En un mundo en constante cambio y evolución, la curiosidad es una de las herramientas más valiosas para el desarrollo personal y colectivo. Aunque los seres humanos tengamos por naturaleza esta habilidad, es importante trabajar en ella y no perderla con el paso de los años, pues por mucho tiempo se pensó que está limitada solo a la niñez o a la juventud.
Teresa Viejo, periodista, escritora y divulgadora española, habló con Infobae sobre el papel vital que juega la curiosidad para el desarrollo pleno de una persona. En la conversación, recalcó que no solo es una cuestión de preguntarse algo que no se conoce, sino que abarca desde la neurociencia hasta el impacto de la tecnología en nuestras vidas.
La vitalidad de la curiosidad
Para Teresa Viejo, la curiosidad es un motor esencial en la existencia humana, por lo que no debe limitarse o encasillarse a una etapa de la vida.“Es importante en la literalidad del avance y del desarrollo del individuo y de la propia sociedad,” afirmó.
Teresa Viejo argumentó que la curiosidad nos permite transformar cada incertidumbre y situación nueva en una oportunidad de aprendizaje, en lugar de verlas como obstáculos. A través de la curiosidad es que tenemos la posibilidad de convertir las experiencias en conocimiento, lo que al mismo tiempo ayuda a trabajar la resiliencia y la tolerancia a la frustración, pues si nos encontramos con un problema mayor, existirán las ganas de descubrir cuál es el camino correcto.
Esto no solo es crucial para los niños, cuya capacidad de aprender se dispara cuando su curiosidad es estimulada, sino también para los adultos, para quienes la curiosidad puede ser una herramienta poderosa para frenar el deterioro cognitivo.
Desde una perspectiva seudocientífica, la especialista subrayó que la curiosidad es una forma de cuidar nuestro cerebro. “Desde la propia medicina, es algo que deberían recomendar los médicos en la medida en la que nos puede ayudar a frenar el deterioro cognitivo,” insistió. Esta idea de la curiosidad como un protector cerebral destaca su importancia no solo en la educación y el desarrollo personal, sino también en la salud mental y el bienestar a largo plazo.
Una habilidad para el resto de la vida
La curiosidad es innata en los niños, pero ¿qué sucede cuando esta no es estimulada adecuadamente en el entorno escolar o familiar? Viejo reconoce que, aunque la curiosidad está presente en todos desde una edad temprana, el sistema educativo y las estructuras familiares a menudo no la cultivan como deberían. “El sistema educativo adolece en general de una pérdida del estímulo de la curiosidad,” explica.
La especialista española -que estuvo en México para participar en congresos y talleres sobre perspectiva de género y creatividad en las empresas- criticó el enfoque tradicional del sistema educativo que se centra en el aprendizaje reglado y la memorización, en lugar de un aprendizaje más experiencial y experimental. Este enfoque, según refirió, limita la capacidad de los niños para explorar y aprender de manera significativa. Este cambio es esencial para mantener viva la curiosidad innata en los niños y permitirles desarrollarla a lo largo de sus vidas. Además, al trabajar con ellos la curiosidad, tienen más oportunidades de crecimiento personal y profesional.
Uno de los mitos que Viejo quiere desmentir es la idea de que la curiosidad se pierde irremediablemente en la edad adulta. “Es una falacia,” afirma rotundamente. “La curiosidad se puede activar en cualquier momento de la vida.” Esto es especialmente relevante en el ámbito profesional, donde la curiosidad puede mejorar el desempeño y la satisfacción laboral.
Viejo relata su experiencia trabajando con empresas, donde a menudo se encuentra con la creencia de que los trabajadores mayores ya no pueden reactivar su curiosidad. Sin embargo, ella ha demostrado lo contrario a través de diversas investigaciones y proyectos. “Cuando ese adulto ha entendido la importancia que tiene la curiosidad para el desempeño profesional... adopta otra postura,” explica. Este cambio de perspectiva no solo beneficia a los individuos, sino que también puede tener un impacto positivo en las dinámicas laborales y en la innovación dentro de las empresas.
La curiosidad dentro del sistema educativo
Para Teresa Viejo, no basta con reconocer la importancia de la curiosidad, sino que es crucial integrarla de manera efectiva en el sistema educativo. Ella aboga por una educación que no solo tolere, sino que fomente activamente la curiosidad en todas sus formas. “Se puede y se debe integrar en cualquier aspecto del modelo educativo,” enfatiza.
Viejo explicó en la plática con Infobae que existen diferentes dimensiones de la curiosidad, como la epistémica (deseo de aprender de todo) y la social (interés en conocer y entender a otras personas), que deben ser estimuladas desde la infancia. “Hay un tipo de curiosidad que se detecta muy bien en aquellas personas que quieren aprender de todo,” dice, subrayando que estas dimensiones pueden ser cultivadas a través de métodos como la gamificación y el aprendizaje basado en proyectos.
Si bien reconoció que la curiosidad no es la única habilidad esencial para el siglo XXI, sí destacó que es la base fundamental sobre la cual se construyen muchas otras. Según el Foro Económico Mundial, las habilidades más demandadas en el ámbito profesional incluyen el pensamiento creativo, la flexibilidad, la resiliencia y la empatía, todas ellas derivadas o potenciadas por la curiosidad.
“El pensamiento creativo está ligado a la curiosidad,” dice Viejo, señalando que la capacidad de enfrentar problemas y buscar soluciones innovadoras es crucial en el mundo laboral moderno. Además, la curiosidad también facilita la flexibilidad ante los cambios, la capacidad de trabajar en equipo y la conexión genuina con otras personas. Estas habilidades no solo mejoran el desempeño profesional, sino que también enriquecen la vida personal y las relaciones interpersonales.
La tecnología no mata la curiosidad, la impulsa
En cuanto al impacto de la tecnología y el internet en la curiosidad, Teresa Viejo habló desde una postura crítica pero equilibrada. “Mi primera reacción es la de observarlo con bastante distancia, incluso con cierto juicio crítico,” confiesa. Aunque reconoció que la tecnología puede ofrecer herramientas valiosas, también advierte sobre los problemas que pueden producirse si no se maneja de forma ética y responsable. En ese sentido, habló sobre que se podría crear una brecha social cada vez mayor de no manejar de forma adecuada la tecnología, por lo que comentó como necesario el asegurar que todos, independientemente de su edad o lugar de residencia, tengan acceso y capacidad para usar las nuevas tecnologías.
Además, Viejo enfatiza la necesidad de una mirada ética en el desarrollo y uso de la inteligencia artificial. “Todo lo que hagamos tiene que estar guiado por la ética humana,” afirma, sugiriendo que debemos escuchar a filósofos, investigadores del comportamiento humano y otros expertos que puedan ofrecer una perspectiva equilibrada y bien fundamentada sobre el futuro de la tecnología y su impacto en la curiosidad y el desarrollo humano.
A lo largo de la entrevista, Teresa Viejo dejó claro que la curiosidad es una fortaleza indispensable para el desarrollo individual y colectivo. Desde la neurociencia hasta el sistema educativo, pasando por el ámbito profesional y el impacto de la tecnología, la curiosidad emerge como un elemento clave para una vida plena y significativa. Es esencial, según Viejo, que todos los niveles de la sociedad, desde las instituciones educativas hasta las empresas y las familias, trabajen juntos para fomentar y mantener viva la curiosidad. Solo así podremos enfrentar los desafíos del siglo XXI con creatividad, flexibilidad y una comprensión profunda de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
Teresa Viejo finalizó la conversación recalcando que “cuando activamos la curiosidad y está muy viva, todo lo demás fluye y encaja”.