Martín es un trabajador de la industria manufacturera. Durante años ha se desempeñado en ciertas tareas específicas que ahora, gracias a los adelantos en inteligencia artificial, están siendo automatizadas. El impacto en su vida es evidente: necesita actualizar sus competencias para mantenerse relevante en el mercado laboral. Es aquí donde entra en juego el “lifelong learning”, el aprendizaje a lo largo de la vida, que le permitirá a Martín adquirir nuevas habilidades y mejorar sus perspectivas de empleo en sectores emergentes.
Este tipo de aprendizaje, que abarca tanto la educación formal como la informal, es indispensable en el mundo actual, donde los desafíos globales se destacan: la automatización, la crisis ambiental y la desigualdad. Estos cambios no solo exigen conocimientos técnicos, sino también la capacidad de adaptación constante.
En el informe “Todo lo que debe saber sobre el aprendizaje continuo”, la UNESCO subraya la urgencia de expandir el acceso al aprendizaje continuo, sobre todo para aquellos en situaciones vulnerables. Aunque algunos países han avanzado en esta dirección, como Finlandia y Singapur, muchas naciones aún presentan barreras que impiden la participación amplia. La falta de recursos económicos, la escasa infraestructura tecnológica y políticas poco inclusivas son factores que limitan el acceso de adultos mayores, mujeres y comunidades rurales a la educación.
Para que el “lifelong learning” sea efectivo, no basta con ofrecer programas. Es necesario crear sistemas que motiven a las personas a mantenerse involucradas en su desarrollo personal y profesional. En un mercado laboral en procesos de cambio, los gobiernos deben fomentar una cultura de aprendizaje constante que apoye a las personas desde temprana edad y a lo largo de su vida adulta.
La educación también juega un rol fundamental en la lucha contra la crisis climática. Más allá de la formación técnica, es necesario educar a los ciudadanos para que comprendan la urgencia de las cuestiones ambientales y cómo pueden contribuir a soluciones sostenibles. El aprendizaje continuo permite que las personas actualicen no solo sus conocimientos laborales, sino también su entendimiento del mundo que las rodea, capacitándolas para ser agentes de cambio.
La UNESCO destaca, además, que el “lifelong learning” no solo mejora la empleabilidad sino que promueve el bienestar general de las personas. Aquellos que pueden acceder a oportunidades educativas a lo largo de su vida desarrollan habilidades que les permiten adaptarse mejor a los cambios sociales y participar activamente en sus comunidades. Esto fortalece el tejido social y contribuye a sociedades más inclusivas.
A nivel global, es necesario que los gobiernos se comprometan a invertir en la educación continua, diseñando políticas que garanticen la equidad en el acceso a oportunidades de aprendizaje. En un contexto donde la tecnología y los problemas globales avanzan rápidamente, el aprendizaje no puede limitarse a las primeras etapas de la vida. Debe ser un derecho accesible en todas las fases, desde la infancia hasta la adultez.
Martín, al igual que muchas personas en todo el mundo, no puede confiar en los conocimientos adquiridos en el pasado para asegurar su futuro. El aprendizaje a lo largo de la vida es la herramienta que le permitirá enfrentar los desafíos de un mercado laboral y un entorno global en constante transformación. A través de este enfoque educativo, se puede construir un futuro donde el desarrollo personal y profesional sea continuo, equitativo y sostenible.