En una nueva jornada dedicada a los proyectos educativos en el auditorio de Ticmas, Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina, participó en una entrevista pública a cargo de Patricio Zunini donde abordaron las urgencias en materia de educacíon y social.
“La métrica para entender el analfabetismo en la infancia no es buena. Hay una fuerte presión sobre si la respuesta de si sabe leer o escribir”, comenzó explicando Salvia para dar cuenta del trabajo que realizan en el Observatorio, y agregó: “Buena parte de la respuesta no la dan los chicos, sino que la dan los padres en encuestas y censos. Leer y escribir no es condición para poder comprender, entender, interpretar y dar una respuesta”.
Salvia reflexionó que los estudios que realizan sobre el nivel de primaria y la secundaria podrían no tener el problema con el foco en “leer y escribir, sino claramente en comprender y resolver problemas “. Y destacó que antes el aprender y escribir implicaban el comprender porque “venían acompañados de un orden de crianza, de socialización, que daba pista y herramientas para ese salto cuántico que significa comprender, representar en números, en letras y en palabras y oraciones sus sentimientos o lo que representan”.
Y agregó: “La realidad de nuestro país es muy heterogénea. Escuchaba a la intendenta de Vicente López [Soledad Martinez que estuvo en el auditorio de Ticmas previo a esta charla] y Vicente López es un paraíso en el caso argentino, muy pocos lugares concentran el nivel de capital humano, capital social, clases medias, instituciones, procesos de crianza y socialización donde las tasas de pobreza son muy bajas”.
Al hablar de porcentajes a nivel nacional, Salvia detalló que hay un tercio de la sociedad argentina de las clases medias que suele lograr un mejor proceso de aprendizaje por factores ya sea económicos y/o de dedicación, pero: “Tenemos un tercio altamente vulnerable de la sociedad argentina, y tenemos otro tercio de la infancia argentina que te diría que incluso la regla de saber leer y escribir ni siquiera se cumple en la primaria y obviamente no garantiza los procesos de comprensión, pero incluso no se sabe para qué se aprende esa lectura o ese ejercicio o esa capacidad. Hay un tercio de la sociedad argentina que está fuertemente postergada. Espacios rurales altamente empobrecidos, conurbanos altamente empobrecidos, donde la escuela es una institución de contención sin que se constituya en un trampolín para el conocimiento.”
Salvia además puso el foco en ciertas prácticas anquilosadas del sistema educativo, la falta de recursos y la expulsión de niños, niñas y adolescentes de las escuelas a partir de una realidad socioeconómica que no los incluye.
Pasar a la acción
Doctor en Ciencias Sociales, Salvia resaltó que es clave tener un diagnóstico y volvió a marcar cómo las clases medias suelen buscar otras opciones para mejorar la educación de los chicos, “y eso mismo deberíamos poder llevarlo al espacio de los más pobres”.
No solo se trata de poder trasladar condiciones materiales, recursos, o incorporar tecnología o el mundo digital sino que también se trata de “cómo acompañamos a esa infancia en un proceso de ese cambio cultural que se requiere cuando ese chico vuelve a su casa y enfrenta problemas de alimentación y nutrición. La solución es la mayor inversión que se requiere en los procesos de sensibilización de formación en la primera infancia, en la escuela preescolar y en la primaria”.
“Necesitamos mucha más inversión pública en el mundo educativo. Necesitamos una revolución educativa, capaz llevar a una doble jornada en la escuela primaria y centros de la primera infancia, donde los chicos tengan mucho más tiempo de socialización en el mundo de la cultura y el conocimiento donde ellos se constituyan en alfabetizadores de sus padres o hermanos mayores”, reflexionó Salvia
La educación como respuesta
El directivo destacó que la educación “es una gran respuesta” a estas urgencias socioeconómicas que atraviesa el país y señaló: “Pensemos como una herramienta mágica sobre la cual podemos invertir en nuestros segmentos adultos. Hoy por hoy para muchos adultos pobres, incluso excluidos socialmente, la respuesta no es la educación formal sino la educación en el trabajo”. Y explicó que es en el trabajo- o en el mundo de la cultura- donde también puede darse el proceso de aprender capacidades como la lectoescritura.
Además puso el foco en la necesidad de formar docentes para los nuevos desafíos ante la complejidad del problema. “El diagnóstico requiere ser objetivo y cruel si realmente empezamos a querer revertirlo”, aseguró. Y agregó: “Poner a la escuela no solo como el lugar que tiene para alfabetizar sino generar instrumentos que apoyen el proceso de inclusión social”.
“Una política pública no es algo que necesariamente lo tenga que llevar el Estado como Gobierno; creo que es una articulación”, aclaró Salvia para dar cuenta de un entrelazamiento entre el sector privado, el social y el Estado. Y agregó: “Hoy por hoy lo que se necesita no es más Estado, sino un mejor Estado, pero también se necesitan mejores mercados más comprometidos.”
“Hoy si el nivel de pobreza en la Argentina está entre el 50 y el 60%; 15 a 20% de esa pobreza tenderá a desaparecer rápidamente si las condiciones macroeconómicas se estabilizan, si deja de haber inflación, si a gente se la deja planificar su día a día, su mes a mes y permite justamente a través de un trabajo formal o informal luchar para vivir y sobrevivir”, indicó el directivo, pero también explicó que sigue existiendo otro 30% que tampoco lo lograría.
Y es esa generación, según Salvia, la que va a requerir un cambio que debe comenzar hoy para salir de esta deuda social que atraviesa la Argentina. “Necesitamos 15 a 20 años de inversión en desarrollo de capital humano para la primera infancia y para nuestros primeros adolescentes; esa inversión es crucial para pensar una Argentina de acá a 15, 20 años que cambie su rostro en vez de pobreza, por riqueza”, cerró de manera categórica Agustín Salvia.