La crisis de la educación a nivel mundial preocupa a quienes conforman el sistema educativo, desde grandes organizaciones hasta los docentes que día a día conviven con los estudiantes. Los padres de familia también se ven conflictuados en la elección de la escuela que logre garantizar el progreso académico de los hijos, pero en múltiples ocasiones, los planes de estudios tienen deficiencias en el sector público que necesitan ser complementadas para formar un “adulto integral”.
Así fue como inició el camino de Elisa Guerra en la educación. Si bien fue un comienzo poco convencional, convertirse en “maestra por accidente” le permitió dar a sus hijos la educación escolar que consideraba que ellos necesitaban. Su hijo Leo, de tres años, fue su primer estudiante. Sin formación docente ni un grado universitario en ese momento, Elisa quería que sus hijos compartieran su amor por la lectura y la cultura. Esta motivación personal la llevó a enseñar a su primogénito a leer en casa.
Cuando fue momento de buscar una escuela para Leo, las escuelas locales en Aguascalientes no llenaban las expectativas de Elisa en términos de currículo y pedagogía, lo que terminó por impulsarla a tomar una decisión radical. “Supe que, si buscaba una educación diferente, tenía que fundar la escuela que quería para mis hijos. (...) Descubrir mi entusiasmo por la educación fue accidental, pero abrazar la profesión docente ya fue una decisión”, explica Guerra. Así nació el Colegio Valle de Filadelfia, una institución que en este 2024 celebró 20 años desde su fundación.
Nueva mirada a la educación temprana
El enfoque educativo de Elisa es el “Método Filadelfia”, inspirado por el libro de Glenn Doman Cómo enseñar a leer a su bebé, el cual cambió su perspectiva sobre el aprendizaje temprano, mostrando que los niños pueden y deben aprender a leer mucho antes de lo tradicionalmente esperado.
“Me bebí el libro en unos cuantos días e, intrigada, comencé a ponerlo en práctica”, dijo Elisa Guerra en entrevista con Infobae.
El método no se limitó a la lectura; pues también incluyen matemáticas, música, lenguas extranjeras y apreciación del arte y la exigencia física, pero siempre manteniendo un ambiente relajado y feliz. “Me parece que esa es la mirada casi perdida del aprendizaje: es una tragedia que tantas veces se considere una ‘obligación’ en lugar de una aventura”, reflexiona.
El “Método Filadelfia” adapta las ideas de Doman para la enseñanza temprana en el hogar, aplicándolas en centros escolares. La filosofía de este método es que todos los niños tienen un potencial enorme y una gran facilidad para aprender, y que el sistema educativo debe permitirles explorar y desarrollar ese potencial al máximo. Con el tiempo, la metodología también ha incorporado otras propuestas, como la educación para la ciudadanía global, la escritura creativa y el desarrollo socioemocional.
Diversos estilos de aprendizaje
El impacto del método en los estudiantes ha sido significativo, sobre todo porque los programas están estructurados para favorecer el desarrollo cerebral armónico y eficaz, con sesiones breves, entusiastas y frecuentes. Los niños no solo aprenden a leer, sino que también desarrollan una amplia gama de habilidades y conocimientos.
“Queríamos que nuestros niños fueran, antes que nada, buenos lectores, pero al mismo tiempo los vimos surgir como personas sensibles, con una visión del mundo crítica y abierta, y, sobre todo, con gusto y facilidad para seguir aprendiendo toda la vida”, explicó.
El método también se adapta a diferentes estilos de aprendizaje y necesidades educativas. Guerra dijo a Infobae que, además de la lectura, los niños aprenden sobre culturas del mundo, música, arte, pensamiento matemático y científico, idiomas extranjeros y responsabilidad ecológica. Incluso organizan un triatlón anual, fomentando el desarrollo físico sin competencia entre pares, sino con uno mismo.
Todo lo anterior es lo que permite a los estudiantes tener una formación integral que no deje nada fuera. Es decir, tienen las habilidades lectoras, así como las científico-matemáticas, sin descuidar las emociones y la salud mental, y una vez que esto se encuentra fortalecido, se inculca de forma natural la pasión por aprender y sobre todo las ganas de seguir adquiriendo conocimiento.
