La ansiedad y el estrés son fenómenos que hoy en día están presentes de forma cotidiana en la sociedad desde edades muy tempranas. Es común platicar con alguien y escuchar que tiene mucho estrés o que se siente demasiado ansioso sobre algún tema. Si bien, ambos son respuestas naturales a estímulos que nos hacen sentir amenazados o en peligro, pero hay un punto en que si estos se normalizan en realidad podemos de estar hablando de un problema mayor.
Al enfrentar una situación nueva como conocer un nuevo lugar, iniciar un trabajo o socializar con personas desconocidas, la ansiedad se convierte en el indicador que nos alerta sobre riesgos potenciales. Sin embargo, en los últimos años, la confusión en torno a este término y su incorrecto uso se han vuelto cada vez más frecuentes. De acuerdo con la Secretaría de Salud, la ansiedad se define como un estado emocional en el que se presentan cambios somáticos -cuando una persona expresa tener un síntoma que en realidad no tiene- y psíquicos.
La ansiedad se considera patológica cuando se presenta de manera excesiva y su duración es prolongada, lo que genera disfuncionalidad en la persona que lo padece. Para controlar este problema, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha publicado algunas recomendaciones y estrategias para controlar los niveles de ansiedad en el cuerpo.
¿Qué tipos de ansiedad existen?
Las personas con trastornos de ansiedad pueden experimentar temores excesivos ante ciertas situaciones, como crisis de angustia o eventos sociales, así como ante una amplia variedad de situaciones cotidianas en el caso del trastorno de ansiedad generalizada. Generalmente, estos síntomas persisten durante varios meses y las personas afectadas tienden a evitar las situaciones que generan ansiedad.
Entre los principales síntomas de los trastornos de ansiedad se encuentran dificultad para concentrarse, irritabilidad, tensión, náuseas, palpitaciones, sudoración, temblores, trastornos del sueño y una sensación constante de peligro o pánico. Además, estas condiciones aumentan los riesgos de depresión, consumo de drogas y pensamientos suicidas.
Existen diversos tipos de trastornos de ansiedad, los cuales son los siguientes:
- Trastorno de ansiedad generalizada (preocupación persistente y excesiva por las actividades o eventos cotidianos)
- Trastorno de angustia (crisis de angustia y miedo a que sigan produciéndose)
- Trastorno de ansiedad social (altos niveles de miedo y preocupación por situaciones sociales en las que la persona puede sentirse humillada, avergonzada o rechazada)
- Agorafobia (miedo excesivo, preocupación y evitación de situaciones que pueden hacer a alguien entrar en pánico o sentirse atrapado, indefenso o avergonzado)
- Trastorno de ansiedad por separación (miedo o preocupación excesivos por estar separado de las personas con las que se tiene un vínculo emocional estrecho)
- Determinadas fobias (miedos intensos e irracionales a objetos o situaciones concretos que llevan a conductas de evitación y angustia considerable)
- Mutismo selectivo (incapacidad constante para hablar en ciertas situaciones sociales, a pesar de la capacidad de hablar cómodamente en otros entornos; algo que afecta principalmente a los niños).
Los trastornos de ansiedad no solo afectan la calidad de vida de quienes los padecen, sino que también impulsan la evitación de situaciones potencialmente desencadenantes, contribuyendo así al aislamiento social y a la menor participación en actividades cotidianas.
Técnicas para controlar la ansiedad
De acuerdo con el artículo de la UNAM titulado Ansiedad: causas, síntomas y estrategias de enfrentamiento, aunque cada persona tiene su propia forma de afrontar la ansiedad, hay cuatro puntos importantes que pueden ser útiles de manera general:
- Permitirse sentir ansiedad: es esencial no reprimir lo que se está sintiendo, ya que esto puede alterar nuestro funcionamiento normal.
- Afrontar la situación: es crucial asumir la responsabilidad que nos corresponde. Ser responsable de uno mismo implica tener mayor control sobre nuestras acciones y emociones.
- Buscar ayuda profesional: siempre habrá situaciones que nos sobrepasen, y en esos casos requerimos de la visión imparcial y objetiva que un experto en salud mental puede brindar sobre una determinada situación.
- Profundizar en las raíces del conflicto: es vital reflexionar sobre las causas que están generando la ansiedad.
Además, otros de los “trucos” que funcionan para relajar el cuerpo y salir del estado de ansiedad y estrés a largo plazo, es decir, adoptarlos como un estilo de vida son ejercicios de relajación (respiraciones, yoga, meditación) y mindfulness, practicar ejercicio físico regular, cuidar la alimentación y dormir bien. Estos consejos se deben convertir en hábitos para el resto de la vida, así como saber poner límites, saber pedir ayuda, así como aprender a identificar los pensamientos negativos y cuestionarlos.
Si bien existen ejercicios para controlarla hasta cierto punto, siempre será necesario consultar a un especialista con el fin de manejar adecuadamente esta emoción y evitar sentirse abrumado.