La necesidad de fortalecer la alfabetización en Argentina es uno de los pocos puntos de acuerdo entre todas las provincias y la Nación. El pasado 28 de mayo los ministerios de Educación de todas las jurisdicciones y la Secretaría de Educación aprobaron el Compromiso Federal por la Alfabetización, que incluye 24 planes de alfabetización provinciales basados en lineamientos nacionales. En ese documento, los ministros de Educación de todo el país coinciden en un diagnóstico: “La alfabetización es el problema más acuciante de la educación en Argentina”.
La mejora de la alfabetización había sido anunciada como una de las principales prioridades de la actual gestión educativa nacional, así como del Consejo Federal de Educación (CFE), que reúne a los ministros de Educación de las 24 jurisdicciones. La resolución N° 471/24, acordada por unanimidad en el CFE, incluye los lineamientos del plan nacional y también los planes elaborados por los equipos de cada provincia, en un proceso que involucró diálogos bilaterales con la Nación y entre jurisdicciones. Pese a la centralidad del problema, desde la Secretaría explicaron que la última vez que Argentina tuvo un Plan Nacional de Alfabetización fue en los 80, durante la presidencia de Raúl Alfonsín.
La Secretaría de Educación y los ministerios provinciales vienen trabajando sobre tema desde principio de año; en algún momento incluso se especuló con la posibilidad de que la alfabetización fuera incluida entre las prioridades del fallido Pacto de Mayo. Dentro de la cartera liderada por Carlos Torrendell se creó una Unidad de Alfabetización, orientada a acompañar la implementación de los planes jurisdiccionales y el nacional. La dirección está a cargo de Paula Campos, creadora de la propuesta de alfabetización Mateo.
En cuanto a la implementación, la Nación firmará convenios con cada provincia para definir responsabilidades, incluyendo lo referido a financiamiento, evaluación y cumplimiento de los objetivos. También está previsto que haya instancias de intercambio entre las provincias, como “ateneos interjurisdiccionales” para aprender de las buenas prácticas.
1. Una prioridad con amplio consenso
“Frente a la dispersión de la educación contemporánea, es necesario focalizar esfuerzos y definir prioridades claras. Hay un consenso transpartidario y transideológico en torno a la prioridad de la alfabetización, que se fue construyendo previamente y que nosotros pudimos activar. Cada provincia tiene su plan enhebrado dentro de un marco nacional”, explicó Torrendell.
Los planes provinciales fueron elaborados con objetivos y ejes comunes, y detallan las acciones que se realizarán en 2024 para mejorar los indicadores de alfabetización. Desde la Secretaría de Educación destacaron en un comunicado el proceso de trabajo para la elaboración de los planes, con un “formato colaborativo y de construcción de redes, innovador en este tipo de políticas”.
En los fundamentos de la resolución, que lleva la firma del secretario Torrendell y del secretario del CFE, José Thomas (exministro de Educación de Mendoza), se pone en valor la construcción consensuada de la política de alfabetización y se subraya que el Consejo Federal “afirma la unánime voluntad de construir sobre lo construido a lo largo de estos años, en aras de concretar las metas y desafíos pendientes”, en un tono bastante diferente del que predomina en otras áreas del Gobierno nacional. También se pondera allí la “construcción colectiva de consensos” para garantizar que las líneas de acción tengan un “verdadero sentido federal”.
Si bien algunas provincias como Mendoza vienen trabajando sobre este tema desde hace años, la prioridad de la alfabetización se instaló con fuerza en la agenda educativa nacional el año pasado, durante la campaña electoral. En ese contexto, el presidente Javier Milei había adherido al “Compromiso por la Alfabetización”, una iniciativa impulsada por Argentinos por la Educación y otras 150 ONG en el marco de la Campaña Nacional por la Alfabetización.
En 2023 Milei se comprometió a impulsar una política nacional de alfabetización inicial, a brindar apoyo técnico a las provincias y transferirles los recursos necesarios y a implementar pruebas Aprender en tercer grado. Esos puntos están recogidos ahora en el Plan Nacional de Alfabetización. Además, 17 de los 24 gobernadores firmaron ese compromiso público para darle prioridad a la alfabetización.
