Hace poco más de cien años, a principios del siglo XX, surgió en la Universidad de Harvard un modelo que marcaría un hito en la evolución del proceso de enseñanza-aprendizaje, que modificaría las dinámicas educativas tradicionales. De la mano del análisis, de la discusión de experiencias y del traslado de los contenidos a situaciones de la vida real, floreció el método de casos.
El innovador modelo causó un impacto en la pedagogía. Muchas casas de altos estudios, escuelas de negocios, adoptaron el método de casos como parte de su quehacer diario. Sin embargo, los niveles obligatorios -inicial, primaria y secundaria- siempre se mostraron reticentes a incorporar metodologías por fuera de las clases magistrales y expositivas.
Fracias a su formación en Harvard, Daniel Ricart fue el encargado de traer a la Argentina el método de casos. Comenzó en Mendoza, donde coordinó el primer sistema de educación pública destinado a alumnos de alto rendimiento. Luego llevó el modelo al Colegio Norbridge que fundó en Pilar y lo replicó en las sedes que inauguró en Mendoza y Saavedra (Ciudad de Buenos Aires).
“La gran ventaja del método de casos es que facilita la transmisión del conocimiento escolar a la vida cotidiana. Nuestro departamento de estadística, que lo viene siguiendo hace más de 30 años, demostró que esa dificultad de traslado es uno de los grandes problemas de la educación actual. Los chicos estudian cosas que sienten que no sirven o no saben aplicar”, explicó Ricart.
En el método de casos se revierte la dinámica convencional en el aula. El docente no oficia de único transmisor del conocimiento, los chicos no aguardan impasibles en sus pupitres e intentan memorizar lo que les dice su maestro. Hay un enfoque colaborativo: todos los estudiantes participan de la discusión a partir de un caso de la realidad que pretende bajar los contenidos teóricos a la vida diaria que atraviesa a los alumnos.
Los métodos surgen a partir de temáticas de interés general. Habitualmente se abordan problemas actuales que ocurren a nivel local o nacional. Se suele tomar una noticia como disparador y la temática -inseguridad, inflación, empleo, por ejemplo- se la vincula con las distintas áreas curriculares para que puedan aplicar los contenidos y estrategias aprendidos a lo largo de la escolaridad.
“Eso influye en la motivación. Si vos estás aprendiendo algo y no entendés para qué sirve, no le das la misma importancia. Cuando se inicia un proyecto, los chicos comprenden de qué modo los contenidos que se enseñan a través de clases magistrales se pueden aplicar a la realidad”, explicó el fundador del Colegio Norbridge.
Como contrapartida, hay un involucramiento superior de los estudiantes que los llevan, incluso sin darse cuenta, a absorber los contenidos que, quizás, del modo convencional -escuchando, leyendo y memorizando- no lo lograrían. La estrategia didáctica favorece el pensamiento crítico, la resolución de problemas y el trabajo en equipo.
En resumen, el método de casos, siempre combinado con las clases más expositivas, es efectivo gracias a tres grandes diferenciales que aporta:
1. Aplicación práctica de los contenidos teóricos: a través del análisis de casos reales o simulados, los alumnos ven cómo se reflejan los conceptos de la currícula en la vida diaria, lo que vuelve significativo ese conocimiento para su futuro tanto personal como profesional.
2. Pensamiento crítico: los alumnos se ven desafiados a abordar un tema en toda su complejidad, desde distintas aristas, a identificar los problemas, evaluar la información y ponerla en discusión con sus compañeros para recién entonces pensar en posibles soluciones. Todo ese proceso alimenta el desarrollo del pensamiento crítico.
3. Aprendizaje colaborativo: las discusiones entre los estudiantes y el trabajo en grupo es una de las principales cualidades de esta estrategia. Los alumnos deben comunicarse entre sí, saber escuchar a sus compañeros, darse la posibilidad de rever una opinión y expresar sus propias ideas. En última instancia, negociar e intentar llegar a un consenso; habilidades cruciales para su futuro desarrollo laboral.
