Diego Golombek: “Las cosas cotidianas están llenas de ciencia”

El especialista en neurociencia e investigación habló en el auditorio de Ticmas sobre la nueva carrera de Ingeniería en Biotecnología dentro de la UdeSA, así como de neurociencia y educación

Diego Golombek, científico e investigador del Conicet, charló con Ticmas sobre la neurociencia y la educación. (Agustín Brashich/Ticmas)

En los últimos años se ha demostrado que la neurociencia está muy ligada a la educación debido a que es el cerebro el encargado de procesar la información de una forma óptima para que ésta pueda ser aprendida y después replicada como un bien apropiado por los estudiantes.

Con una tradición que empezó hace unos ayeres, Diego Golombek asistió al auditorio de Ticmas dentro de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires para conversar con Patricio Zunini sobre cuestiones de neurociencia, divulgación científica y educación.

A continuación compartimos los puntos más relevantes de la entrevista con el científico e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

Cómo el cerebro controla al cuerpo

Patricio Zunini introdujo la conversación recordando un experimento realizado por Diego Golombek en Neuquén hace un tiempo en el que ha demostrado cómo el cerebro controla las acciones del cuerpo y la influencia que tiene en el comportamiento humano. En aquel entonces, Golombek realizó una demostración con los dedos índices de los presentes donde el objetivo era evitar que los índices se unieran, viéndose imposibilitados por una fuerza que los atraía.

Diego Golombek, científico e investigador del Conicet, charló con Ticmas sobre la neurociencia y la educación. (Agustín Brashich/Ticmas)

Según explicó Golombek, aunque el experimento pueda parecer simple, subrayó la importancia de entender cómo el cerebro regula nuestros movimientos y reacciona ante diferentes estímulos. El experimento también sirvió como una oportunidad para explicar aspectos más profundos de la neurociencia. Golombek indicó que el cerebro no solo controla físicamente nuestro cuerpo, sino que también juega un papel crucial en nuestras interacciones sociales.

“Para mí es un gran ejemplo de cómo las cosas más cotidianas están llenas de algo científico finalmente, en este caso la neurociencia tiene poco que ver, pero me da pie para hablar de cómo el cerebro controla el cuerpo, cómo un cerebro puede influir sobre otros, que finalmente de eso se trata lo que hacemos cuando estudiamos el cerebro. Entender lo que hacemos, por qué hacemos lo que hacemos. Es el oráculo de Delfos Conócete a ti mismo”, dijo en el auditorio de Ticmas.

Citó estudios relacionados con las neuronas espejo, descubiertas en la década de 1980, que se activan tanto cuando realizamos una acción como cuando vemos a otra persona hacer lo mismo, ilustrando la naturaleza relacional del cerebro.

Golombek también mencionó que para los antiguos griegos, como Aristóteles, el cerebro era visto como un órgano que enfriaba la sangre. Fue Hipócrates quien primero sugirió que las emociones y comportamientos provenían del cerebro, aunque sus ideas no fueron ampliamente aceptadas en su tiempo.

“El descubrimiento de las neuronas que median el poder meterte en la cabeza de otro es de la década de 1980 y son las neuronas espejo que se prenden cuando al otro le pasa algo; estamos hablando de hace 50 años, no de hace 500. Así que esto del cerebro como órgano relacional para poder estar en sociedad, para poder estar en un aula, para poder estar en un trabajo, es algo relativamente reciente”, recalcó.

Diego Golombek explicó conceptos de neurociencia y su importancia en el aprendizaje.

¿Qué significa “prender” una neurona?

A propósito de las neurónas espejo, Zunini trajo a la conversación el experimento de Rodrigo Quian Quiroga, un neurocientífico argentino, sobre la “neurona Jenifer Aniston”. Sobre ello, Diego Golombek explicó que su colega -que reside en Inglaterra- descubrió neuronas que se activan respondiendo a conceptos específicos, como la actriz Jennifer Aniston o la saga de películas Star Wars. Este hallazgo se logró en pacientes con electrodos profundos implantados en su cerebro y representó un avance significativo en el estudio de la neurociencia.

Según afirmó Golombek, el descubrimiento sucedió cuando Quiroga notó que ciertas neuronas se volvían eléctricamente activas al mostrar imágenes de Aniston o al reproducir sonidos de Darth Vader, personaje de Star Wars, y con este fenómeno se indica que algunas neuronas responden no solo a estímulos visuales o auditivos, sino a conceptos abstractos integrados por diferentes características. Aunque la respuesta neuronal fue inicialmente recibida con escepticismo en la comunidad científica, al replicar este experimento en otros laboratorios, los resultados confirmaron la hipótesis de Quiroga, demostrando que ciertas neuronas tienen la capacidad de reconocer y responder a conceptos complejos.

