Tadeo García, ministro de Mendoza: “La inteligencia artificial nos ayudó a evitar que 7000 estudiantes dejaran la escuela”

Gracias a un desarrollo de un sistema de alerta temprana codiseñado con CIPPEC y la UBA, la provincia bajó sensiblemente las estadísticas de desgranamiento en el nivel secundario. En diálogo con Ticmas, el ministro de Educación de Mendoza habla de este proyecto y también de cómo intentan replicar en Matemática el método educativo que rindió frutos en la enseñanza de la alfabetización y la lectocomprensión

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Tadeo García Zalazar, ministro de Educación de la provincia de Mendoza
Tadeo García Zalazar, ministro de Educación de la provincia de Mendoza

En 2017, Mendoza comenzó a desarrollar un plan de alfabetización al que, cinco años después, se le dio un tratamiento jurídico con la Ley provincial del Plan Estratégico de Alfabetización. Ahí se establecieron las pautas del desarrollo de la enseñanza y también las de la medición, con tres evaluaciones al año, un censo en la fluidez y comprensión lectora para la primaria y la secundaria —que podía disparar acciones específicas, como el acompañamiento de las trayectorias y el refuerzo de horas—. El trabajo sostenido y continuo dio frutos y la provincia cerró 2023 con una estadística que marcaba que tres de cada cuatro chicos de 3° grado leían por encima del nivel esperado.

“Todos los años, en diciembre, tenemos que reportar a la Legislatura cómo fue la evolución del año”, explica Tadeo García Zalazar, actual ministro de Educación de Mendoza. Y sigue: “Este año ya hemos hecho dos mediciones y el resultado que vemos es que hemos mejorado un 20% los índices de aprobación o, dicho de otra forma, hemos bajado un 20% de los niveles críticos”. Los resultados en Lengua son tan promisorios que, dice, han decidido implementar una estrategia similar para la enseñanza de la Matemática.

¿Cuál es la situación de la educación de la Matemática?

—En los resultados de la prueba Aprender del año pasado, Mendoza subió nueve puntos en Lengua y bajó nueve puntos en Matemática. En las pruebas PISA estamos exactamente en la media nacional. En Matemática no estamos bien; queremos mejorar. Entonces encaramos una estrategia parecida a la que ya se hizo en Lengua: medición sistemática, formación y entrega de material. Y después hay una acción específica con aquellos que tengan algún tipo de necesidad de acompañamiento, con jornada extendida, con horas extra.

¿Lo hacen con un equipo externo?

—No, con equipos propios. No lo estamos haciendo con ningún equipo nacional. Buscamos varias experiencias que hicieron en otras provincias y ninguna se amoldaba específicamente a lo que necesitábamos en Mendoza. Ahora estamos trabajando en algunos convenios con plataformas que se han usado en otros países.

El ministro de Educación rodeado de un grupo de estudiantes secundarios. La provincia ha logrado reducir las tasas de abandono en este tramo educativo
El ministro de Educación rodeado de un grupo de estudiantes secundarios. La provincia ha logrado reducir las tasas de abandono en este tramo educativo

La realidad educativa de una provincia llena de desafíos

Antes de asumir como ministro de Educación, Tadeo García Zalazar desarrolló una carrera en la gestión pública que incluyó roles como intendente de Godoy Cruz y diputado provincial. Además, ha trabajado como docente e investigador en la Universidad Nacional de Cuyo.

En esta entrevista con Ticmas, detalla cómo enfrentan los desafíos educativos en Mendoza, enfocándose en estrategias para prevenir el desgranamiento y el abandono escolar en el nivel secundario. Además, menciona programas como Mendoza Futura que vinculan la educación con el mundo del trabajo, y habla de cómo la creación de equipos especializados de orientación y apoyo escolar acompañan a las escuelas ante situaciones de ciberacoso.

¿Cómo recuperan a los chicos que no están en la escuela?

—Nosotros tenemos 100% en primaria y 97,9% de presencialidad en secundaria. Mendoza tiene un sistema de alerta temprana que trata de disminuir aquellos casos potencialmente complejos. Es un sistema que corre dos veces al año y se hace con un algoritmo de inteligencia artificial.

¿Es el que hicieron con CIPPEC?

—Exactamente. CIPPEC hizo la apoyatura del armado de los indicadores y el algoritmo lo implementa el Laboratorio de Inteligencia Artificial de la UBA. Básicamente es un semáforo que se corre a fines del primer semestre y a fines del segundo y compara resultados trabajando contra el año anterior sobre los casos críticos. Se tomando más de cien indicadores que tienen que ver con las calificaciones, la asistencia, el nivel de instrucción de los padres, el resultado global que da la escuela, el censo de fluidez lectora, las evaluaciones, también si la escuela tiene servicios, si está en una zona vulnerable, cómo es el transporte público. Cada indicador tiene un porcentaje de incidencia y así se va construyendo el semáforo. Con los chicos que están en rojo se hace una estrategia nominal, con un abordaje uno a uno. La verdad es que hemos tenido muy buenos resultados, tanto en el año pasado como en este.

¿Qué significa “buenos resultados”?

—El año pasado, el número global de chicos en rojo fue de 7.000. Se hizo un abordaje sobre cada uno de esos chicos y ninguno abandonó. De esos 7.000 chicos no hubo ningún abandono. Y 4.500, más o menos, pasaron de año. No solo no abandonaron, sino que pasaron de año.

¿Cómo es ese el abordaje uno a uno? ¿Es con un tutor?

