Esta semana la Secretaría de Educación presentó los resultados definitivos de las pruebas Aprender 2023 de 6° grado de primaria (en diciembre, la gestión anterior había presentado un informe preliminar). Los datos muestran un estancamiento de los aprendizajes fundamentales –Lengua y Matemática–, pero también arrojan algunas pistas para pensar estrategias de mejora.
En Matemática, los resultados se mantienen en un nivel similar desde hace 10 años. Casi la mitad de los estudiantes de 6° grado (48,6%) no alcanza el nivel satisfactorio y queda en los dos niveles más bajos de desempeño (básico y por debajo del básico). La cifra es prácticamente la misma que en 2013 (cuando la prueba se llamaba Operativo Nacional de Evaluación –ONE– y no Aprender): en ese momento, 48,3% de los alumnos habían quedado por debajo del nivel satisfactorio.
En Lengua, uno de cada tres estudiantes (33,6%) no alcanzó el nivel esperado en 2023. Los resultados son mejores que en 2013, cuando la cifra ascendía a 41,7%. Sin embargo, entre 2013 y 2018 se había dado una mejora que empezó a revertirse en 2021, y desde la pandemia se viene profundizando la caída: los desempeños de 2023 fueron peores que los de 2021 y 2022.
Los diagnósticos críticos sobre la situación educativa que surgen de Aprender se suman a los de otras evaluaciones, como PISA 2022, que examina a estudiantes de 15 años. Allí 7 de cada 10 (72,9%) alumnos no alcanzan el nivel esperado en Matemática, mientras que son 5 de cada 10 en Lectura y Ciencias.
Otro indicador presentado esta semana, el Índice de Resultados Escolares (IRE) elaborado por el Observatorio de Argentinos por la Educación a partir de los datos de PISA y otras fuentes, mostró que a nivel nacional solo 22 de cada 100 chicos de 15 años cursan la escuela en tiempo y forma. El IRE considera variables de acceso (tasa de asistencia escolar y sobreedad) y de desempeño en Lectura y Matemática: según este indicador, la escuela argentina obtiene peores resultados que la de Chile, Uruguay, Perú, Brasil y México.
Los datos evidencian que la situación de los aprendizajes se explica no solo por lo que pasa en la escuela, sino también por factores extraescolares: como en todas las evaluaciones previas, en Aprender 2023 las diferencias de resultados se asocian estrechamente con el nivel socioeconómico (NSE) de los estudiantes. Es lo que suele llamarse el “efecto cuna”: a mayor nivel socioeconómico, mejores desempeños en Lengua y Matemática.
Por otro lado, hay aspectos en los que sí pueden intervenir la escuela y la política educativa. Además de ratificar el panorama dramático de los aprendizajes básicos en la escuela, el informe Aprender ofrece algunas pistas para pensar estrategias de mejora al indagar en los “factores asociados” a los resultados, que surgen de los cuestionarios complementarios que respondieron estudiantes, directivos y docentes.
En la presentación de los resultados, el secretario de Educación, Carlos Torrendell, enfatizó la necesidad de aprovechar los datos para la mejora: “Poder trabajar sobre la base de la información es clave para hacer políticas educativas efectivas. Si usamos bien la estadística, llegamos mejor a las personas. La evaluación diagnóstica debe ser usada para mejorar los aprendizajes de todos: ese es el sentido humanista que le damos a la información”.
El director y el clima escolar, claves para la mejora
La evidencia de Aprender 2023 muestra que la antigüedad del directivo es uno de los factores que se asocian con mejores resultados en Lengua y Matemática: a medida que aumenta la antigüedad, sube la proporción de estudiantes con desempeño satisfactorio o avanzado. “Esto se replica en todos los niveles socioeconómicos, pero impacta sobre todo en Matemática entre los alumnos de NSE bajo”, explicó la subsecretaria de Evaluación e Información Educativa, María Cortelezzi.
