En un mundo cada vez más interconectado y dependiente de la tecnología, la educación en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) se ha convertido en un pilar fundamental para el desarrollo de habilidades cruciales del siglo XXI. Aunque se tiene la creencia de que enseñar STEM o desarrollarse profesionalmente dentro de alguna carrera con este enfoque únicamente permite conocer de números y algoritmos, la realidad es que esta educación crea una preparación integral que permite a los estudiantes desarrollar incluso “habilidades blandas”.
La integración de estas disciplinas en el sistema educativo no solo prepara a los estudiantes para una variedad de carreras sino que también fomenta aptitudes esenciales, por lo que converger ambas cuestiones resulta vital para enfrentar los desafíos actuales y futuros de la sociedad global.
Y es que la educación STEM fomenta habilidades cognitivas y analíticas que son cruciales para resolver problemas complejos, según define la organización mexicana Movimiento STEM+. Por otro lado, las habilidades del siglo XXI desempeñan un papel fundamental en el bienestar personal y en la construcción de relaciones saludables. Integrar estas habilidades en la educación básica es crucial para cultivar individuos equilibrados y socialmente competentes.
Cuáles son las habilidades del siglo XXI
En la actualidad, las escuelas deben ofrecer competencias más allá de las que otorgan las asignaturas dentro de los modelos tradicionales de enseñanza de matemáticas, idiomas o literatura, ya que de acuerdo con el Foro Económico Mundial, es esencial que desde la primera infancia se enseñe y se arraiguen habilidades que les permitan a los futuros adultos adaptarse a los rápidos cambios y a la evolución constante de la tecnología y el mercado laboral.
Las habilidades del siglo XXI son un conjunto de competencias esenciales para el desarrollo personal y profesional, ya que permiten a las personas ser más innovadoras, eficientes y efectivas en el mundo laboral y en la sociedad en general. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), las 10 habilidades blandas que demanda la industria desde 2020 son las siguientes:
Pensamiento crítico.
La capacidad de analizar y evaluar información de manera objetiva es fundamental en cualquier ámbito. Es importante que aprendan a tomar sus propias decisiones, identificar y analizar la información y cómo reflexionar por sí mismos.
Resolución de problemas.
Se refiere a la capacidad de encontrar soluciones efectivas y eficientes a situaciones difíciles o desafiantes.
Comunicación y colaboración.
El trabajo en equipo ayuda a niños y niñas a desarrollar habilidades sociales, como la comunicación, la cooperación y la empatía.
Creatividad e innovación.
La creatividad estimula el pensamiento crítico y la resolución de problemas. Al involucrar a los más peques en actividades creativas, se les anima a pensar fuera de lo común y a considerar diferentes enfoques a la hora de buscar soluciones.
Alfabetización
Adquisición de conocimientos básicos sobre información, medios de comunicación y tecnologías. Es importante que niños y niñas estén al día sobre los avances tecnológicos y aprendan algunas habilidades esenciales como la programación. Además, deben aprender a emplear las tecnologías de manera segura y responsable. De esta forma, seguirán desarrollando el pensamiento crítico y podrán formar sus propias opiniones.
Adaptabilidad.
La adaptabilidad permite a niños y niñas ser más flexibles en su forma de pensar y realizar actividades.
Buscar y valorar la diversidad.
Si enseñamos a los niños y niñas a valorar la diversidad, les preparamos para ser ciudadanos más justos y equitativos en un mundo cada vez más diverso, lo que puede ayudar a prevenir la discriminación y a favorecer la inclusión de cualquier persona.
Ciudadanía cívica y digital.
La ciudadanía cívica y digital se trata de asumir la responsabilidad personal y social en el mundo online y fuera de él. Al educar a los niños y niñas en ciudadanía cívica y digital, se les anima a ser responsables con sus acciones y a tener un comportamiento adecuado, tanto en internet como en el mundo real.