—Es nominal por escuela. Se trabaja con la directora de la escuela. En los casos que tienen problemas de asistencia hay un programa con un “líder de asistencia”, que es un docente de la escuela. Ahí se probaron distintas acciones. Primero, se manda un mensaje de texto, después se hacen reuniones con los padres, después un seguimiento con el estudiante. Y el dato bueno de este año es que ese universo de 7.000 chicos en rojo del año pasado, este año bajó a 5.800.

¿Los chicos de este año son los mismos que los del año pasado?

—No, no se repiten. Se trabaja con las redes municipales, porque muchas veces las causas tienen que ver con que el chico tiene que ir a buscar trabajo por una situación económica del grupo familiar. Otras veces —son las menos, porque Mendoza ha trabajado mucho— tienen que ver con el embarazo adolescente.  También se hace un abordaje con el Ministerio de Salud: hay educación domiciliaria, hay educación hospitalaria también. Hay distintas estrategias.

¿Influye la comida en la escuela?

—Nosotros tenemos una cobertura bastante importante. El universo de gestión estatal y privada de la provincia son 500.000 estudiantes. Unos 263 mil reciben la ración de desayuno y merienda, y unos 63.000 las raciones diarias del almuerzo. La Nación financia aproximadamente un 7% y el 93% restante es financiado por la provincia. El abordaje abarca alrededor de 400 escuelas. Muchas estrategias de extensión horaria de refuerzo están acompañadas de una estrategia alimentaria. Si se quedan dos horas más en la escuela, reciben almuerzo o se alarga la merienda. Cualquier otra estrategia que haga falta.

El programa Mendoza Futura capacita en contraturno a los estudiantes en disciplinas como robótica y software. En el primer semestre del año han pasado 1.500 alumnos, la misma cantidad que se espera para el segundo semestre
El programa Mendoza Futura capacita en contraturno a los estudiantes en disciplinas como robótica y software. En el primer semestre del año han pasado 1.500 alumnos, la misma cantidad que se espera para el segundo semestre

¿La repitencia es factor de abandono?

—Nosotros no consideramos que la repitencia sea el factor principal de abandono. El sistema de alerta temprana nos marcaba otros factores más problemáticos: la situación económica, el embarazo adolescente o alguna situación especial. Como en todos lados, lo que se prioriza es que el joven continúe en la escuela. No vemos que la repitencia sea el factor principal de abandono.

¿El bullying?

—Hay casos. Pero en primaria tenemos una Dirección de Apoyo de la Trayectoria Escolar (DAE), que tiene un gabinete de profesionales —psicólogos, psicopedagogos, trabajadores sociales— y en secundaria tenemos los SOE, Servicios de Orientación al Estudiante. En primaria hay uno cada siete u ocho escuelas; en secundaria tenemos uno por escuela. La directora elige el perfil del profesional, que previene acciones o interviene cuando hace falta en los casos de bullying y ciberacoso. Hay también otras problemáticas de salud mental, que estamos abordando con equipos de capacitación, charlas para los padres, etc.

En relación a la escuela secundaria, ¿cómo es la articulación entre educación y el mundo del trabajo?

—Tenemos varios programas de articulación; en este momento también estamos haciendo un trabajo con el CFI. Está haciendo un relevamiento de toda la oferta educativa secundaria y terciaria, y cómo se adapta a la necesidad del sector productivo. Es un trabajo coordinado con el Ministerio de la Producción; ya empezamos con programas piloto. Algunos ya vienen de la gestión anterior y otros lo hemos relanzado. Uno se llama Mendoza Futura y trabaja con tecnología, robótica y software. Los chicos cursan en contraturno de manera voluntaria y termina con una especie de práctica pre-profesional en una empresa seleccionada. Ese programa anda muy bien.

¿Cuántos chicos se anotaron?

—Tuvimos 1.500 chicos en el primer semestre, y apuntamos a 1.500 más en el segundo semestre. Los que quedan seleccionados por la empresa entran en un programa provincial que se llama Enlace: el Ministerio de Producción les paga hasta un salario mínimo vital y móvil al estudiante y la diferencia la paga la empresa. Ese programa anda muy bien. Hay una altísima inserción laboral. Hay otros programas más que van en esa línea. Además, estamos implementando de manera piloto un sistema de créditos entre las escuelas técnicas y los institutos superiores: si ya cursaron determinadas materias en la escuela técnica, tienen los créditos y entran en el segundo año de las tecnicaturas de software y de energías limpias.

¿No rinden un examen?

—Entran directamente al segundo año. Si tienen los talleres aprobados se les acreditan las horas y entran a cursar las materias de segundo año. La idea para el año es ampliarlo al doble. O sea, a cuatro tecnicaturas más.

¿Hay alguna política de la provincia para guiar hacia qué carreras universitarias se necesitan más profesionales?

—La primera que vamos a hacer el año que viene es priorizar la docencia de estas carreras que nosotros denominamos crítica. Cada año fijamos 5, 6, 7: son las que se promocionan, se abren nuevas sedes y tienen prioridad, también en financiamiento de equipamiento, de tecnología. Este año las vinculamos a los profesorados de Matemática, Física, Química e Idiomas. También tenemos varias tecnicaturas con una estrategia enfocada a la promoción de un distrito minero en particular. Nosotros por ahora nos concentramos en cinco o seis carreras. Cuando terminemos el relevamiento de toda la provincia que estamos haciendo con el CFI, habrá una conclusión de ver cuáles otras nombramos como prioritarias.

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