Las cifras revelan un gran inestabilidad de los directivos en las escuelas: el 62,6% de los estudiantes asiste a establecimientos en los que el director tiene 5 años o menos de antigüedad en el cargo. En el 10,8% de los casos, el director no tiene antigüedad. “Este dato podría considerarse un indicador de la alta rotación del personal jerárquico en las instituciones y, en este sentido, plantea algunos interrogantes acerca de la posibilidad real de construcción de liderazgo y armado de equipos de trabajo”, plantea el informe Aprender.
“En general, el trabajo de la gestión directiva está sobrepasado: uno se la pasa atajando penales todo el tiempo, gestionando los emergentes cotidianos. Para dar un salto cualitativo y trabajar verdaderamente en proyectos de mejora continua, se necesita tiempo. Tiempo para conformar un equipo de trabajo, para implementar proyectos de innovación educativa y ver cómo funcionan, para transformar la cultura escolar. Eso se logra con un director con antigüedad”, explicó Viviana Postay, docente de nivel superior, formadora de docentes y exdirectora de escuela en Córdoba. Para Postay, el mínimo de antigüedad deseable para lograr un impacto en la mejora escolar es 5 años en el cargo.
“Hace años que los estudios internacionales señalan que el liderazgo de los equipos directivos tiene una incidencia positiva en los resultados de aprendizaje, y que cuando este liderazgo es deficiente o no existe, puede incluso provocar el efecto contrario. En algunos trabajos de investigación, hasta es considerado el segundo factor más influyente, después de los docentes de grado, y explica hasta un 25% la variación de logros atribuibles a variables educativas”, señaló Flavio Buccino, docente y especialista en gestión educativa.
“Dotar a los directores de las herramientas necesarias para ejercer su liderazgo pedagógico es fundamental para la transformación de la calidad educativa. Las capacidades para definir estrategias que guíen el trabajo escolar y motiven a sus docentes y estudiantes hacia el aprendizaje no se desarrollan espontáneamente, sino que deben ser favorecidas con oportunidades efectivas y sostenidas por el desarrollo profesional. Aunque algunas jurisdicciones vienen desarrollando líneas de trabajo en este sentido, Argentina todavía tiene mucho por hacer en este campo”, consideró Buccino.
El clima escolar aparece como otro factor clave que impacta positivamente en los aprendizajes, en las dos áreas evaluadas y en todos los niveles socioeconómicos. En ese sentido, las primarias argentinas parten de una buena base: 8 de cada 10 alumnos (81,6%) afirman que les gusta ir a la escuela. Entre los estudiantes de NSE bajo, un buen clima escolar hace una diferencia mayor: la proporción de alumnos que no alcanzan los desempeños esperados se reduce en 23 puntos porcentuales.
“Muchos niños y niñas encuentran difícil asistir a la escuela cuando no se sienten valorados, lo que puede afectar su desempeño e incluso llevarlos a abandonar”, dijo Mercedes Sidders, directora de Fundación Abrazar e investigadora del Centro de Estudios para el Desarrollo Humano de la Universidad de San Andrés, a Infobae.
“El clima escolar es una construcción colectiva que involucra a toda la comunidad educativa. Es crucial que los docentes se involucren activamente cuando ven que algún alumno está muy solo, también que los chicos y chicas que no sufren acoso escolar fomenten que el resto no se sume a estas conductas y ayuden a frenarlas. Por su parte, padres, madres y cuidadores pueden apoyar desde casa, promoviendo que sus hijos e hijas incluyan a aquellos estudiantes que se sienten más solos o son discriminados”, afirmó Sidders.
“El clima escolar influye de manera significativa en el rendimiento académico de los niños, niñas y adolescentes. Un entorno educativo positivo genera un ambiente favorable para el aprendizaje efectivo. Cuando los estudiantes perciben que sus docentes les brindan un trato respetuoso, confianza y apoyo, se fomenta un ambiente en el cual los estudiantes se sienten valorados y motivados para aprender”, coincidió Paola Zabala, directora de Comunidad Anti Bullying Argentina.
