La deserción académica es un problema crónico en los contextos educativos de América Latina. Según la OCDE, Guatemala, El Salvador y Panamá son los países con mayor deserción escolar en la región, mientras que cifras del Banco Mundial dan cuenta de que en el año 2020 la deserción escolar en América Latina aumentó al 15% entre alumnos de 6 a 17 años, un incremento que seguramente se dio en gran medida por el impacto de la pandemia.
En esta misma línea, la Unicef estima que 2 de cada 10 mujeres que deberían estar en la secundaria, ni estudian, ni trabajan, ni se capacitan, esto en comparación con el 12% de los hombres que están en ese mismo rango de edad, lo cual subraya una brecha de género en el campo educativo del mundo.
Es pertinente resaltar que la deserción escolar trae consigo un impacto negativo para el desarrollo de las personas, no solo afecta su economía personal y la de su familia sino que también trae repercusiones en el desarrollo de la sociedad en general. Las personas que abandonan sus estudios tienden a ser menos productivas, tienen menos acceso a servicios de salud y una alimentación menos sana, factores que también influyen en su salud mental. Además, la procrastinación académica, definida como la demora irracional para completar tareas escolares, está asociada con el bajo rendimiento académico y el aumento de la probabilidad de deserción en todos los niveles educativos. Se estima que entre el 80% y el 95% de los estudiantes de secundaria procrastinan en alguna medida, lo que afecta negativamente sus resultados académicos.
Bajo este panorama, un reciente estudio titulado “Frecuencia y motivos para procrastinar: impacto del curso, género, autorregulación y autoeficacia” liderado por Erika Andrea Malpica-Chavarria y Angélica Garzón Umerenkova de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz de Colombia, evidencia los motivos y la frecuencia de la procrastinación académica en estudiantes de secundaria. A partir del análisis de los datos obtenidos de 451 alumnos, se detallaron diferencias significativas basadas en el curso, el género, los niveles de autorregulación y autoeficacia.
¿Qué es la procrastinación académica?
Esta situación se define como la demora deliberada e irracional para completar tareas escolares, y se asocia con problemas de bajo rendimiento, conflictos familiares y salud. “La procrastinación incrementa significativamente en los grupos de menor autoeficacia y autorregulación”, señalan las autoras del estudio. En este contexto, entienden por autoeficacia la creencia en la capacidad para realizar tareas específicas y, por autorregulación, la habilidad para planificar y gestionar adecuadamente la conducta de manera flexible.
En el desarrollo de la investigación, uno de los hallazgos más relevantes es que los motivos más frecuentes para procrastinar son el perfeccionismo, la ansiedad a la evaluación y la búsqueda de entusiasmo. Según el reporte, “el motivo de búsqueda de entusiasmo es más frecuente en hombres”, mientras que el motivo de falta de energía y autocontrol incrementa en los cursos superiores.
El estudio también encontró que la falta de energía y autocontrol aumenta en los cursos superiores, lo que podría estar relacionado con el mayor volumen y dificultad de tareas a medida que los estudiantes avanzan en su educación. Por otro lado, la falta de confianza y ansiedad ante la evaluación son motivos que se encontraron ser más frecuentes en hombres de sexto grado y mujeres de noveno y décimo.
En el análisis por género, aunque no se encontraron diferencias significativas en la mayoría de los factores, sí se evidenció que “el factor búsqueda de entusiasmo es significativamente superior en los hombres que en las mujeres”, según el estudio. Este factor incluye ítems relacionados con la rebeldía y la percepción de tener una tarea emocionante más cerca del límite de tiempo.
Por otro lado, el efecto de la interacción entre curso y género mostró que los motivos de poca confianza y ansiedad a la evaluación son más comunes en hombres de sexto curso y en mujeres de noveno y décimo. Esta dinámica sugiere que distintas estrategias para abordar la procrastinación pueden ser necesarias según el curso y el género del alumno.
En conclusión, la procrastinación académica es un problema frecuente que puede tener impactos negativos significativos en la salud, el rendimiento académico y el futuro de los estudiantes. Esta conducta no solo incide en su vida académica, sino que también puede traer consecuencias a largo plazo en su economía, salud y bienestar general. Por ello, es crucial implementar estrategias para combatir esta tendencia y promover hábitos más saludables y productivos en los estudiantes.
Para prevenir la procrastinación académica, Angélica Garzón Umerenkova, de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz señala como fundamental que tanto estudiantes, padres y profesores adopten ciertas medidas. Establecer rutinas y objetivos claros ayuda a mantener la motivación. Controlar las creencias irracionales y fomentar una autoconfianza saludable también son claves para reducir la procrastinación. La participación activa de los padres, el apoyo emocional por parte de tutores y orientadores, y los recordatorios y simulacros por parte de los profesores son estrategias efectivas. Estas medidas en conjunto pueden crear un entorno propicio para que los estudiantes desarrollen hábitos de estudio más eficientes y saludables, mejorando su rendimiento académico y bienestar general.