Señala el cuadro de Sarmiento y dice que lo extrañaba; lo veía cada vez que tenía reuniones en el Palacio Pizzurno, la sede de la Secretaría Nacional de Educación. Susana Montaldo es la actual ministra de Educación de Tucumán, un cargo que ya ocupó hace veinte años, entre 2003 y 2007. Volvió a liderar la cartera con el recambio de autoridades provinciales el año pasado, y desde entonces ha impulsado diversos programas relacionados con la alfabetización y la formación docente.
En un alto en la jornada del Consejo Federal de Educación, que reúne mensualmente a todos los ministros del país, Montaldo recibe a Ticmas para hablar de aquellos temas clave en los que ha comenzado a trabajar, pero también para subrayar la urgencia de una reforma la educación secundaria y de los desafíos que enfrenta en la lucha contra el abandono escolar.
Con una mirada crítica y un enfoque en la actualización constante, la ministra analiza las políticas y estrategias que se están implementando para mejorar la calidad educativa en Tucumán.
—La pregunta que se impone tiene que ver con el Plan Nacional de Alfabetización. ¿Cómo está la situación en la provincia?
—Nosotros asumimos dos meses antes de que finalizara el 2023 y en esos primeros meses organizamos un postítulo sobre alfabetización con la colaboración del CONICET. En Tucumán tenemos al INVELEC dentro del CONICET, con quien nos ocupamos del tema de lectura y alfabetización. Comenzamos el postítulo y ya tenemos alrededor de 800 participantes, entre docentes, directores y supervisores. Por otra parte, comenzamos una vinculación con la Fundación Dale! con un proyecto para el nivel inicial. Al comienzo hubo una cierta dificultad entre la línea del INVELEC y la propuesta de Dale!, pero lo hemos ido trabajando.
—¿En qué sentido?
—Es que no son divergentes desde el punto de vista teórico. En el caso de Dale!, tiene una mayor cantidad de materiales para que trabajen tanto los docentes como los padres. Y esto ha generado un gran interés de los docentes, porque ambos casos son propuestas de calidad. Y no se trata de algo breve, porque en el último tiempo los docentes estaban acostumbrados a que iban a una conferencia y eso ya les daba puntaje.
—¿Cómo llegaron a Fundación Dale!?
—Fue a través de una reunión en la OEI, donde se presentaron distintas asociaciones. Todo esto resulta en un enriquecimiento para los docentes, para el currículum y también es una forma de motivar. La gente se siente motivada porque recibe materiales y se capacita. Son muchos desafíos, pero tratamos de no dispersarnos. Lo mismo que en el tema de robótica y de las nuevas tecnologías.
—Entre los dos métodos mayoritarios de alfabetización, el método fonológico y el método constructivista, con la participación de Diuk, Tucumán está más cerca del primero. ¿Por qué se decidieron por este método?
—Desde el punto de vista de mi formación profesional —soy pedagoga y mi cátedra era Filosofía de la Educación en la facultad— me acercaría al constructivismo. Pero viendo los materiales, creo que hay una eficacia con mejores resultados. Ahora bien, yo creo en un mix entre los materiales que usamos. Creo que la educación y la selección de textos deben tener un sentido y tiene que haber una visión más global del tema. Pero los chicos necesitan una sistematización y lo fonológico no puede estar faltando.
—Le propongo hablar de actualización docente.
—Estamos haciendo un análisis del plan de estudios para la formación docente que se estableció en 2008, 2009. Por otra parte, hemos quedado en ver en una mesa de ministros el tema de la evaluación: cómo se evalúa la formación, en qué período y con qué criterios. Este es un tema que también requiere una discusión con las universidades que también forman docentes.
—¿Qué prioridad le da a la formación?
—Es algo absolutamente necesario. El mundo y el país han cambiado muchísimo en los últimos veinte, en los últimos diez. Yo he sido ministra entre 2003 y 2007, y me acuerdo del celular que tenía. Me parece bien que haya un análisis periódico cada cinco años, como se está planteando. Un análisis periódico con una evaluación del plan de estudio y de los resultados para ver los ajustes que eso requiere. Además, por lo menos hace veinte años que lucho por el cambio del sistema en el secundario, que es absolutamente obsoleto, absolutamente ineficiente e inadecuado.
—¿Qué señales en ese sentido?
—Uno no puede imaginarse a los chicos sentados seis horas o teniendo clases sin poder optar, ni siquiera, qué materias quisieran profundizar más. No sé por qué no puede haber por lo menos un 20-30% de materias optativas para que los jóvenes puedan ir orientándose. Y, por otra parte, no es bueno tener hasta 50 docentes que dan vueltas en una escuela, que están tres o cuatro horas y se van a otra escuela. No tienen pertenencia institucional ni pueden conocer a sus alumnos ni acompañarlos porque un docente con una materia de tres horas, para llegar a acumular unas 36 o 40 horas que le permita tener un sueldo digno, tiene más de 300 alumnos. Es impensable que los conozca, que los acompañe. El sistema necesita un cambio urgente para tener mejores resultados.