Manejar la incertidumbre
Chris Christensen fue un mítico profesor de la Escuela de Negocios de Harvard. Quienes presenciaron sus clases lo definen como un verdadero artista, como un director de orquesta capaz de plantear las preguntas precisas a sus estudiantes, de escuchar atentamente sus respuestas y de propiciar una discusión entre todos. Quizás él, impulsor del método de casos, dio una de las mejores definiciones respecto a la naturaleza del modelo de enseñanza: “El método de casos es el arte de manejar la incertidumbre”.
Mucha de esa incertidumbre positiva se ve a diario en los chicos que trabajan con casos tomados de la realidad, sin conceptos prefabricados ni respuestas ciertas. Se los invita a pensar analíticamente, a intercambiar miradas, a valorar alternativas y, en última instancia, pergeñar posibles soluciones.
“Es muy positivo poner a los niños en situación de resolver un problema o de buscar posibles soluciones usando herramientas que adquirieron en su escolaridad, que sean ellos los verdaderos protagonistas trabajando en grupos. El no tener una única respuesta cierta es una gran ventaja que ayuda a que desarrollen la creatividad”, consideró Cecilia Weinert, directora del Colegio Norbridge de Mendoza.
La directora brindó un ejemplo concreto de cómo se aplica la metodología. El docente lleva al aula un caso vinculado a la seguridad vial. “Han ocurrido muchos accidentes de tránsito en los primeros meses de este año, los números son alarmantes. ¿Cómo se puede mejorar esta situación que nos afecta a todos?”, plantea.
El primer paso es un torbellino de ideas a partir de las preguntas que hace el docente: por qué sucede (posibles causas), si presenciaron algún accidente vial, si respetan las señales de tránsito. Luego sigue el visionado de un video y la lectura de una noticia, que da lugar a la discusión en pequeños grupos, a la detección de las causas y a la búsqueda de posibles soluciones. Todas esas propuestas que surgen se comparten con el resto de la clase y, otra vez, se habilita el intercambio de opiniones.
A este método de casos se le suma un componente lúdico, que ayuda a absorber conocimientos. El docente le da a cada alumno una señal vial para que todos los chicos que comparten la misma imagen se junten. Ahora deben buscar información en sus casas sobre lo que significa la señal y llevar para la próxima clase, si tienen, patines, monopatín o patineta. El profesor arma un circuito en el patio, con todas las señales, y los alumnos transitan respetando las indicaciones.
Ese es un ejemplo típico de la metodología en el aula, pero quizás el caso más extremo es el que llevan adelante dos alumnos, Valentina y Bruno, que se conocieron en sala de 3. Hoy tienen 17 años y viven en Estados Unidos. Cursan de forma virtual, modalidad homologada desde 2018 cuando, tras la gripe aviar, Norbridge se convirtió en pionero en educación a distancia en la Argentina, lo que después le allanó el camino durante la pandemia del Covid-19.
En la materia Business, ellos eligieron poner una concesionaria de autos usados. Bruno es hijo de un corredor, por lo que incorporó desde muy pequeño el amor por los autos. A Valentina siempre le gustaron los “fierros”, nunca se sintió cómoda con las muñecas. Al punto que empezó a cursar para ser piloto de avión a los 14 años y hoy está cerca de recibirse.
Con ayuda de adultos, de sus padres, de un mecánico y un contador, desarrollaron un negocio exitoso. Ellos cursan durante la mañana y la primera tarde y luego dedican su tiempo a la concesionaria, incluso llegan a destinar ocho horas los sábados, el día de mayor demanda. Cubren todas las tareas: la venta, la compra en subastas, el marketing, hasta el lavado y mantenimiento de los vehículos. En otras palabras, manejan la incertidumbre. Hacen y aprenden.