La capacidad de generar confianza es central en el liderazgo universitario

Los líderes universitarios enfrentan desafíos crecientes que van desde la gestión de recursos limitados hasta la necesidad de comunicar eficazmente con diversos actores. Para afrontar estos retos, competencias como la construcción de confianza, la resiliencia y la inteligencia emocional son clave en la conducción de las instituciones de educación superior.

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En la actualidad solo el 30% de los presidentes universitarios estadounidenses provienen de posiciones académicas como el rectorado (Imagen Ilustrativa Infobae)
En la actualidad solo el 30% de los presidentes universitarios estadounidenses provienen de posiciones académicas como el rectorado (Imagen Ilustrativa Infobae)

El rol de liderazgo en las universidades está cambiando a nivel global. Aunque en América Latina la figura del rector es la más reconocida como máxima autoridad universitaria, en muchos países, como Estados Unidos, el cargo equivalente se denomina “presidente universitario” (college president). A pesar de la diferencia en la denominación, los desafíos que enfrentan estos líderes son similares en sus responsabilidades y competencias.

El informe The Changing College President, elaborado por American Council on Education y basado en el American College President Study, revela que el rol de presidente universitario en Estados Unidos ha evolucionado drásticamente en los últimos 30 años. Tradicionalmente, los líderes académicos seguían un camino claramente definido hacia la presidencia, que incluía el cargo de rector o decano. Sin embargo, en la actualidad solo el 30% de los presidentes universitarios provienen de posiciones académicas como el rectorado. Este cambio refleja una tendencia en la que se valora cada vez más la experiencia en áreas como la gestión financiera, las relaciones externas y la recaudación de fondos, roles que históricamente no eran centrales en la trayectoria académica tradicional.

Aunque el informe se refiere a la realidad de los presidentes universitarios en Estados Unidos, su análisis sobre los cambios en las demandas del liderazgo puede aplicarse a un contexto más amplio. En América Latina, si bien los rectores tienen un perfil mayoritariamente académico, también enfrentan desafíos similares en cuanto a la diversificación de sus responsabilidades. La necesidad de gestionar recursos limitados, relacionarse con organismos externos y mantener la estabilidad institucional bajo presiones financieras son cuestiones universales en la educación superior.

Un informe de la Academic Search junto al Council of Independent Colleges y la American Association of State Colleges and Universities, identifica seis competencias específicas que deben tener los líderes universitarios contemporáneos (Imagen Ilustrativa Infobae)
Un informe de la Academic Search junto al Council of Independent Colleges y la American Association of State Colleges and Universities, identifica seis competencias específicas que deben tener los líderes universitarios contemporáneos (Imagen Ilustrativa Infobae)

Por otra parte, el informe Competencies for the College Presidency, elaborado por Academic Search en colaboración con el Council of Independent Colleges y la American Association of State Colleges and Universities, identifica las competencias específicas que deben tener los líderes universitarios contemporáneos para afrontar los retos actuales. Este estudio, basado en encuestas a más de 700 presidentes universitarios y en grupos focales, detalla seis competencias fundamentales que también pueden aplicarse a los rectores latinoamericanos: la construcción de confianza, la resiliencia, la comunicación eficaz, la capacidad de formar equipos de gestión, la inteligencia emocional y la gestión de datos y recursos.

La capacidad de generar confianza es central para el liderazgo universitario. En un contexto de creciente polarización política y tensiones sociales, los rectores deben involucrar a las partes interesadas en los procesos de toma de decisiones, lo que refuerza la gobernanza participativa. Escuchar activamente a docentes, estudiantes y personal administrativo es esencial para consolidar esa confianza, especialmente cuando se trata de decisiones difíciles que afectan el futuro de la institución. En América Latina, este aspecto adquiere especial relevancia dado que muchas universidades cuentan con estructuras colegiadas en las que la participación de la comunidad académica es clave para la legitimidad del rector.

Otra competencia destacada es la resiliencia. La capacidad de los rectores para afrontar la adversidad es clave en un contexto de constantes cambios y limitaciones financieras. Según el estudio, la resiliencia no recae únicamente en el individuo, sino que se sostiene en redes de colaboración y en la coherencia entre los valores personales del líder y la misión de la institución. También está relacionada con la capacidad de los rectores de mantenerse firmes en momentos de incertidumbre, como lo demostró la experiencia de las universidades tras la pandemia de COVID-19.

La inteligencia emocional es otra competencia del líder universitario (Imagen Ilustrativa Infobae)
La inteligencia emocional es otra competencia del líder universitario (Imagen Ilustrativa Infobae)

En un contexto en el que los rectores deben comunicarse con diversos actores, desde la comunidad universitaria hasta autoridades gubernamentales o potenciales donantes, resulta fundamental adaptar los mensajes a las particularidades de cada audiencia. Por ello, la comunicación eficaz se convierte en una de las competencias esenciales. El informe resalta el valor de emplear herramientas como la visualización de datos para fundamentar decisiones complejas y presentarlas de forma clara y accesible.

La inteligencia emocional es otra competencia del líder universitario. Los rectores necesitan demostrar empatía, autoconciencia y la capacidad de gestionar tanto sus emociones como las de los demás. La humildad y la vulnerabilidad son cualidades que permiten a los líderes generar confianza y construir relaciones más sólidas dentro de sus instituciones. En América Latina, donde las universidades suelen ser espacios de debate intenso, esta capacidad para conectar emocionalmente con los distintos actores puede marcar la diferencia entre un liderazgo legítimo y uno cuestionado.

Finalmente, la gestión de datos y recursos es una competencia crítica que va más allá del simple manejo financiero. Los rectores deben ser capaces de interpretar datos complejos y tomar decisiones estratégicas basadas en ellos, además de comunicar estos datos de manera efectiva para que los distintos públicos comprendan y apoyen las decisiones tomadas. En un contexto como el de la educación superior, donde los recursos son cada vez más escasos, esta habilidad es esencial para garantizar la sostenibilidad institucional a largo plazo.

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