Aprender a escribir puede ser un proceso complejo y hasta frustrante para los niños, ya que es la primera vez que reconocen las letras y comienzan a replicarlas para formar y conocer una mayor cantidad de palabras. Sin embargo, hay condiciones que pueden afectar este aprendizaje y hacerlo aún más difícil.
Una de estas afecciones es la disgrafía, la cual puede generar problemas en el rendimiento académico y angustia emocional, ya que no está vinculado al grado de inteligencia sino a una transtorno del procesamiento de la información.
Reconocer este problema de forma temprana debe ser uno de los principales objetivos en los entornos educativos, ya sea en casa o en la escuela, ya que de no tratarse se podría culminar en la pérdida de motivación y llegar hasta la decersión escolar.
¿Qué es la disgrafia?
La disgrafía es una discapacidad del aprendizaje que hace que los niños tengan dificultad para escribir. Al tratarse de un transtorno del aprendizaje no es algo que solo se supere o se cure con el tiempo, sino que requiere un tratamiento activo que permita al niño fortalecer dicha parte de su motricidad.
De acuerdo con la Revista de Información Científica (RIU), la disgrafía tiene dos aspectos que son una deficiencia motora que afecta el proceso físico de escribir, así como desafíos a nivel cognitivo con la expresión escrita y no necesariamente se vincula con algún problema de intelecto, sensorial o social.
Las y los menores con disgrafía están afectados por una falta de habilidad motora que consiste en transcribir el lenguaje verbal al lenguaje escrito. El estudio de RIU añadió que es común que alumnos con disgrafía también tengan problemas relacionados con déficit de atención, hiperactividad y/o impulsividad.
El análisis publicado en RIU señala que los varones de siete años son los más propensos a presentar este padecimiento multicausal, sobre todo las disgrafías acústicas por dificultades en la percepción fonemática, seguida de las ópticas o espaciales.
Síntomas de la disgrafia
El Child Mind Institute reveló en una publicación que hay dos categorías de síntomas relacionados con la disgrafía, los cuáles son las deficiencias motoras y los desafíos cognitivos; los niños pueden tener solo uno de ellos o ambos. El instituto considera que es importante tener especial atención en los patrones de comportamiento para reconocer cuál es el tipo de disgrafía que se debe tratar.
En el caso de las dificultades motoras, las señales se presentan como una dificultad constante para formar las letras, hacerlas del mismo tamaño y espaciarlas de manera correcta. También hay problemas para sostener un lápiz, ya sea por el agarre o la fuerza del mismo; se presenta fatiga al escribir, calambres y dolor en las manos.
Sobre el aspecto cognitivo, los niños con disgrafía podrían tener dificultades con la mecánica de la escritura, como la ortografía, la gramática, la puntuación y la estructura de las frases; problemas para organizar su escritura; dificultar para plasmar ideas en el papel de forma coherente y estructurada.
“Cuanto más consistente sea algo y haya más señales, habrá más motivos de preocupación. Por ejemplo, si la escritura de un niño es desordenada a veces, es probable que no sea un problema, pero si tiene dificultad para formar las letras la mayor parte del tiempo, es posible que haya un problema que abordar”, dice la doctora Daryaneh Badaly, PhD, neuropsicóloga clínica del Child Mind Institute.
Cuando un niño o niña tiene disgrafía, sus letras pueden ser muy grandes, es habitual que la escritura sea inclinada, así como espacios exagerados entre las letras de una palabra o, por el contrario, que las letras estén demasiado juntas y que compliquen la lectura de la palabra. También es habitual que no respeten el interlineado o los márgenes de la hoja, al igual que es común saltarse renglones.
Cómo tratar la disgrafia
Los expertos apuntan a que el retraso en corregir esta dificultad del aprendizaje se debe a la insuficiente respuesta y preparación de los docentes y familiares, y no a lo que el infante pueda o no hacer. Sin embargo hay muchas formas en las que se puede tratar la disgrafía, ya sea por terapias especializadas, así como con adaptaciones de las mismas.
Habitualmente se utilizan ejercicios físicos para fortalecer los músculos de las manos, prácticas de la escritura de letras en el aire o en la arena. También es común utilizar un sujetador de lápiz para ayudarlos a sostenerlo de manera correcta y cómoda; el uso de un teclado en clase para tomar notas y hacer trabajos escritos, trabajar con herramientas de dictado por voz, usar organizadores gráficos para que puedan plasmar sus pensamientos en papel
De igual forma, según un artículo de la Universidad en Internet, se puede trabajar la descomposición de palabras por sílabas. En el caso de la percepción auditiva, se recomiendan los dictados de palabras con fonemas que puedan confundirse en su percepción auditiva o articulación. También un buen recurso es pedirle al alumno que cree listas de palabras que rimen.
Otros ejercicios son:
- Ejercicios para detectar la palabra mal escrita
- Hacer sopas de letras.
- Ordenación de palabras
- Actividades de discriminación de figura y fondo para detectar grafemas escondidos.
- Presentar una lista de oraciones con espacios en blanco para que el alumno los rellene con artículos, preposiciones, conjunciones…
- En cuanto a la reeducación ortográfica, el objetivo es que el alumno con disortografía memorice y aprenda a aplicar las normas orto-gramaticales. Un recurso para que le resulte más sencillo es el uso de pictogramas para el aprendizaje de las reglas ortográficas.