En ese sentido, Golombek recomendó la lectura de La Ciencia de los Detalles de Nicolás Eisenman y Florencia López, destacando cómo aborda la economía del comportamiento y los sesgos cognitivos. Influenciados por premios Nobel como Daniel Kahneman, estos estudios revelan la irracionalidad predecible del ser humano, lo que afecta significativamente la forma en que percibimos y reaccionamos ante el mundo.

“Uno piensa ‘yo soy racional, yo elijo las cosas porque tienen mayor valor para mí’, o porque son más baratas o por lo que fuera. Kahneman y muchos otros, Dan Ariely y Nico Eisenman, entre otros, descubrieron que somos tremendamente irracionales, predeciblemente irracionales. Una de las formas de estudiar esa irracionalidad es a través de lo que se llama sesgos cognitivos. Son como filtros, anteojeras que te hacen ver el mundo de cierta manera y piensas ‘ah, el mundo es así’ y no, el mundo es así para ti en ese momento. Y el libro La ciencia de los detalles habla sobre los sesgos cognitivos, sobre cómo vemos el mundo de cierta manera y nos convencemos de que es así. Aunque puede ser de cualquier otra manera, nuestra emoción, nuestra experiencia, juega mucho en cómo entendemos el mundo”.

“No hay dos cerebros iguales en dos momentos iguales”

Diego Golombek también destacó la capacidad de la neuroplasticidad y cómo es que el cerebro humano cambia constantemente debido a los estímulos recibidos, lo que implica que “no hay dos cerebros iguales en dos momentos iguales”. Esta variabilidad cerebral, según Golombek, es comparable a la percepción del personaje de Funes en Borges, quien afirmaba que “una mirada a distintas horas es siempre diferente”.

“Nuestro cerebro ahora es distinto a lo que era cuando empezamos a hablar. Eso se llama neuroplasticidad. En realidad no hay dos personas iguales más allá del cerebro, porque todos somos mutantes”, afirmó.

El comentario vino a propoósito de la mencionada neurocientífica Andrea Goldin, quien en una entrevista con Patricio Zunini afirmó que “no hay dos cerebros iguales, porque cualquier estímulo le da forma o arquitectura al cerebro”. Golombek detalló que el cerebro humano tiene aproximadamente 86 mil millones de neuronas, cada una de las cuales se comunica con miles de otras. Las interacciones constantes entre estas neuronas resultan en una arquitectura cerebral que cambia continuamente.

Diego Golombek tocó los conceptos de las revoluciones científicas y cómo ayudan a la humanidad.

“Todos somos mutantes. Algunos de ustedes pueden doblar la lengua en U. A mí no me sale bien. Algunos podemos doblar el pulgar casi 90 grados. Algunos tienen más pecas o nariz más larga o más corta. Todas esas son mutaciones. Y el cerebro también tiene mutaciones. Y encima vamos esculpiendo el cerebro a medida que hacemos cosas”, dijo el científico.

Un experimiento que nunca termina

Diego Golombek afirmó que algunas personas creen que el cerebro es el órgano más complejo del universo y que su comprensión completa aún está lejos de ser ahora, aunque se manifestó optimista de que sí se entenderá. En esa misma línea, comentó que hay proyectos que pueden tardar siglos en completarse, sin embargo el científico siempre debe ser movido por la búsqueda de respuestas y avances más allá del presente.

golombek mencionó experimentos notables, como el Estudio de la Felicidad de Harvard, que comenzó en la década de 1930 y sigue examinando a generaciones sucesivas para identificar qué factores contribuyen a la felicidad. También se refirió al Experimento de La Brea, donde se mide el tiempo que tarda una gota muy viscosa en caer, un proceso monitoreado por cámaras que puede llevar décadas. También destacó la curiosidad de John Dalton, quien quiso que sus ojos fueran examinados para entender mejor el daltonismo, incluso aunque él no pudiera ser el observador directo del experimiento, pero en él se demuestra el compromiso de la ciencia con el conocimiento futuro.

En la conversación también abordó revoluciones científicas significativas, como las aportaciones de Eratóstenes y su cálculo preciso de la circunferencia terrestre, y la revolución copernicana que desplazó a la Tierra del centro del universo. Golombek enfatizó que estos hitos muestran cómo la ciencia nos hace más conscientes de nuestra real posición en el cosmos. “La revolución neurocientífica también nos saca del centro del universo. No somos los bichos tan bestias, tan maravillosos, tan conscientes. Somos irracionales”, sentenció.

