Un grupo de 50 referentes educativos, políticos y organizaciones de la sociedad civil reclama a las autoridades educativas nacionales y provinciales que los planes de alfabetización anunciados este año definan objetivos “medibles” de aprendizaje de la lectura y escritura para el primer grado de la primaria.
“La meta debe ser que todos los niños puedan leer fluidamente al finalizar primer grado, y consoliden ese logro en segundo. No pensar que esa es la meta es condenarnos al fracaso”, plantean en un documento titulado “Urgente: Enseñar a leer y escribir en primer grado”. Tras el lanzamiento del Compromiso Federal por la Alfabetización y la presentación de los lineamientos nacionales y de los 24 planes provinciales, el documento pide que estas iniciativas “no repitan lo que se hace en la actualidad, dado que los resultados indican que no funciona”.
La declaración señala que los planes de alfabetización abren una oportunidad para “cambiar el rumbo”, considerando “los resultados educativos argentinos desde el año 2000 en pruebas internacionales, regionales y nacionales”. Con respecto al trabajo que se viene haciendo desde principio de año en el Consejo Federal de Educación, el texto reconoce: “Es auspicioso ver que se ha logrado cierto consenso entre todas las provincias para dar prioridad a la alfabetización”.
La declaración lleva las firmas de lingüistas expertas en alfabetización como Ana María Borzone, Florencia Salvarezza y Vanesa de Mier; exministros de Educación como Esteban Bullrich y Jaime Correas (Mendoza); legisladores como Sergio Siciliano, Fabio Quetglas y Karina Banfi; y referentes de organizaciones de la sociedad civil como Manuel Álvarez Tronge (Educar 2050), Horacio Moavro (Coalición por la Educación), María José Navajas (Padres Organizados), Juan Carlos Bregy (FEDIAP), Victoria Zorraquín (Educere) y Gustavo Abichacra (DISFAM); así como Intelexia, Potenciar Argentina y la Red Nacional por la Calidad Educativa, entre otros. Además, tiene más de 1200 adhesiones.
Los impulsores de la iniciativa dijeron a Infobae que buscan presentar el documento al secretario de Educación de la Nación, Carlos Torrendell, y a José Thomás, secretario general del Consejo Federal de Educación.
Los firmantes piden que los planes de alfabetización de las 24 jurisdicciones “apliquen lo que la evidencia de la investigación nacional e internacional indica que se debe hacer, como en cualquier otro dominio de la vida pública”. En ese sentido, formulan cinco “requisitos” que, según ellos, deberían cumplir todos los planes.
Entre esos puntos, plantean que todos los planes deberían “fijar objetivos lectores desde 1er grado”, y que los objetivos deben ser “medibles y contrastables” (por ejemplo, cuántas palabras por minuto debe leer un estudiante al terminar determinado grado, o cuán largas deben ser las oraciones que pueda escribir).
Objetivos medibles y foco en primer grado
“En Argentina desde hace mucho que se puso el foco en 3er grado. Eso se refleja en los lineamientos nacionales y en los planes de alfabetización de todas las provincias. Las evaluaciones también son en 3er grado”, explicó Florencia Salvarezza, lingüista especializada en neurociencias y educación, asesora del BID y la OEI. En efecto, el Gobierno nacional anunció este año que, en el marco de la política de alfabetización, tomará en noviembre una prueba Aprender de Lengua en tercer grado para tener un diagnóstico sobre el nivel de comprensión lectora de los alumnos al terminar el primer ciclo de primaria.
Salvarezza cuestionó que los planes de las jurisdicciones “no tienen objetivos medibles, no prevén objetivos para primer grado ni dicen cómo se lograrán los objetivos”. Varios de los planes provinciales se proponen alcanzar los niveles de lectura y escritura “apropiados” o “adecuados” para determinada edad, pero no especifican cómo se mediría ese nivel.
El documento lista algunos “estándares científicos internacionales para la enseñanza de la lectura”. Entre ellos, pide “dejar de lado modelos constructivistas” para, en cambio, “trabajar de modo explícito y sistemático en la enseñanza de la alfabetización”, “trabajar la conciencia fonológica como precursor de la lectura” y “enseñar de modo explícito todas las letras y sus correspondencias”.
Las recomendaciones incluyen también “practicar la lectura en voz alta en clase desde 1er grado” y realizar “evaluaciones formativas” al menos tres veces al año desde 1er grado. Además, piden “medir resultados de forma nominal (es decir, por estudiante) al final de 1er y 2do grado”. Otros dos puntos se refieren a la formación docente, que “debe estar alineada con la educación basada en la evidencia”, y a los materiales pedagógicos, que “deben ser acordes a estos lineamientos y criterios”.
Varios expertos insisten en que las dificultades de lectura y escritura de los estudiantes se explican por los métodos de alfabetización, y cuestionan especialmente la propuesta de la “psicogénesis constructivista”, más orientada a que los estudiantes “descubran” el sistema de escritura que a la enseñanza sistemática por parte del docente.
“Cuando comenzó a verse que la psicogénesis no enseñaba a leer y escribir, que los chicos no aprendían en primer grado ni en segundo y se iba retrasando en forma alarmante el aprendizaje de la lectura y la escritura, se planteó la ‘unidad pedagógica’, es decir, se les dijo a los docentes y a los padres que los chicos tenían tres años para aprender a leer y escribir. Eso generó un gran retraso. La unidad pedagógica es una gran estafa”, señaló Ana María Borzone, doctora en Letras e investigadora del Conicet. “Si seguimos poniendo el objetivo en tercer grado, estamos perdiendo mucho tiempo”, afirmó.
“Con una enseñanza sistemática, los chicos pueden leer, comprender y escribir textos breves a fin de primer grado, como siempre se logró en la escuela pública argentina”, sostuvo Borzone. Uno de los problemas de la “unidad pedagógica”, para la especialista, es que dificulta “intervenir de manera temprana e intensiva con aquellos chicos que requieren más práctica”, que en general son aquellos que “no tienen las experiencias de alfabetización necesarias en sus casas”.
Borzone enfatizó que los planes de alfabetización deben fijar “objetivos claros”, y que a mitad de primer grado debe haber evaluaciones que midan los niveles de lectura y escritura para que los docentes puedan intervenir a tiempo, sobre todo con los estudiantes más desfasados, de manera que “al final de primer grado, el 85% de los chicos puedan leer y escribir textos breves”.