¿Qué es la inteligencia narrativa y por qué atrapa a nuevos lectores?

Los datos sueltos sin emoción no son memorables, pero una anécdota bien contada puede detonar sensaciones que provocan que la mente despierte, se concentre y se comprometa con el relato

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El concepto de inteligencia narrativa pone el poder de la historia en el centro de lo que significa ser eficaz en todos los ámbitos de nuestra existencia. -(Imagen Ilustrativa Infobae)
El concepto de inteligencia narrativa pone el poder de la historia en el centro de lo que significa ser eficaz en todos los ámbitos de nuestra existencia. -(Imagen Ilustrativa Infobae)

“Somos las historias que contamos. Una mala historia podrá hundirnos y una buena, salvarnos”.

Hombres y mujeres contamos lo que somos a través del lenguaje, vamos sumando oraciones y pasos a nuestra historia en busca de transformaciones que garanticen nuestra presencia en este planeta. La historia humana, la odisea del hombre por dominar a la naturaleza o el camino de la civilización, son títulos con los que designamos la aventura que, como especie, emprendimos hace nada menos que cien mil años. En cada periodo de tiempo una huella de nuestro andar se cifra en nuestras formas de comunicación, desde la piedra Rosetta, el invento de la radio y televisión, hasta Netflix.

Contar historias es la forma más eficiente de educación, los datos sueltos sin emoción no son memorables, pero una anécdota con un protagonista que por seguir una aventura toma riesgos que cambian su realidad, detona en nosotros emociones que provocan que la mente despierte, se concentre y se comprometa con el relato. Con suerte, si el narrador es inteligente, la historia será inolvidable. Precisamente ese es el tema que abordaré en este artículo: la inteligencia narrativa. Sirve para cautivar al lector o escucha, pero el primer seducido debe ser el narrador que cada mañana construye su propia historia. Somos las historias que contamos. Una mala historia podrá hundirnos y una buena, salvarnos. Piensa, ¿Cuál ha sido la historia que te inspiró para seguir adelante en tiempos difíciles? Una pérdida de un ser querido, la pandemia. ¿Qué historia te contaste a ti mismo y contaste a tus alumnos para poder adaptar de modo heroico y veloz tu curso a una pantalla?

“El concepto de inteligencia narrativa pone el poder de la historia en el centro de lo que significa ser eficaz en todos los ámbitos de nuestra existencia, extendiéndose más allá de los conceptos de inteligencia intelectual y emocional”.

Cautivar con historias

Uno de mis contadores de historias favoritos es el historiador Yuval Noah Harari. Desde que leí su libro Sapiens, me cautivó el modo en que demuestra que las historias son lo que nos hace humanos. Somos capaces de crear inteligencia colectiva y para ello se requiere un marco, una forma de filiación, en pocas palabras, una narrativa. Nos unimos a partir de una religión, de un proyecto común, en fin, somos personajes en una historia mayor que llamamos familia, nación o empresa. Somos Homo narrare: vagamente traducido como «humano narrador». Es nuestra aptitud como narradores lo que distingue a nuestra especie, más definitivamente que nuestra capacidad de razonamiento o capacidad emocional. El historiador argumenta que nuestro predominio sobre las demás especies que habitamos el planeta se sustenta sobre nuestro talento para contar y agrupar sucesos en narrativa. Contar historias ha sido, desde que aprendimos a hablar, nuestra herramienta más poderosa. No hay construcción, empresa, guerra o gobierno que no comience por ser una historia.

En el 2020, sucedieron 7 mil 818 fallecimientos por suicidio en nuestro país, lo que representa 0.7 % del total de muertes en el año y una tasa de suicidio de 6.2 por cada 100 mil habitantes. El grupo que más padece de auto aflicción son los jóvenes entre 18 y 29 años. El suicidio es un problema de salud pública que consiste en la fractura de la historia familiar, una herida que queda por siempre (INEGI, 2021).

En Estados Unidos, una encuesta citada por Richard Stone y Scott Livengood en su libro Story Intelligence, sostiene que cuatro de cada 10 personas no descubren un propósito de vida satisfactorio, o que una cuarta parte no tiene un fuerte sentido de lo que hace que nuestra vida sea significativa. A esta capacidad se le llama Inteligencia narrativa en español y se abrevia como SQ (Stone y Livengood, 2021). La historia determina casi todo lo que percibimos, sentimos y hacemos conscientemente, cuando no tenemos claro nuestro sentido vital, somos incapaces de caminar hacia el futuro.

“Nos unen los recuerdos, los mitos, la historia nacional, nos unen mil y un relatos”.

Por su parte, Boris Cyrulnik, neurólogo y psiquiatra francés conocido como el padre de la Resiliencia (el talento no sólo de superar los momentos difíciles, sino de crecer gracias a ellos), afirma que dicha cualidad proviene de la capacidad de sublimar el dolor a partir de la creación artística. Y en su propio trabajo con víctimas, la narrativa es la herramienta principal.

