A pesar de la motivación y el deseo de aprender, muchos estudiantes se pueden encontrar atrapados en un ciclo de frustración que obstaculice su progreso académico. Este fenómeno es común en entornos educativos, donde la presión por obtener buenos resultados, la complejidad de los contenidos y la falta de estrategias adecuadas pueden generar una sensación de estancamiento.
Frente a este panorama, los estudiantes, a menudo, se esfuerzan por comprender conceptos y cumplir con las expectativas, pero también se pueden sentir abrumados y desalentados cuando sus esfuerzos no se traducen en el éxito esperado. Esta situación no solo afecta su rendimiento académico, sino que también puede impactar su autoestima y amor por el aprendizaje. Al respecto, un artículo publicado en el portal japonés Study Hacker, se exploran los errores más comunes que suelen cometer los estudiantes, especialmente aquellos que buscan siempre obtener el máximo rendimiento y se sugieren estrategias que buscan aumentar la efectividad del aprendizaje.
Establecer metas alcanzables a corto plazo
La primera recomendación es evitar plantearse metas demasiado altas, esto se cataloga como una trampa común para aquellos estudiantes que están llenos de motivación. Tan pronto como deciden embarcarse en una jornada de estudio, muchos estudiantes cometen el error de subestimar su capacidad física y el tiempo disponible, estableciendo objetivos difíciles de alcanzar, como “estudiar dos horas cada noche” o “resolver cinco páginas de problemas diarios”.
Al respecto, el asesor en educación y aprendizaje, Toshio Ito, advierte: “Si te obligas a continuar, puedes perder motivación y confianza, o incluso rendirte a mitad de camino”. Incluso él mismo ha experimentado dificultades para mantener el hábito de estudio debido a metas demasiado altas.
De igual manera el psiquiatra Shion Kabasawa complementa esta idea, indicando que el cerebro humano prefiere tareas “un poco difíciles”, ya que se segrega la mayor cantidad de dopamina cuando se enfrentan tareas de este nivel. Por lo tanto, establecer metas que sean desafiantes pero alcanzables es crucial para mantener la motivación y maximizar la eficiencia del estudio. Además, Kabasawa sugiere fijar metas específicas a corto plazo que contribuyan a la realización de objetivos a largo plazo, como pasar un examen importante.
Priorizar contenido y tareas
La segunda recomendación en la lista de estrategias es la priorización del contenido de estudio sobre la búsqueda de una comprensión perfecta de todos los temas. El profesor emérito Yukio Noguchi de la Universidad Hitotsubashi señala que los estudiantes que son muy estrictos, a menudo intentan abarcar todo sin dejar nada fuera, lo cual puede resultar contraproducente. Noguchi sostiene que es más efectivo estudiar primero las áreas más importantes y, cuando se tenga tiempo, abordar el resto.
Este enfoque también se aplica en el ámbito laboral: priorizar las tareas críticas y de mayor impacto primero es una estrategia ampliamente utilizada para mejorar la eficiencia. Al centrarse en las áreas donde se tienen mayores debilidades o en los temas que son más probables de aparecer en los exámenes, los estudiantes pueden mejorar sustancialmente sus resultados.
Focalizarse en la práctica y resultados
La tercera recomendación implica un cambio de enfoque desde la mera adquisición de información (entrada) hacia la aplicación práctica de esa información (salida). Como menciona el profesor Takashi Saito de la Universidad Meiji, es crucial que el conocimiento no se quede estancado en un “estado polvoriento”. La falta de práctica puede desmotivar a los estudiantes porque no ven resultados tangibles de su estudio.
Saito enfatiza que emitir información, ya sea a través de la realización de ejercicios, la resolución de problemas o la enseñanza a otros, ayuda a fijar el conocimiento en la memoria del cerebro. Este método no solo solidifica el aprendizaje, sino que también facilita la retroalimentación necesaria para detectar y corregir errores.
En resumen, para los estudiantes ambiciosos pero frustrados, estas tres estrategias pueden ofrecer un camino hacia un aprendizaje más efectivo y menos desalentador. Fijar metas alcanzables, priorizar el contenido y centrarse en la práctica son enfoques respaldados tanto por expertos como por la propia experiencia práctica. Estas técnicas pueden proporcionar una hoja de ruta clara para transformar la motivación en logros académicos y personales.