—En las provincias del Norte hay una abundancia de docentes, mientras que en la Patagonia faltan y por eso el Norte termina “exportando” docentes al Sur. Pero el costo de la formación lo asumen las provincias de origen. ¿Cómo hacen para tener una eficacia en la formación?
—Estamos trabajando con la universidad, porque les ocurre lo mismo cuando llevan carreras al interior de la provincia que no son pertinentes, como Abogacía o Ciencias Económicas. Por un lado, estamos pensando en cerrar un par de años la matrícula en la formación docente. Porque si fuera sólo que exportamos, no estaría mal. Pero tenemos 10.000 docentes en lista de espera. Es una irresponsabilidad formar a los docentes para que no puedan trabajar. Así que nos reunimos con la universidad y con el Instituto de Desarrollo Productivo de la provincia para entender qué es lo que requerirían los ámbitos productivos de cada municipio.
—¿Cómo sería cerrar la matrícula?
—Lo importante es que el sistema educativo esté articulado con el sistema productivo y no tenga gente que no pueda trabajar. Esta es una deuda que saldar. Tenemos que poner énfasis en que haya más propuestas de formación superior en tecnicaturas que en formación docente. Salvo en algunas áreas don hay escasez de profesores, aunque creo que en todas las áreas tenemos una cantidad importante. Y quiero agregar algo. Hace 50 años que tenemos una formación docente a nivel superior, que se ha creado así: se hace en la escuela tal a la noche. En general, los institutos no tienen infraestructura propia. Y tampoco es bueno, que el 90% funcione en horario nocturno porque homogeneiza. Yo creo que teniendo opciones en distintos horarios y teniendo un espacio propio cambiaría muchas cosas. Ayudaría a la calidad del sistema.
—Con respecto a la educación secundaria, hay dos temas que quiero preguntarle: el abandono escolar y la currícula están trabajando en la formación. En este punto hay quienes señalan que habría que dar los contenidos en áreas en lugar de disciplinas y también bajar la cantidad de materias.
—Ambas cosas. Yo creo que tiene que haber una menor cantidad de materias simultáneas, aunque fueran cuatrimestrales. Y hay que tratar de que el profesor tenga acumuladas las horas en una sola institución. A lo sumo dos. No más. En la dispersión no hay compromiso institucional. Hay quienes están pensando en que la formación del profesor para el secundario sea en dos disciplinas, para que pueda dar dos asignaturas. Yo creo, además, que la actualización debe ser permanente por el ritmo de cambios que tenemos. Y que uno tiene que prepararse, por ejemplo, para dar dos materias en todos los cursos y algunos talleres. Además de más horas de acompañamiento a las trayectorias más horas de trabajo con los colegas. Más horas de trabajo con la con la comunidad. Es decir, no solo estar frente a aulas. Eso debería ser un 60, un 70% del tiempo y el resto ocuparse en otro trabajo necesario de hacer.
—¿Con respecto al abandono escolar?
—Antes hablábamos de alfabetización: yo creo que tenemos una responsabilidad en la formación de los jóvenes para que puedan insertarse en el campo laboral, y eso lo englobo dentro de la alfabetización. No es solamente que aprenda a leer y escribir, sino que salga con las capacidades fundamentales para insertarse. Ahora, tenemos un 50% de jóvenes que no termina la educación obligatoria y esa es otra responsabilidad. Tan importante es que los chicos aprendan a leer y escribir como que los jóvenes puedan terminar la educación secundaria, que es un derecho básico. Estamos trabajando en revincular a los chicos que dejaron la escuela, porque para entrar en la educación de jóvenes y adultos deben tener más de 18 años y nosotros los queremos rescatar a los de 15. La mayoría no quiere volver porque sufren bullying si tienen dificultades para estudiar o porque tienen familias muy conflictivas. Son diversos motivos y hay que ofrecerles algo diferente. No alcanza con decirles “Volvé a la escuela”.
—En algunas jurisdicciones se han tomado medidas para evitar el abandono escolar con aumentar la cantidad de materias previas o tener un pasaje automático de curso. ¿Cómo lo ve?
—El pasaje automático es una traición. Es mentirte que te formé. No se trata de eso, sino de buscar ofertas que tengan validez nacional. Ahora, hay bastantes secundarios con salida laboral desde el INET, pero todavía no alcanza. Hay otro tema fundamental en el trabajo de revincular a los alumnos, que es el trabajo con la comunidad más pequeña: con el delegado comunal, con el intendente, con el asistente social. Los que abandonan son chicos de los sectores vulnerables, muchas veces con familias de consumo problemático de alcohol y sustancias. También entre los chicos hay un índice importante de suicidios. Hay muchos temas del mundo juvenil que tenemos que analizar, porque, si no, volvemos a reafirmar la exclusión social.