¿Cómo captar la atención de los estudiantes? ¿Cómo asegurar que comprendan los objetivos? ¿Cómo conectar el nuevo contenido con lo que ya saben? ¿Qué estrategias mantienen la motivación en el aula? ¿Cómo guiar el aprendizaje sin perder el hilo? ¿Cómo medir el impacto real de una clase? Estas son algunas preguntas que surgen al pensar en una enseñanza efectiva.
Mariana Sofía Jiménez Nájera explora en un artículo publicado en el Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación del Tec de Monterrey la propuesta de Robert Gagné, psicólogo y pedagogo estadounidense, quien, en su ensayo Las condiciones del aprendizaje (1965) presenta un modelo en nueve pasos que busca mejorar la instrucción en el aula, ofreciendo una secuencia clara para organizar clases que mantengan a los estudiantes comprometidos y faciliten un aprendizaje más profundo.
Guía para transformar la dinámica del aula
Los pasos de Gagné son una guía práctica para transformar la dinámica del aula y hacer de cada clase una experiencia más intencionada y participativa. A continuación, se detallan estos pasos y su aplicación en la práctica docente:
1. Captar la atención: El inicio de la clase es crucial para establecer el tono y despertar el interés de los estudiantes. Gagné sugiere comenzar con actividades que llamen la atención, como preguntas provocadoras que inviten a la reflexión, dinámicas que introduzcan el tema de manera interactiva, o la presentación de materiales visuales como imágenes o videos que conecten emocionalmente con el contenido. Esta primera etapa no solo busca atraer la atención, sino también establecer una conexión inicial que prepare a los estudiantes para recibir nueva información, involucrándolos activamente desde el principio.
2. Informar sobre los objetivos: Clarificar los objetivos de la clase y lo que se espera de los estudiantes es un paso fundamental para orientar su enfoque y compromiso. Esto incluye detallar los criterios de evaluación, explicar la relevancia del contenido en situaciones prácticas y definir las metas específicas de la lección. Al conocer desde el inicio qué se espera de ellos, los estudiantes pueden establecer sus propios objetivos de aprendizaje y conectar los nuevos conocimientos con aplicaciones concretas. Esta transparencia en la comunicación ayuda a crear un marco de referencia que guía el esfuerzo y la participación.
3. Activar conocimientos previos: Un aprendizaje efectivo se construye sobre lo que ya se sabe. En este paso, se busca estimular la memoria de los estudiantes y conectar el nuevo contenido con conocimientos previos. Esto puede realizarse a través de preguntas sobre experiencias pasadas, repasos de temas relacionados o ejercicios que enlacen el contenido actual con lo aprendido anteriormente. Esta activación de conocimientos previos facilita la integración de la nueva información, haciendo que el aprendizaje sea más significativo y accesible. Además, al relacionar lo nuevo con lo familiar, se refuerza la confianza de los estudiantes en su capacidad para entender y aplicar los conceptos.
4. Presentar el contenido: La presentación del contenido debe ser clara, organizada y adaptada a las necesidades del grupo. Gagné sugiere diversificar los medios de exposición, utilizando recursos como videos, gráficos, demostraciones y ejemplos prácticos para ilustrar los conceptos. Es importante que el contenido se entregue de manera estructurada y lógica, facilitando la comprensión y la retención. Además, involucrar activamente a los estudiantes mediante preguntas, discusiones o actividades durante la presentación puede mejorar significativamente su atención y participación, asegurando que el aprendizaje sea más dinámico y efectivo.
5. Orientar el aprendizaje: Este paso implica guiar a los estudiantes en el proceso de aprender a aprender. Más allá de transmitir conocimientos, se trata de ofrecer estrategias que ayuden a los alumnos a desarrollar habilidades metacognitivas y a enfrentar los desafíos del aprendizaje. Ejemplificar tanto las maneras correctas como incorrectas de resolver problemas, utilizar analogías o metáforas que conecten con la vida cotidiana y mostrar diferentes enfoques para abordar los temas son maneras efectivas de orientar el aprendizaje. La claridad y paciencia en la instrucción, junto con la disposición a brindar apoyo adicional, son esenciales para facilitar la comprensión y la autonomía en el aprendizaje.
6. Evocar la práctica: Una vez presentado el contenido, es fundamental que los estudiantes tengan la oportunidad de aplicar lo aprendido. Este paso se centra en la práctica activa, mediante exámenes rápidos, actividades en equipo, discusiones grupales, tareas o proyectos pequeños. La práctica no solo refuerza el conocimiento, sino que también permite identificar dudas o errores que pueden corregirse con retroalimentación inmediata. Fomentar un entorno donde los estudiantes se sientan cómodos aplicando sus conocimientos sin temor al error contribuye a un aprendizaje más profundo y a una mayor confianza en sus habilidades.
7. Proporcionar retroalimentación: La retroalimentación es un componente clave del aprendizaje que permite a los estudiantes ajustar y mejorar su desempeño. Puede ser evaluativa, describiendo los resultados obtenidos; descriptiva, ofreciendo sugerencias específicas para mejorar; o realizada por pares, donde los propios estudiantes evalúan y comentan los trabajos de sus compañeros. Más allá de las correcciones formales, pequeños gestos como una sonrisa o una afirmación pueden también servir como formas rápidas y efectivas de retroalimentación, reforzando el aprendizaje de manera positiva y motivadora.
8. Evaluar el rendimiento: Evaluar a los estudiantes no solo implica medir lo aprendido, sino también brindarles la oportunidad de demostrar su comprensión y habilidades. Las evaluaciones deben ser variadas y pueden incluir exámenes, proyectos individuales o en grupo, y ensayos que permitan explorar los contenidos en profundidad. Es importante que las evaluaciones estén alineadas con los objetivos de la clase y que se realicen después de proporcionar suficiente retroalimentación y oportunidades de práctica. Esto asegura que los estudiantes tengan una base sólida y se sientan preparados para enfrentar los desafíos evaluativos con mayor seguridad.
9. Reforzar y transferir el aprendizaje: El último paso consiste en asegurar que lo aprendido no se pierda tras la clase, sino que se integre y aplique en futuros contextos. Reforzar el aprendizaje implica vincular los nuevos conocimientos con temas futuros y pasados, así como con situaciones de la vida cotidiana, para promover una mayor retención y transferencia del conocimiento. Este refuerzo constante ayuda a los estudiantes a ver el aprendizaje como un proceso continuo y relevante, en el que cada nuevo tema se conecta con el anterior, enriqueciendo así su comprensión global y su capacidad para aplicar lo aprendido en distintos contextos.