La respuesta para el título de esta nota puede parecer muy obvia. Escuchar muchas veces complementa a la lectura: al escuchar a un compañero de clase, leer en voz alta y seguir la lectura, escribir para un dictado o incluso para leer mensajes de nuestro celular con música de fondo. Claramente, un aliado.
Sin embargo, no es el caso para los libros y audiolibros. Es ahí donde muchas personas ponen sus barreras para separar el valor de ambas alternativas, ya sea por concepciones tales como que una es más difícil que la otra o que no se utilizan los mismos sentidos para comprender o imaginar el trasfondo de un texto. Empero, realmente no hay muchas diferencias entre las dos, cada una tiene sus beneficios y es necesario aprender a aceptar estos caminos diferentes que llevan a la misma meta.
Recordemos que tiempos atrás, relatos de la mitología griega eran contados de boca en boca, y las personas que podían leer y escribir eran la minoría. Igualmente, no vayamos tan atrás y recordemos que la radio fue el medio de comunicación más importante en su época, en donde familias enteras se reunían para escuchar las últimas noticias o programas de entretenimiento. Escuchar un relato a través de un audio no es nada nuevo, entonces ¿por qué para algunos escuchar “no cuenta”?
El debate entre lecturas “válidas”
Para algunas personas, la comprensión lectora será mayor al leer que al escuchar, debido a que se percibe que existe una mayor concentración en la primera. Cabe destacar que escuchar un relato no será comprensión lectora, pero sí será comprensión auditiva. Estudios muestran que las mismas partes cognitivas del cerebro se estimulan al escuchar que al leer. La manera en que nuestra imaginación trabaja a través de ambos medios es muy similar: tenemos que imaginar escenarios, personajes y situaciones. Con la diferencia de que en los audiolibros sí podemos escuchar tonos de voces, lo cual puede darle un valor adicional a lo que estemos consumiendo al tener un buen narrador; además de que es posible rectificar la correcta pronunciación de las palabras.
Leer mejora nuestras habilidades lectoras, así como escuchar, mejora nuestras habilidades de escucha y por ende, entre más se lleve a cabo, aumentará nuestra comprensión de la información que recibimos, ya sea a través de la escucha o al leer. Ambas formas son ganancia para ampliar nuestras competencias cognitivas.
También se dice que leer es “más difícil que escuchar”, pero la “dificultad” no acredita que una opción sea superior a la otra. Para algunas personas, escuchar libros es una manera pasiva de consumirlos, lo cual hace que leerlos sea un mayor reto. Pero como se mencionó anteriormente, las mismas partes de nuestro cerebro se utilizan, además, emocionalmente tiene el mismo efecto al sumergirse en una experiencia literaria. Estudios han encontrado que el efecto de sentirnos cautivados o atrapados por la historia es el mismo en nuestro cerebro, independientemente si escuchamos o leemos.
Audiolibros, accesibilidad y mejora continua
Para muchos, no hay como la sensación de que nuestros ojos caigan sobre una hoja de papel y deslicemos nuestros dedos para cambiar de página. Sin embargo, para otros será tedioso cargar un libro por todas partes, ya sea porque es pesado o por miedo a maltratarlo. Es aquí donde la naturaleza del audiolibro facilita el alcance de cualquier texto, donde puedes ingresar no solo a uno, sino a muchos de ellos desde la comodidad de tu dispositivo móvil; donde nunca te faltará un libro cuando estés fuera (o no) de casa.
Cuando leemos, nuestra vista está fijamente descifrando las palabras que vemos en una página o pantalla, por lo que toda nuestra atención debe dirigirse a la lectura para entenderla lo mejor posible, por lo que lo ideal es estar quietos. Sin embargo, es en este tipo de situaciones donde los audiolibros pueden ayudarnos a ahorrar tiempo, ya que es más fácil realizar otras tareas sencillas mientras escuchamos. Podemos escuchar un audiolibro durante un paseo por el parque, mientras doblamos la ropa, lavamos platos o mientras se está atascado en el tráfico. Ojo, realizar tareas más complejas hará que la información que escuchemos no se procese por completo y debemos evitar caer en el multitasking, el cual solo hará que el resultado de las actividades que se realicen no tengan la mejor calidad o comprensión deseada.
El acceso a muchos textos impresos o publicados en Internet es limitado para personas con discapacidades visuales o con padecimientos como la dislexia o hiperactividad. Sin embargo, los audiolibros les ofrecen una excelente alternativa para acceder a ellos. Tomando en cuenta que no todos los libros tienen su versión en audio, el panorama para ello es cada vez más brillante, ya que este medio va ganando cada vez más popularidad: se estima que para el 2030, el mercado global para los audiolibros alcance los 35 mil 040 millones de dólares.
Y al ser aliados, ¿por qué no combinar ambas opciones? Leer y escuchar el mismo texto será de increíble ayuda para que no pierdas la concentración, además de que podrás expandir tu vocabulario al escuchar las pronunciaciones correctas de palabras que no son tan comunes; y ni se diga si actualmente te encuentras aprendiendo un nuevo idioma, llevar esto a cabo podrá acelerar tu aprendizaje. Sea tu idioma nativo o no, tendrás un panorama más amplio sobre la estructuración del texto, mejorando tu gramática.
No importa el medio, sumergirse en nuevos mundos a los que nos invitan diferentes autores a través de sus libros, en sus diferentes formatos, nos impulsa aprender y conocer nuevas enseñanzas, culturas e ideales. Independientemente de la manera en la que nos adentremos a un nuevo universo, lo más importante es que hagamos un hábito, el leer o escuchar libros y disfrutar de sus contenidos, y de paso, abrirnos a los muchos beneficios que estos nos otorgan.