La educación emocional es uno de los pilares imprescindibles para el óptimo desarrollo de los estudiantes y las personas en general. Sí cuentan con este tipo de educación desde la infancia, tendrán una mejor preparación para la vida laboral futura, así como para tener mejores relaciones interpersonales. Parte de este trabajo con las emociones, y por ende con la salud mental, es fortalecer la autopercepción de cada individuo y reconocerse como capaces no solo del fracaso, sino del éxito y del ser autocompasivos.
Carlos Ordóñez, psicólogo y director de Salud Integral y Bienestar Estudiantil del Tecnológico de Monterrey, platicó con Infobae sobre la construcción de una autopercepción saludable que, desde una edad temprana, permita a niñas y niños reconocerse valiosos y ser respetuosos con ellos mismos. Sin embargo, también hizo una precisión importante: no se debe trabajar desde la autoestima, sino a partir de la autocompasión.
De acuerdo con el especialista, estos conceptos se han deformado, provocando que se enseñe de manera errónea la forma en la que una persona debe tener amor propio.
¿Autoestima? Mejor, autocompasión
En conversación con Infobae, el doctor Ordóñez comentó que por años se han tomado los conceptos de baja y alta autoestima para medir el nivel de aprecio o amor propio que una persona tiene por sí misma. Según la Real Académia de la Lengua Española (RAE), la autoestima es la “valoración generalmente positiva de sí mismo”; la Organización Mundial de la Salud (OMS) describe este concepto como una dualidad entre la autoimagen y el autoconcepto. La cuestión es que, a lo largo del tiempo se ha tomado esta valoración en una escala de bueno o malo, alta o baja, así como positiva o negativa, lo que provoca que únicamente se entienda como un aspecto ambivalente, en lugar de multifactorial.
La baja autoestima se relaciona directamente con la falta de amor propio. Este aspecto fundamental no solo afecta la percepción individual de sí mismo, sino que también influye en múltiples áreas de la vida, incluyendo el rendimiento académico y las relaciones interpersonales. Por el contrario, tener un alta autoestima se relaciona con sentirse querido y aceptado por los demás, estar orgulloso de lo que hace y creer en sí mismo. Pero estas valoraciones usualmente se han dictado como una condicionante en la que si uno es mejor, hay alguien más que es peor, y viceversa.
Por ello, Ordóñez cuestiona el enfoque tradicional en la educación emocional, que históricamente ha priorizado la autoestima como piedra angular del bienestar psicológico. El psicólogo del Tec mencionó que el manjeo erróneo de este concepto dio como resultado generaciobes narcisistas. En contraposición, propuso explorar el concepto de autocompasión, desarrollado por investigadores de la salud mental como Kristin Neff, dando así una alternativa más equilibrada y saludable.
Qué es la autocompasión
El término de autocompasión, según Carlos Ordóñez, implica tratarse a uno mismo con la misma bondad y comprensión que se le brindaría a un ser querido en momentos de dificultad. A diferencia de la autoestima, que puede llevar a comparaciones competitivas y narcisistas, la autocompasión fomenta una conexión más profunda con la humanidad compartida y evita los efectos secundarios negativos asociados con una autoevaluación excesivamente crítica.
Kristin Neff describe este concepto de autocompasión como parte de la inteligencia emocional de los seres humanos desde el entendimiento de que cada uno es un ser con defectos o características negativas, pero que eso no reduce el valor de cada persona, y que debe aceptarse incluso a los errores como parte de un todo que nos conforma. Asimismo, aclara que tener compasión de uno mismo no es un signo de debilidad ni lástima, sino más bien una consideración positiva.
“La autocompasión busca la felicidad y el bienestar de la persona, previa aceptación de las propias limitaciones. No obstante, no hay que confundir la autocompasión con la autoindulgencia, que implicaría una victimización por parte de la persona que no se considera capaz de afrontar una situación adversa”, explica en su página la doctora, quien menciona que este término tiene raíces en la psicología budista.
En la misma línea, Carlos Ordóñez mencionó que hay que un trabajo pendiente en la educación básica para redefinir la compasión hacia uno mismo.
“La mayoría de las personas entiende el concepto como vulnerabilidad o debilidad, y no es eso. Aunque la autoestima y la autocompasión son parecidas, la segunda no tiene, digamos, los efectos secundarios negativos que tiene la autoestima. Si se ve desde la etimología de la palabra, quiere decir ‘sufrir con’, ‘compartir pasión’, o sea compartir el sufrimiento con alguien. (...) Si alguien que aprecias te cuenta una historia de cómo le va mal, tú das soporte emocional y le comentas que no es su culpa; con nosotros no hacemos lo mismo, no somos compasivos con nosotros mismos. Hay que hablarnos como le hablamos a nuestro mejor amigo, a la persona que queremos, que nos importa, que amamos. Nosotros debemos ser esa persona”, recalcó Carlos Ordóñez.
Cómo se forma la autocompasión
De acuerdo con la teoría de Kristin Neff hay tres elementos principales que forman la base de este concepto: autoamabilidad, humanidad compartida y atención plena. Estos componentes están interrelacionados y se consideran esenciales para desarrollar una actitud más comprensiva hacia uno mismo. De la misma forma, son contrarios, o suplentes, de aquellos términos que producen una autopersepción negativa.