“Cuando más sabes del cerebro, más te das cuenta de todo lo que falta. Y falta mucho. Realmente hay filósofos de la ciencia de la mente que dicen que hay dos problemas en el cerebro, problemas solubles -los llaman fáciles, aunque no son nada fáciles: entender una sinapsis, que es la charla entre neuronas, y el problema difícil, la conciencia, el pensamiento, la imaginación. Nos falta un montón, pero tenemos los elementos para hacerlo. A veces no puedes hacerte la pregunta porque no tienes la tecnología adecuada. Al mundo lo conocés a través de los sentidos, pero los sentidos no te alcanzan. Inventas tecnología para entender al cerebro. A veces nos falta la tecnología de lo muy cortito, lo muy pequeñito, lo que es muy efímero, y esa tecnología está avanzando, está apareciendo. Así que de a poco vamos a ir entendiendo la conciencia, el pensamiento, la imaginación, lo que se llama los qualia, las cualidades de lo que nos pasa y no solamente el objetivo”, destacó Golombek.

Ingeniería en biotecnología

-¿Cómo es una carrera de biotecnología? Ingeniería en biotecnología,

-Diego Golombek: La biotecnología es aprovechar a los seres vivos para hacer cosas. Le enseñas a una bacteria que fabrique antibióticos o le enseñas que coma petróleo para limpiar un derrame, o haces análisis de genoma para ver qué propensión hay a ciertas enfermedades. O trabajas en plantas transgénicas para que sean más grandes y más nutritivas. Todo eso es la biotecnología, que existe hace mucho en Argentina, es más, Argentina es líder en biotecnología. Hace muy poquito se hizo un censo de biotecnología, lo hizo el ex Ministerio de Ciencia y descubrieron que Argentina está décimo en cuanto a número de empresas biotecnológicas, agropecuarias, farmacéuticas y alimentos. (...) El asunto es que casi todas las universidades dictan carreras de licenciatura en biotecnología. Están buenísimas, (...) pero nos falta porque vas a la industria biotecnológica y faltan ingenieros e ingenieras que buscan soluciones. Entonces desarrollamos esta carrera que empieza el año que viene, que ya la aprobó el Ministerio para que haya una sólida base de biotecnología, de biología molecular, ingeniería genética, lo que necesita bioinformática, pero que sean ingenieros, o sea, sepan mucho de matemática, mucho de física y mucho de fierros y de negocios.

Diego Golombek habló sobre la situación científica en Argentina (Agustín Brashich/Ticmas)

Divulgación científica en Argentina

Finalmente, Diego Golombek analizó las dificultades que enfrenta la ciencia argentina para comunicar sus avances y la importancia de su trabajo. El científico enfatizó que esta problemática no solo afecta a los científicos en Argentina, sino globalmente, pero en el caso argentino, las complicaciones son aún mayores.

Hacia el final de la charla con Ticmas, Golombek señaló que uno de los factores clave es la falta de formación en comunicación entre los científicos mismos y los comunicadores. A pesar de contar con periodistas y científicos excepcionales en el país, son muy pocos y no logran cubrir la demanda necesaria para una adecuada divulgación científica. Mencionó a figuras destacadas como Federico Kukso, Valeria Román y otros, pero subrayó que son insuficientes para la magnitud del problema comunicacional.

La coyuntura política y social actual en Argentina también contribuye a esta dificultad. Según Golombek, existe un “desprecio” hacia la ciencia por parte del Estado y algunos sectores de la población, lo cual agrava la situación. La pandemia del COVID-19 sirvió como un laboratorio para la comunicación científica, obligando a los científicos a explicar sus trabajos de manera que el público pudiera entender las rápidas y a veces contradictorias evoluciones de la ciencia.

Respecto al estado actual de la ciencia en Argentina, Golombek habló de áreas con destacados desarrollos como la física, la química y la biotecnología. A pesar de la crisis presupuestaria y el lugar en el imaginario social, el país sigue produciendo importantes avances y cuenta con escuelas muy fuertes, especialmente en neurociencias, con aplicaciones en memoria, aprendizaje y neuroeducación. Estos desarrollos han sido posibles gracias a jóvenes científicos que, tras formarse en el extranjero, retornaron para establecer sus laboratorios en Argentina.

Golombek concluyó sobre la necesidad de cuidar estos recursos humanos y reconocer su trabajo, ya que el desarrollo científico requiere no solo inversión económica, sino también temporal. “Son tesoros que tenemos, en los cuales invertimos cualquier cantidad de tiempo”, dijo, resaltando la importancia de mantener y fomentar estos talentos para el futuro del país.