2. El financiamiento, un punto clave
El Plan Nacional de Alfabetización se propone “lograr que todos los estudiantes de la República Argentina puedan leer, comprender y producir textos”. De modo más específico, apunta a tres objetivos centrales: 1) garantizar el desarrollo de los niveles de lectura y escritura apropiados para los estudiantes de tercer grado; 2) garantizar oportunidades equitativas de alfabetización como motor para la aceleración de aprendizajes en los estudiantes de cuarto grado en adelante; 3) desarrollar dispositivos de seguimiento y evaluación que permitan mejorar la calidad y equidad de la educación.
La aprobación del Compromiso Federal se había pospuesto a último momento por resquemores de las provincias sobre el financiamiento de los planes. La resolución acordada finalmente por el CFE explicita que “la Secretaría de Educación asume el compromiso de financiar las líneas de acción” mencionadas en el plan nacional. Fuentes de la Secretaría aseguraron que el presupuesto para la política de alfabetización está garantizado y surgirá de los fondos que no se usaron para la compra de 14 millones de libros, según lo preveía el programa Libros para Aprender, dado de baja este año.
En el Compromiso Federal que firmaron todos los ministros, la Secretaría de Educación se compromete a retomar la entrega de libros, junto con el financiamiento de la evaluación (que incluye la prueba Aprender de tercer grado y el avance del SInIDE), la ampliación del programa “Hora más” de extensión de la jornada escolar y la formación docente.
3. Un compromiso comunitario y transversal
El plan nacional tiene 6 ejes. El primero plantea que la alfabetización sea un “compromiso de alcance comunitario” que involucre a familias, municipios, organizaciones de la sociedad civil, líderes comunitarios y medios de comunicación, entre otros actores. En este punto se propone “involucrar a los actores del sector público, privado y de la sociedad civil, especialmente organizaciones referentes en alfabetización” para promover una “sociedad lectora”.
El segundo eje pone el foco en los primeros años de escolaridad, de 0 a 8 años: una franja etaria que representa “una ventana de oportunidades esenciales para el desarrollo integral y el ejercicio pleno de las potencialidades individuales”. En línea con la necesidad de focalizar esfuerzos, este eje propone “avanzar hacia una escuela primaria que favorezca el sostenimiento de un proyecto formativo centrado en la alfabetización”.
Dentro de este eje se plantean varias prioridades: entre ellas, reducir las brechas de aprendizaje por nivel socioeconómico (evidentes, por ejemplo, en los resultados de Aprender 2023), ampliar el acceso y afianzar la calidad de las propuestas educativas en el nivel inicial, fortalecer la articulación entre el nivel inicial y la escuela primaria, y aplicar “acciones de detección temprana para la aceleración de los aprendizajes”. En esta línea, se enfatiza que la extensión de la jornada escolar –impulsada en el programa “Hora más” que comenzó en 2022– tendrá foco en la lectura, la escritura y la expresión oral.
El tercer eje alude a la “transversalidad” de la alfabetización como eje vertebrador de todos los demás aprendizajes, partiendo de la premisa de que “no es un proceso que comienza y culmina en un momento específico, sino que se consolida de forma gradual y continua”. Por eso, se plantea que la prioridad de la alfabetización debe trascender la materia de Lengua: “Es objetivo de todos los campos del saber garantizar el ingreso y la contribución de los estudiantes al mundo del conocimiento”.
El plan nacional anticipa que, en conjunto con las provincias, se retomará la producción, impresión y distribución de libros para los estudiantes y de materiales con orientaciones para directores, docentes y familias, “con el propósito de intensificar la enseñanza de la lectura, la escritura y la oralidad”. La prioridad para la distribución de estos materiales estará en cuarto grado.
4. Formación, recursos y evaluación
El cuarto eje es la formación docente. Para la formación inicial, se define garantizar que “los egresados de los profesorados para nivel inicial y para nivel primario cuenten con los conocimientos irrenunciables para la enseñanza de la lengua escrita”. Con respecto a la formación continua, se plantea recurrir a “experiencias de alfabetización que han demostrado mejorar el desempeño”.
También hay un eje centrado en el acceso a recursos educativos de calidad, en el que se plantea que la Secretaría de Educación “debe proveer textos escolares y otros recursos pedagógicos” físicos y digitales a las escuelas y estudiantes. También se destaca el rol de las bibliotecas escolares.
El último eje se refiere al monitoreo y evaluación de la política de alfabetización. Al final de cada año, los planes serán evaluados y reformulados en el CFE. Dentro de esta línea se plantea el fortalecimiento del Sistema Integral de Información Digital Educativa (SInIDE) y los sistemas de gestión escolar para contar con “información oportuna” sobre el nivel de aprendizaje de cada estudiante y así poder planificar estrategias de enseñanza y acompañamiento acordes.