La prevención de situaciones que deterioran el clima escolar, como el bullying, puede contribuir a la mejora de los aprendizajes. “Cuando la seguridad física y emocional de los estudiantes se ve comprometida, es altamente probable que se produzca una disminución en el rendimiento académico. De ahí la importancia de garantizar un entorno escolar seguro y protector. Esto implica la participación activa de los padres y de la comunidad educativa en su conjunto, cuya colaboración y ejemplo son fundamentales”, agregó Zabala.
Repitencia y ausentismo, con impacto negativo
El ausentismo de los alumnos se perfila como un problema que, previsiblemente, repercute en los desempeños. Según los datos de Aprender 2023, el 54% de los directores dice que hay un problema de ausentismo de los alumnos y que eso afecta los aprendizajes. Además, “hay peores desempeños en las escuelas donde los directivos dicen que el ausentismo es un problema, en ambas áreas evaluadas”, indicó Cortelezzi.
La cantidad de horas en la escuela, en cambio, no parece tener un impacto tan lineal. En el país, 3 de cada 10 alumnos (32,4%) asisten solo 4 horas a la escuela, mientras que el 46,3% asiste 5 horas, tras la implementación del programa “Hora más” desde 2022.
Los datos de Aprender sugieren que no hay tanta relación entre más horas de clase y mejores aprendizajes de Lengua, pero en Matemática sí se observan algunas diferencias, especialmente entre los estudiantes de nivel socioeconómico alto. “Es necesario pero no suficiente que los chicos estén más tiempo en la escuela: es clave acompañar con mejores recursos físicos, humanos, organizacionales y didácticos, para que ese tiempo impacte en más y mejores aprendizajes”, explicó Cortelezzi al presentar estos datos.
Otros hallazgos muestran que la repitencia y la sobreedad se asocian con peores desempeños, mientras que la asistencia al nivel inicial tiene un impacto duradero e incide en mayores niveles de aprendizaje en 6° grado.
La repitencia tiene un impacto negativo en los aprendizajes. En Lengua, el porcentaje de estudiantes que obtienen los niveles de desempeño más bajos representa el 30,1% entre quienes nunca repitieron de grado, y pasa a representar el 55,1% entre quienes repitieron una vez: casi el doble. En Matemática, en tanto, pasa de representar el 45,4% al 69,6%. Según el informe Aprender, “esta situación plantea nuevamente la discusión acerca del efecto ‘remedial’ de la repitencia, debatido en diferentes ámbitos jurisdiccionales, nacionales e internacionales”.
La asistencia al nivel inicial, en tanto, muestra el efecto contrario. “La asociación entre ingreso temprano al sistema educativo y los resultados de Aprender se observa en las dos áreas de conocimiento evaluadas. A medida que aumenta la edad de ingreso al nivel inicial, disminuye la proporción de estudiantes con desempeño avanzado y aumentan los estudiantes con desempeños más bajos”, explica el informe Aprender.
Este dato exige intervenir sobre las desigualdades en el acceso al nivel inicial: mientras que el 76,7% de los chicos de hogares de NSE alto empezaron su escolarización a los 3 años, entre los de NSE bajo menos de la mitad ingresó a esa edad y casi un 20% lo hizo recién a los 5 años.
El informe agrega que, si bien entre los alumnos de NSE medio y NSE alto hay una relación entre escolarización temprana y mejores resultados académicos, esa asociación no se verifica necesariamente para los estudiantes de NSE bajo. Además del acceso, entonces, se plantea la cuestión de la calidad: “Al considerar a los alumnos de hogares de NSE bajo, se observa que el ingreso al nivel inicial a los 3 años no supone un impacto positivo en los niveles de desempeño, lo que invita a interrogarse sobre las características de la oferta educativa en las edades no obligatorias, especialmente en los sectores de mayor vulnerabilidad social”.