Una mala historia podrá hundirnos y una buena, salvarnos de aprender. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Una mala historia podrá hundirnos y una buena, salvarnos de aprender. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Aumentar la inteligencia narrativa

Aumentar nuestra inteligencia narrativa o SQ es, en mi opinión, la competencia más importante que debemos desarrollar en este mundo actual. Los tiempos de crisis, lo sabemos por la propia narrativa, son los momentos clave donde la historia se reformula y cambia. Aquel que no sepa ser autor de su propia historia perderá el sentido.

La SQ tiene mucho que ver con la Inteligencia Emocional (EQ), un concepto que Daniel Goleman popularizó por primera vez hace casi treinta años. Estar en contacto con nuestras emociones es el primer paso, pero el segundo consiste en ordenar hechos, sucesos y experiencias, para posteriormente darles un significado así que la inteligencia narrativa se resume en la ecuación: SQ (Inteligencia Narrativa) = EQ (Inteligencia Emocional) + IQ (coeficiente intelectual).

El concepto de inteligencia narrativa pone el poder de la historia en el centro de lo que significa ser eficaz en todos los ámbitos de nuestra existencia, extendiéndose más allá de los conceptos de inteligencia intelectual y emocional. No es suficiente percibir, comprender, usar y manejar nuestras emociones. Nuestra capacidad para funcionar con eficacia en el siglo XXI depende de que dominemos esta característica innata para poder reconstruir la historia ante un mundo cambiante. Estar abiertos a desaprender y reaprender a medida que la tecnología y las condiciones de habitabilidad cambian en el planeta, es por ello que la propia Unesco presupone que los seres humanos en el siglo XXI somos permanentemente aprendices. Nuevos saberes amplían nuestro mundo y ante ello, debemos reformular la propia historia. Como profesores somos la prueba viviente de que nuestra historia es abierta y cambia con velocidad.

“El futuro nos presenta miles de episodios sin estrenar, pero nuestra mente narrativa los ensaya para elegir, en ese atentado previo ¿cuál será la ruta más conveniente?”.

Los autores de Story intelligence señalan siete poderes o talentos que se derivan de la narrativa y que desarrollan la inteligencia narrativa. Trataré de contar una historia para ejemplificar algunas de estas capacidades.

1. La capacidad de transportar

Sofía entra a una sala de cine, ha seguido la trama de un hombre encantador que enamora a una principessa, comienza a amar a los personajes. Ellos se casan y tienen un hijo, Sofía se olvida por un momento de su vida. Sufre cuando los protagonistas han sido separados, es la época de la Segunda Guerra Mundial y ellos son judíos. La madre es llevada a un campo de concentración. Sofía llora porque siente el dolor de la separación de la familia. Llora distinta a cuando lloró la muerte de su abuela (algo en su mente sabe que hay cierta distancia entre esa historia y su vida personal, pero de que le duele, es evidente). El padre y el niño van a un campo de concentración distinto y con una entereza singular el padre tiene el arrojo de traducir las terribles instrucciones del celador de un modo lúdico para que su hijo no sufra. Guido inventa un juego, una especie de cuento para que su hijo pueda sobrevivir esa horrible prisión. Seguro adivinan que hablo de La vida es Bella. Sofía sale de la sala tras haber sido cómplice de Guido y aunque las luces se prenden ella seguirá pensando en el ingenio y el valor de Guido. ¿Crees que esta historia ayude a su propia vida? No sólo fue transportada a otro tiempo sino también a otra realidad. Seguro encontrará el modo de usar esas herramientas cuando la adversidad toque su puerta.

2. La capacidad de comunicar

Hubo una vez un niño llamado Hans que creció en el seno de una familia muy pobre, su madre prostituía a su hermana para tener ingresos. Para soportar el mundo real el niño contaba cuentos, imaginaba la pobreza de una vendedora de cerillos o el deseo de una sirena enamorada; pero su mejor historia habla de un pato que se transformó en un cisne. Su capacidad de comunicarse le dio esperanza y oficio. El neurólogo Cyrulnik nos cuenta cómo el autor danés pudo superar la orfandad gracias a su capacidad de comunicar su dolor en sus cuentos infantiles. Cyrulnik nos habla de un camino del relato: nuestras emociones ante lo vivido comienzan por manifestarse como síntomas en el cuerpo, a ello le llama el “especialista pre-relato”, una comunicación personal perceptiva, luego se articula a partir de la consciencia, en ideas sin orden que comienzan a gestar un relato íntimo. Más adelante ese relato encuentra palabras y se comparte con alguien, un amigo, un terapeuta, etc., y finalmente el relato puede convertirse en un objeto tecnológico.