Como parte del monitoreo, desde la Secretaría de Educación anunciaron que este año tomarán una prueba Aprender en tercer grado. Será en noviembre –se suma a la prueba censal prevista en octubre para secundaria– y se aplicará sobre una muestra será representativa a nivel nacional, jurisdiccional, por ámbito y sector de gestión, con foco exclusivo en Lengua. El objetivo será tener un diagnóstico sobre el nivel de comprensión lectora de los alumnos al terminar el primer ciclo de primaria.
Según anticiparon desde la Secretaría de Educación, la prueba será bienal y se dividirá en dos bloques: uno enfocado en la “decodificación” de palabras y oraciones, y otro de comprensión lectora, siguiendo un marco propuesto por la Unesco. Desde la Secretaría de Educación afirmaron que será comparable con pruebas anteriores (la última vez que se evaluó tercer grado fue en Aprender 2016) y que los resultados se publicarán en abril de 2025.
5. Los planes provinciales
Los planes de las 24 jurisdicciones buscan garantizar que los estudiantes puedan leer, comprender y producir textos en el primer ciclo de la primaria. A la vez, varios de ellos resaltan la importancia de la “contextualización territorial”, es decir, de adaptar las propuestas a las particularidades y desafíos específicos de cada provincia y cada escuela. Si bien los objetivos son compartidos, hay diferencias en los mecanismos previstos de implementación y las alianzas formadas para concretar los planes.
El plan de Mendoza, por ejemplo, parte del trabajo que se viene haciendo en esa provincia, con un Programa Provincial de Alfabetización lanzado en 2017 y los Censos de Fluidez Lectora, que vienen aportando evidencia desde 2019. Mendoza también aprobó por ley un Plan Estratégico de Alfabetización; desde la provincia aseguran que los pilares del programa de fluidez lectora “han logrado posicionarse en el interior de las aulas”, entre ellos el trabajo sistemático sobre la conciencia fonológica, la prosodia y el vocabulario. Además de otras acciones, la provincia tiene un programa de “Nutrición del Lenguaje” destinado específicamente a la primera infancia.
El plan de la provincia de Buenos Aires –que esta semana anunció el fin de la repitencia “por año” en secundaria– se propone que los alumnos terminen 2° grado “leyendo y escribiendo de manera relativamente autónoma y convencional”, y que empiecen 3° grado “en condiciones de enfrentar la lectura del enunciado de un problema o del inicio de un relato, así como de elaborar textos sencillos y coherentes”. Menciona, entre otros factores, la necesidad de trabajar con las familias sobre la importancia de la asistencia cotidiana a la escuela.
En CABA, el plan de alfabetización forma parte de una iniciativa más amplia, el Plan Estratégico Buenos Aires Aprende (2024-2027), presentado hace poco más de una semana por el jefe de Gobierno, Jorge Macri, y la ministra Mercedes Miguel. El trabajo sobre la alfabetización temprana y la “mejora continua de la comprensión y fluidez lectora” apunta a fortalecer los “aprendizajes fundacionales”, que componen uno de los tres ejes fundamentales del plan. Entre otras acciones, CABA continuará con la implementación de las pruebas de fluidez y comprensión lectora en 3° y 6° grado de primaria.
En Córdoba, el “Compromiso Alfabetizador” se enfoca en las habilidades relacionadas con oralidad, lectura y escritura, pero también en el “abordaje y resolución de situaciones problemáticas”. El plan provincial menciona que, si bien el énfasis estará en las materias de Lengua y en Matemática, estas habilidades deben abordarse “desde todo el currículum” y en todos los niveles educativos, desde el inicial hasta el superior, ya que son “fundacionales para el desarrollo de todas las demás”.
El plan de Santa Fe alude a “los resultados de 50 años de investigación cognitiva y psicolingüística internacional” que fueron consolidando la “ciencia de la lectura”, pero también señala que esos aportes “han sido revisados a la luz de las demandas específicas de la enseñanza a hablantes de español y de las prácticas docentes predominantes en la Argentina”; por eso la provincia propone un enfoque “equilibrado e integrador”. Aclaran que no se trata de “mezclar” distintos métodos, sino de conocer los componentes de la alfabetización y saber “articularlos” durante el aprendizaje.