STEM construye habilidades para el siglo XXI
La educación STEM y las habilidades socioemocionales no son conceptos aislados, sino que están intrínsecamente relacionados. De acuerdo con Movimiento STEM+, en la educación con enfoque en las materias científicas y tecnológicas se puede integrar de forma intencional la educación emocional, también conocida como “habilidades blandas”. Esta integración o mezcla ramas distintas es posible gracias a que desde STEM se brindar herramientas para generar identidades completas.
La globalización y la rápida evolución tecnológica han generado la necesidad de individuos que no solo posean conocimientos técnicos, sino también habilidades interpersonales sólidas. La combinación de la educación STEM con el desarrollo de habilidades del siglo XXI brinda a los estudiantes las herramientas necesarias para adaptarse a un mundo en constante cambio y para contribuir de manera significativa a la sociedad. En su investigación titulada Educación STEM y su aplicación. Una estrategia inclusiva, sostenible y universal para preescolar y primaria, la organización educativa destaca el marco de competencias para el aprendizaje social y emocional (SEL, por sus siglas en inglés) propuesto por el Colaborativo para el Aprendizaje Académico, Social y Emocional (CASEL, por sus siglas en inglés) en el cual se establecen cinco dimensiones de capacidades que han de adquirirse mediante diversas experiencias educativas formales, no formales e informales, las cuales son las siguientes:
- Conciencia de sí mismo(a)
- Autogestión
- Conciencia social
- Habilidades de relación
- Toma de decisiones responsables
En ese sentido, el enfoque STEM permite que las materias se interconecten entre sí para resolver problemáticas presentes y venideras, lo cual fomenta el sentir y mostrar empatía por las y los demás, establecer y mantener relaciones de apoyo, así como tomar decisiones responsables. Asimismo, ayuda al manejo de las emociones que surgen dentro de la exploración de soluciones, la experimentación y ejecución de los programas de estudio.
Por ejemplo, Ticmas coloca las metodologías STEM dentro de su programa Mundo Maker, el cual está diseñado para potenciar el pensamiento computacional, la resolución de problemas, la robótica y la programación. De acuerdo con Joaquín Wolf, PO de Aprendizaje Basado en Proyectos de Ticmas, que los niños puedan explorar desde la metodología de Do it yourself.
Melina Maurer, especialista en educación con un posgrado sobre Inteligencia Artificial y Educación por la Universidad de la Sorbona y Learning Producer Manager de la experiencia educativa Ticmas, señaló también se busca que tener una enseñanza innovadora que plantea la autonomía de los estudiantes y desarrollo de habilidades como la resolución de problemas y la creatividad, además de poner a la tecnología y la ciencia en función de motivar, entusiasmar y sorprender a los estudiantes, para que puedan desarrollar un desarrollo integral en los tres niveles de enseñanza.
“Involucrarse con las Ciencias, la Tecnología y las Matemáticas está estrechamente ligado con alcanzar metas personales y colectivas, pues promueve el trabajo en equipo y la colaboración, que son habilidades sociales esenciales. Al mismo tiempo, esta labor conjunta para abordar problemas complejos fortalece las habilidades de comunicación. En conjunto, estas habilidades son necesarias el entorno laboral actual, donde la colaboración interdisciplinaria se ha vuelto cada vez más común, explicó Maurer para Infobae.
Es importante considerar ambas vertientes en la educación básica porque ofrecen un enfoque equilibrado para el desarrollo completo de los estudiantes. Al integrar la educación STEM y las habilidades “blandas”, se crea un ambiente educativo que prepara a los estudiantes no solo para enfrentar desafíos académicos, sino también para prosperar en la vida cotidiana y en sus futuras carreras. La educación STEM no solo beneficia a los individuos, sino que también tiene un impacto significativo en el desarrollo económico de los países. Las economías basadas en el conocimiento dependen de una fuerza laboral capacitada en STEM y respaldada por las capacidades del siglo XXI para impulsar la innovación y la competitividad.