la educación masiva fuera completamente reemplazada por tutores de IA personalizados? En lugar de escuelas tradicionales, podríamos ver la proliferación de plataformas educativas basadas en IA que adapten el contenido en tiempo real a las necesidades de cada estudiante. Este enfoque hiperindividualizado plantea preguntas sobre el papel de la comunidad en la educación. ¿Podría la falta de interacción física y colectiva erosionar la importancia de los vínculos sociales y la colaboración entre pares?

Además, ¿cómo afectará la omnipresencia de la IA en la educación el rol de los docentes humanos? Aunque muchos ven a la IA como una herramienta complementaria, algunos expertos plantean que podría desplazar a los maestros tradicionales, generando un debate profundo sobre el papel del ser humano en un sistema educativo completamente automatizado.

Sostenibilidad y ciudades inteligentes: ¿Y si la tecnología no fuera suficiente para salvarnos del cambio climático?

Las ciudades inteligentes del futuro, según los egresados, serán la clave para una vida más sostenible, con sistemas interconectados que optimicen el uso de recursos y reduzcan el impacto ambiental. Pero una pregunta esencial es: ¿Y si la tecnología no fuera suficiente para salvarnos del cambio climático? Algunos científicos ya han advertido que la dependencia excesiva en la tecnología podría distraernos de la necesidad urgente de cambiar nuestros comportamientos y sistemas económicos. ¿Podría la promesa de las ciudades inteligentes hacernos pensar que la tecnología resolverá el problema, cuando en realidad lo empeoramos con nuestro consumo y explotación descontrolada?

Este escenario disruptivo nos lleva a pensar en la paradoja tecnológica: ¿es posible que mientras más tecnología desarrollamos para reducir el impacto ambiental, más dependientes nos volvemos de los recursos que intentamos preservar?

¿Hasta qué punto estamos preparados para las consecuencias imprevistas de nuestra dependencia tecnológica? (Imagen Ilustrativa Infobae)

Un futuro en debate continuo

El año 2040 promete un mundo transformado por las tecnologías emergentes, pero también nos invita a cuestionar las suposiciones detrás de estas promesas. Cada avance trae consigo nuevos desafíos éticos, sociales y ambientales que debemos considerar con cuidado. Las preguntas pivotantes presentadas en este artículo nos desafían a imaginar no solo un futuro impulsado por la innovación, sino también uno que esté preparado para las disrupciones que podrían redefinir el destino de nuestra humanidad.

En un mundo cada vez más interconectado, ¿hasta qué punto estamos preparados para las consecuencias imprevistas de nuestra dependencia tecnológica? ¿Será la tecnología el salvavidas que esperamos, o nos llevará hacia una realidad donde las promesas de eficiencia y sostenibilidad no se materializan como esperábamos?

Ante estas preguntas, y reflexionando sobre los escenarios planteados por los participantes, Joan Cwaik - autor y divulgador tecnológico, profesor de UdeSA y responsable académico del programa – plantea que “analizar el futuro siempre implica un ejercicio de imaginación que no escapa a nuestros sesgos del presente. Las tecnologías emergentes parecen mostrarnos un camino lineal hacia un destino tecnológicamente avanzado, pero la realidad es mucho más compleja. El futuro es un lugar de múltiples convergencias: entre lo que creemos posible, lo que deseamos, y lo que tememos. Por eso, hacer futurismo es, en gran medida, un acto de humildad. Predecir cómo se entrelazarán estos caminos es, como mínimo, incierto.

Mirando hacia un mundo en 2040, los avances que hoy vemos podrían habernos llevado a redefinir cada aspecto de nuestra vida. Sin embargo, más que imaginarlo como un solo camino, debemos estar abiertos a las bifurcaciones, los desvíos y las sorpresas. La clave no está en acertar, sino en estar preparados para integrar lo inesperado.

Al final del día, la verdadera habilidad no es solo desarrollar tecnología avanzada, sino tener la capacidad de usarla de manera consciente y convergente, alineada con nuestras necesidades humanas y sociales. Porque el futuro no será simplemente el resultado de una sola fuerza, sino el cruce de muchas variables que hoy apenas comenzamos a entender.”

Para más información sobre “Tecnologías Emergentes” pueden contactarse en este enlace

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