Crisis de alfabetización en Latinoamérica
A pesar de lo que ya se puede hacer en la escuela de Elisa Guerra, ella no es ajena a los desafíos globales de la educación, particularmente en Latinoamérica. La región enfrenta una crisis de alfabetización, con alarmantes porcentajes de niños que no entienden lo que leen. “
El mundo ha avanzado de manera importante hacia la cobertura educativa, pero se ha quedado muy corto en la calidad de esa educación”, señala. La Unesco y el Banco Mundial ya habían detectado esta “crisis global del aprendizaje” antes de la pandemia. En ese sentido, Elisa ha trabajado con la Unesco en la Comisión Internacional para los Futuros de la Educación, contribuyendo al reporte global Reimaginar Juntos Nuestros Futuros: Un nuevo contrato social para la educación, en el que se reflexiona sobre qué prácticas educativas deben mantenerse, cuáles deben abandonarse, así como aquellas que deben reformularse creativamente.
En dicho reporte se destacan cinco características de los sistemas educativos actuales que deben repensarse:
1. Lecciones individuales en grupo: Aunque los estudiantes reciben clases en grupo, el logro sigue siendo individual.
2. Fragmentación del conocimiento: Los currículos están organizados en materias aisladas, desvinculadas entre sí.
3. Aislamiento de los educadores: Los maestros trabajan al lado de otros, pero separados por muros físicos y conceptuales.
4. Configuración de las escuelas: La estructura física de las escuelas limita formas alternativas de enseñanza y aprendizaje.
5. Desconexión con la comunidad: Las escuelas separan a los niños de sus familias y comunidades, enseñándoles en una burbuja aislada
En el documento, y como parte de la conversación con Elisa Guerra, se enfatizó que, de trabajar en estos cinco puntos, se puede mejorar la educación desde
Uno de los problemas fundamentales es el inicio tardío y los métodos inadecuados para la enseñanza de la lectura. “Es en los primeros seis años de vida cuando el cerebro es más plástico y más sensible a los estímulos”, explica. Sin embargo, el sistema educativo tradicional comienza el proceso de aprendizaje de la lectura justo cuando esa plasticidad empieza a disminuir, y lo hace de manera mecánica y descontextualizada, convirtiendo la lectura en una experiencia estresante en lugar de placentera.
Equilibrio entre STEM y humanidades
Como consecuencia de que la globalidad está cada vez más dominada por la tecnología y la inteligencia artificial, la educación STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) ha cobrado gran relevancia en los últimos años. En ese sentido, Elisa Guerra reconoce la importancia de fomentar estas áreas, pero también aboga por un equilibrio con las humanidades para que así se encuentre un equilibrio entre ambas zonas del desarrollo.
Además, consideró que si todos los futuros profesionistas se especializan en áreas de STEM, otras carreras, como la docencia, las artes o la filosofía, quedarán desatendidas y no continuarían siendo exploradas. Por ello, recalcó que es importante que se siga invitando a seguir carreras humanistas.
También, subrayó que el desarrollo tecnológico plantea retos éticos y morales que deben ser abordados. “Además de ingenieros, necesitamos filósofos”, enfatizó, al explicar, que cuestiones como la programación de vehículos autónomos o la aplicación de inteligencia artificial requieren consideraciones éticas que van más allá de lo puramente técnico.
Mejorar la educación en México
En cuanto a la educación en México, Elisa es optimista pero realista. Si bien comentó que es posible mejorar, cuestionó la eficacia de las frecuentes reformas educativas, las cuales no tienen resultados concisos sobre el desempeño de los estudiantes. “En poco más de dos décadas hemos tenido cinco reformas educativas. Nunca habían sido tan frecuentes e infructuosas”, expuso.
Elisa Guerra finalizó hablando sobre la necesidad de una administración valiente y humilde, que reconozca la complejidad de la tarea educativa y que esté dispuesta a hacer renovaciones sostenibles y continuas, sin derrumbes innecesarios. “Cada vez que, como ahora, estamos en el umbral de un cambio, no puedo evitarlo: pienso en nuestros niños y me lleno de esperanza”, terminó.
El enfoque de quien antes de maestra, fue una madre preocupada por la educación de sus hijos, no se separa del potencial innato de los niños, la importancia de un aprendizaje temprano y estimulante, así como la necesidad de repensar nuestros sistemas educativos actuales, sobre todo en medio de una crisis de aprendizaje global.