¿Cuándo fue la última vez que escribimos algo a mano; pero un escrito de extensión media, algo como un ensayo, un poema o un libro? Quizá fue hace mucho tiempo, y esto es “predecible”. Estamos abandonando la escritura a mano para migrar hacia los medios digitales, como es el caso de este artículo, que no fue escrito con lápiz y papel sino que se elaboró a través de un computador y un teclado.
Por lo tanto, se podría inferir que la mecanografía tiene un papel primordial en la formación educativa. Sin embargo, esto es algo controvertido ya que el proceso de introducir textos a través de un teclado no se enseña como una clase formal dentro de las aulas; de hecho, al pensar en una clase de estas se tiende a asociar como algo “vintage” vinculado generalmente con aprender a teclear en máquinas de escribir.
A propósito, hace una década se difundió la noticia de que el sistema educativo de Finlandia iba a optar por reemplazar la enseñanza de la escritura manual con lecciones de mecanografía a partir de 2016. Sin embargo, se aclaró el tema y la realidad es que se eliminó la obligatoriedad de enseñar la caligrafía cursiva para centrarse en la escritura con letras de imprenta, con esta medida se buscó adaptar las habilidades de escritura a las necesidades actuales.
Y cómo no hacerlo si es que la escritura a mano desempeña un papel crucial en el proceso de aprendizaje, especialmente durante las etapas iniciales de la educación. Un beneficio notable es su capacidad para mejorar la memoria y la retención de conocimientos. Este beneficio se debe a que al escribir a mano se hace un esfuerzo cognitivo significativo, que ayuda a consolidar la información en la memoria a largo plazo. Además, la escritura manual fomenta el desarrollo de habilidades motrices finas mediante la coordinación mano-ojo y el uso de músculos específicos. Esto no solo es fundamental para el desarrollo infantil, sino que también estimula la creatividad, permitiendo un flujo de pensamientos más libres y menos restringidos, lo cual es especialmente útil durante procesos creativos o sesiones de “brainstorming”.
Otro aspecto relevante que se desarrolla es la capacidad para promover una mejor concentración y reducir las distracciones. Al requerir un enfoque completo en la tarea de escribir, las personas podemos conectarnos de manera más profunda con el trabajo, facilitando así un entorno de aprendizaje más efectivo. La escritura a mano también ofrece una ventaja significativa en términos de personalización y expresión individual, pues cada persona desarrolla su propio estilo de escritura, reflejando su personalidad única. Esto, a su vez, crea una conexión emocional más fuerte con el texto, por ejemplo el valor incalculable de los diarios personales, cartas o notas que llevan un sentimentalismo intrínseco. Por lo tanto, la práctica de la escritura a mano no solo es una herramienta educativa valiosa sino también un medio para preservar la individualidad y fomentar una comunicación genuina.
Adicionalmente, y con los beneficios anteriormente señalados, se debería dejar a un lado la necesidad de escoger entre la escritura a mano o a través de un teclado, puesto que cada una tiene sus beneficios; por ejemplo, la mecanografía es una habilidad que a menudo se pasa por alto en el entorno laboral moderno y que puede emerger como una solución práctica para enfrentar uno de los mayores desafíos en el mundo profesional: la productividad. En un contexto donde las tareas digitales predominan y la gestión eficiente del tiempo es crucial, ser hábil con el teclado puede marcar una diferencia significativa. El dominio de la mecanografía no solo permite realizar tareas de forma más rápida y precisa, sino que también reduce la fatiga y aumenta la concentración, aspectos esenciales para mejorar el rendimiento general del trabajo.
Continuando con el desarrollo de la importancia de la mecanografía en el campo laboral es pertinente destacar el creciente interés por parte de profesionales y estudiantes en adoptar métodos que permitan mejorar la velocidad y precisión para teclear, el “touch typing” emerge como una técnica que permite utilizar los diez dedos sin mirar el teclado, esta destreza no solo optimiza el tiempo de redacción sino que contribuye a una mejor organización y planeación de las actividades. La base de este aprendizaje radica en la capacidad del cerebro humano para memorizar movimientos mediante la repetición, con lo cual, eventualmente permitirá ejecutar tareas de escritura más “automáticas” y eficientes.
El entrenamiento regular de escribir en el computador sin la necesidad de mirar el teclado, puede aumentar la velocidad de redacción. No obstante, para alcanzar velocidades notorias se requiere de una práctica más intensiva y focalizada, basta con buscar en Google “mejorar velocidad de escritura” para que salgan miles de resultados donde a través de ejercicios o test determinan cuán rápido escribe alguien y a su vez, ofrece ejercicios para mejorar la capacidad de teclear más rápido.
En conclusión, la mecanografía como parte de la formación educativa en las escuelas no tiende a ser común, lo cual representaría un complemento valioso al currículo escolar, debido a la necesidad en la era digital en la que vivimos. Dado que la habilidad para escribir de manera eficiente y rápida se ha convertido en una competencia crucial para el desempeño académico, profesional y personal en el siglo XXI, por lo tanto, proporcionar a los jóvenes la oportunidad de desarrollar estas destrezas desde una edad temprana podría ser un factor para aumentar, no solo la productividad individual, sino también una preparación adecuada para enfrentar los retos del futuro. Así, la mecanografía no debería ser vista como una habilidad opcional o secundaria, sino como un pilar fundamental en la formación de individuos ágiles, competentes y listos para contribuir de manera efectiva en un mundo cada vez más digitalizado.