Los resultados de la alfabetización pueden verse en el corto plazo: la prueba Aprender 2026 ya debería mostrar mejoras con respecto a la que se tomará este año. A diferencia de otros aprendizajes, este no depende del contexto socioeconómico; los estudiantes de sectores vulnerables pueden aprender a leer y escribir en tiempo y forma. El Gobierno nacional no va a definir métodos, sino que acompañará a cada provincia en la implementación de lo que decida. Y, tras un año de interrupción, la Nación volverá a distribuir libros: en 2025 prevé entregar 9 millones de ejemplares en las escuelas de todo el país para acompañar la implementación de los 24 planes de alfabetización de las provincias.
Esas fueron algunas de las definiciones que brindó el secretario de Educación de la Nación, Carlos Torrendell, en diálogo con Infobae y otros medios periodísticos en el Palacio Sarmiento. Torrendell relató la trastienda del trabajo en el Consejo Federal de Educación que condujo al Compromiso Federal por la Alfabetización aprobado a fines de mayo y presentado por el presidente Javier Milei en San Juan.
Torrendell resaltó que la prioridad de la alfabetización se había planteado ya el 28 de diciembre del año pasado, en la primera reunión del Consejo Federal de Educación bajo la nueva gestión de Gobierno: “Era un tema que yo consideraba prioritario, pero que venía de la sociedad civil. Había estado la Campaña Nacional por la Alfabetización de Argentinos por la Educación y el presidente había firmado un compromiso durante la campaña. En el Consejo Federal, el consenso surgió espontáneamente, con acuerdo unánime de todos los ministros, y pudimos avanzar en un escenario económico complicado, incluso pese al recorte del Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID) y de las transferencias a las provincias”.
El secretario de Educación aseguró que ese consenso se vio expresado en el Decreto 579/2024, firmado por Milei antes del acto en San Juan, y cuestionado por algunos ministros de educación provinciales, como Marcela Feuerschenverger de La Pampa. “Para nosotros lo único válido es la resolución 471/24 que firmamos los 24 ministros en el Consejo Federal”, dijo Feuerschenverger. Pero Torrendell aseguró que el decreto presidencial solo “operativiza” lo acordado en el CFE.
Desde la Secretaría de Educación están preparando una campaña para instalar la prioridad de la alfabetización en la agenda pública. “Como ha dicho el presidente, el analfabetismo es a la educación lo que la inflación es a la economía”, planteó Torrendell, y remarcó que el desafío interpela a la escuela pero también a las familias, las universidades, las organizaciones de la sociedad civil y los medios de comunicación, entre otros actores de lo que él concibe como una “sociedad educadora”.
Esta semana, un grupo de expertos, políticos y ONG difundieron una declaración en la que piden que los chicos aprendan a leer y escribir en primer grado y critican los métodos “constructivistas”. Algunos de esos especialistas cuestionaron que la Nación no impusiera un método de enseñanza, teniendo en cuenta que los abordajes más estructurados y sistemáticos, basados en la conciencia fonológica, cuentan con amplio respaldo científico.
Torrendell descartó de plano la posibilidad de que la Secretaría de Educación intervenga en este tema: “No le corresponde a la Nación definir el método de alfabetización. Eso es algo que cada provincia y cada escuela tiene que determinar. Para lograr el objetivo común, debemos acompañar de forma distinta a cada provincia. No vamos a diseñar un programa centralista”.
Torrendell diferenció su posición personal de su rol como secretario de Educación: “Yo tiendo a estar más cerca de las posiciones que defienden los métodos estructurados, que parten de la conciencia fonológica. Paradójicamente, son los que se aplicaron en las campañas de alfabetización en Cuba y tienen su origen en la Unión Soviética. Sin embargo, para el progresismo argentino esos métodos son de derecha”. Según explicó la lingüista Ana María Borzone, la estrategia de la “conciencia fonológica” surge de las investigaciones de Daniil Borisovich Elkonin, un psicólogo y educador ruso que “descubrió en la década de 1960 la importancia de que los chicos tomen conciencia de que las palabras están formadas por sonidos, para poder establecer las correspondencias entre sonido y letra y aprender el principio alfabético”.