Autoamabilidad vs. Autocrítica
La autoamabilidad se refiere a la capacidad de tratarse a uno mismo con comprensión y amabilidad en lugar de ser autocrítico y destructivo. Esta postura implica aceptar que no siempre es posible lograr lo que se desea y que la negativa a aceptar este hecho puede generar mayor estrés y frustración. En situaciones de fallo o limitación personal, es importante ser comprensivo y evitar la desaprobación severa.
Humanidad compartida vs. aislamiento
El segundo elemento, la humanidad compartida, destaca la importancia de reconocer que la imperfección y los errores son parte inherentemente de la experiencia humana. Neff sugiere que todos los seres humanos comparten la vulnerabilidad y la falibilidad, y que comprender esto puede ayudar a mitigar el sentimiento de aislamiento que suele acompañar al fracaso. Al ver nuestros errores como una parte común de la condición humana, se promueve una actitud más compasiva.
Atención plena para identificar pensamientos y emociones
Finalmente, el tercer componente es la atención plena o Mindfulness, que implica mantener una actitud abierta y receptiva hacia el momento presente. Esto requiere experimentar los sentimientos y pensamientos sin reprimirlos, pero también sin sobreidentificarse con ellos. En lugar de obsesionarse con lo negativo, Neff sugiere adoptar una perspectiva equilibrada del problema, evitando así magnificaciones que pueden intensificar el malestar.
En este ámbito, Carlos Ordóñez recalcó que la enseñanza de estas habilidades no debe limitarse al ámbito escolar, sino que es necesaria la participación activa de las familias, y de tener un enfoque colaborativo entre padres, educadores y comunidades para asegurar que los niños y adolescentes reciban apoyo consistente y congruente en el desarrollo de su inteligencia emocional. De la misma forma, es importante no esperar una etapa en específico de la vida, sino inculcar la educación de las habilidades socioemocionales desde la primera infancia. En ese sentido, sugirió que los primeros siete años de vida son críticos para establecer bases sólidas en el amor propio, la autocompasión y la comprensión de límites personales.
Qué pasa si soy autocompasivo
El especialista del Tec de Monterrey apuntó que la autocompasión permite reducir los niveles de depresión, ansiedad y estrés, favoreciendo una capacidad de afrontamiento más saludable ante las adversidades diarias. En este sentido, permite a las personas manejar los problemas con menor nivel de preocupación, reduciendo el perfeccionismo y el miedo al fracaso.
Asimismo, cultivar la autocompasión puede mejorar las relaciones interpersonales, ya que fomenta una mayor empatía y altruismo. También abre la puerta a una mejor gestión de problemas estresantes, al hacer que las personas se sienten más calmadas y pacientes, ofreciendo una respuesta más equilibrada ante situaciones difíciles.
Un beneficio importante de la autocompasión es la posibilidad de introspección y autoconocimiento. El mirarse a sí mismo desde la comprensión facilita un crecimiento interior significativo, permitiendo a los individuos transformar realidades complejas a través de una nueva interpretación más comprensiva. Este aspecto puede ser transformador a nivel personal, ayudando a cultivar una alegría interior que afecta positivamente la forma en que se enfrenta la vida diaria.
Incluso desde una perspectiva fisiológica, la autocompasión ha mostrado aumentar la variabilidad del ritmo cardíaco, lo cual se asocia con una mayor capacidad para auto calmarse en momentos de tensión. Este efecto no solo contribuye a la salud cardiovascular, sino que también puede tener implicaciones positivas para el manejo del estrés.
Fomentar el amor propio
“Cuando tu no te amas a ti mismo, tampoco la definición clara de los límites. Y si no tienes claros los límites, pues se pueden caer en muchas situaciones relacionadas como relaciones abusivas o permitir bullying. Hay una frase que dice que el arma más poderosa del opresor, es la mente del oprimido. Porque tú ya en tu mente mereces el castigo. Si tú en tu mente ya te consideras como una persona que no merece ser amada, que no merece lo que quieras, Eso ya es una ganancia para cualquiera que te quiera oprimir, ya sea en una relación de amistad o amorosa o del liderazgo”, apuntó Carlos Ordóñez.
El psicólogo destacó que a partir de ser autocompasivo y entenderse se rompe con las creencias de una menor valía que el resto si no se cumple con alguna espectativa deseada. Como parte de sus esfuerzos por transformar la educación emocional, Ordóñez destaca la importancia de capacitación continua para padres y educadores. Propone programas de desarrollo profesional que equipen a los adultos con herramientas prácticas para apoyar el crecimiento emocional de los jóvenes. Esto incluye el uso de tecnología educativa que pueda facilitar el seguimiento y la gestión de emociones, por ejemplo, el semáforo emocional que maneja Ticmas en sus programas de Aprendizaje Socioemocional.
Y es que el amor propio es uno de los conceptos más importantes que una persona debe entender. De acuerdo con Margarita Alvarado, de la Fundación Montessori, el amor propio nos permite desarrollar una relación sana con nosotros mismos y con los demás, ya que permite reconocer nuestro valor como seres humanos para aceptarnos tal y como somos, “con nuestras virtudes y defectos y tratarnos de una manera amable, así como tratarías a las personas de tu alrededor”.