Pensemos en un relato amoroso o de aversión. Conozco a alguien y cada que lo veo siento mariposas en el estómago; conozco a alguien, pero su actitud no me gusta y siento miedo. El cuerpo comienza a contarnos, como hormigas que buscan refugio, las emociones se concentran en ideas, y tenemos el relato solitario, me cuento que estoy enamorado o que corro peligro. Entonces surgen las palabras que buscan ser puestas en común para ser validadas, debo contarlo a alguien, tengo un relato en común. Si la historia crece en mí, escribo, pinto, hago una película y transformo en narrativa un suceso que se vuelve colectivo y un artefacto tecnológico. Ya no es sólo mío, pensemos en una obra de arte, una novela o una pintura representan una época, una nación, etc. Si no nos comunicamos no existimos y lo hacemos para subsistir, para transmitir, para sobrevivir.

3. Para habilitar el aprendizaje

En este punto todos ustedes son expertos. ¿Me pueden contar una historia que hayan usado para suscitar el aprendizaje? Para mí la historia más singular y que guardo en la memoria fue cómo comprendí a partir de la serie Cosmos la evolución de las especies. La narrativa de un ser acuático que transita hasta convertirse en humano ha sido parodiado hasta por los Simpsons lo que prueba la fuerza narrativa de esa microhistoria que junto con el concepto de año cósmico lograron hacer accesible temas complicados para la mente infantil. Recuerdo igualmente toda la ciencia que mis hijas aprendieron a partir de la historia de un científico loco, una rata gigante y su asistente. El mundo de Beakman llenó sus mentes de narrativa y experimentos que nos hacían compartir juntas la grandeza de la naturaleza.

Cada vez que conozco un nuevo país me encanta que me sea contado por un buen guía, al andar literalmente entre calles repletas de historias que un buen narrador hace entrañables. Por ejemplo, la singular presencia de Hércules por España que obedece a que Alfonso X, el sabio, quería vincular la historia de su nación con la del héroe griego, así las columnas de la bandera representan la separación entre el sur de España y el norte de África para llegar más fácilmente a Cádiz, donde tenía un trabajito pendiente. La curiosidad me llevó a buscar todas las referencias del héroe por esa tierra, lo que me ayudó a adentrarme por su historia y geografía, lo más importante es que guardo esas fábulas con cariño inolvidable.

4. Para crear significado

En una playa hace dos años me dieron una noticia fatídica: mi sobrino de 16 años se había quitado la vida. Un año después, en la misma playa y casi en la misma fecha, mi hermana, su madre, no supo recontar la historia sin él y decidió quitarse la vida también. A dos meses de la pandemia mi hermano enfermó gravemente y decidió ir tras ellos. Desde entonces comencé a escribir sus historias buscando dar sentido. Hoy sé que poder contarlo, ponerle palabras, sacar de mí el dolor y compartirlo, me ayuda a seguir adelante, a darle un significado a su presencia en mi vida y a su ausencia súbita, para amar aún más la vida. Para encontrar mi posición en esos relatos y poder continuar con el mío.

5. Para transformar

Creo que podemos usar todas las historias anteriores para notar que vivir es un verbo y que todo protagonista que se enfrenta a la adversidad se transforma para bien o para mal, pero nunca es el mismo, así que una historia que puede ser inspiradora puede conducir o dar pautas para el camino.

6. Para unir

A la pregunta tan filosófica de ¿Quiénes somos? podemos dar mil respuestas, pero quizás la más certera es aquella que nos ubica en contexto con los demás, soy el hijo de, la madre de, la maestra de, somos una historia conjugada con mil otras. Un tejido en el que somos la punta de un tapiz mayor unidos por nuestra historia. Como lo sabían las parcas o grayas que sacaban de la rueca un hilo que representaba la vida de un ser humano pero que en un punto se anudaba a otro y así se tejió la humanidad como en el cuadro de Remedios Varo “Bordando el manto terrestre”. Nos unen los recuerdos, los mitos, la historia nacional, nos unen mil y un relatos.

7. Para visualizar posibilidades

Pensar el futuro es la recuperación de una paleta de recuerdos que nos sirven para crear un prototipo. Es decir, antes de acometer una aventura, el protagonista que somos sueña, imagina. ¿Qué haré cuando sea mayor? ¿Cómo será mi vida en pareja? ¿De qué me gustaría trabajar? El futuro nos presenta miles de episodios sin estrenar, pero nuestra mente narrativa los ensaya para elegir, en ese atentado previo, cuál será la ruta más conveniente. Así estos seres deseantes que somos nos contamos y elegimos, pero gran parte de nuestro día tomamos un viaje hacia alguna posibilidad que a veces habrá de ser y otras se esfumarán en un cuento privado que tal vez sirva de inspiración.

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