El secretario de Educación planteó: “Nos debemos un debate científico público sobre los métodos. Pero nuestro rol desde la Nación es evaluar, acompañar los planes de cada jurisdicción y en todo caso poner en evidencia los resultados de las provincias y las escuelas con unos métodos u otros”.
También coincidió con la necesidad de que los estudiantes aprendan a leer y escribir en primer grado, pese a que los lineamientos nacionales para los planes de alfabetización definen objetivos recién para tercer grado. Si bien en noviembre está prevista una prueba Aprender en tercer grado que funcionará como línea de base para la evaluación de los planes de alfabetización, Torrendell señaló que están considerando implementar en primer y segundo grado unas evaluaciones desarrolladas por el Banco Mundial y denominadas EGRA (“evaluación de lectura de primeros grados”, según la sigla en inglés).
También están en tratativas con el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo para conseguir un préstamo destinado a la política de alfabetización, incluyendo formación docente y jornada extendida (dado que, desde su concepción, el programa “Hora más” apunta a que la “quinta hora” de clase en primaria se destine a los aprendizajes fundamentales de Lengua y Matemática). De aprobarse, el Gobierno nacional tiene previsto invertir casi 1.000 millones de dólares en la política de alfabetización durante los cuatro años de gestión.
Sobre el rol de la evaluación, el secretario señaló que “lo importante no es tener rankings sino elementos para entender dónde está cada estudiante en su proceso de aprendizaje y, por lo tanto, contar con información para poder enseñar mejor”. Entre los objetivos inmediatos de la cartera educativa está avanzar con la conectividad y con la incorporación de todas las escuelas al Sistema Integral de Información Digital Educativa (SInIDE), que hoy tiene una cobertura del 87%. “Queremos ir a un sistema educativo en el que todos los días podamos saber qué chicos y qué docentes están presentes”, dijo. Y agregó que la Secretaría apunta a que “las familias tengan acceso a la información que surge de las evaluaciones sobre sus escuelas y eventualmente sobre sus hijos”.
Luego de la interrupción del programa Libros para Aprender durante este año, el secretario Torrendell aseguró que el Gobierno nacional tiene previsto comprar y distribuir 9 millones de libros en 2025 –y no descartó mantener el nombre del programa, lanzado por la gestión previa bajo la órbita de Silvina Gvirtz–. La idea es mantener el proceso de selección de textos que se venía implementando en los gobiernos anteriores, con intervención de una Comisión Asesora Nacional (CAN) y las Comisiones Asesoras Provinciales (CAP).
Torrendell insistió en que este año no llegaron a distribuir libros “por una cuestión de plazos”, y aseguró que la idea ahora es “licitar con tiempo la distribución y la consolidación (almacenamiento) de los libros”, una tarea de la que antes se ocupaba la empresa Envaplast. También aseguró que, como se venía haciendo desde 2022, la idea es que se distribuya un libro para cada estudiante. Y anticipó que planean avanzar con una “mayor participación de los docentes y las escuelas en la selección de libros”, porque “la política educativa no puede ser solo de arriba para abajo”. Incluso mencionó la posibilidad de lanzar “vouchers” para que sean las familias las que elijan los libros para sus hijos.
El secretario de Educación aseguró que esperan ver mejoras en los niveles de alfabetización en el corto plazo: “En la prueba Aprender 2026 de tercer grado ya tendríamos que observar una mejora. La evidencia empírica muestra que hay cuestiones que requieren largo plazo, pero la alfabetización no: en dos años esperamos ver resultados”. También aseguró que esa mejora debería registrarse en los alumnos de todos los sectores sociales: “La alfabetización no está condicionada por el nivel socioeconómico: en contextos desfavorecidos los chicos pueden aprender a leer y escribir, como lo muestran las campañas de alfabetización en Cuba, o los avances que logró Argentina en el siglo XIX”.