Desde el 11 de abril, los habitantes de Bogotá enfrentan una situación nunca vista en cuarenta años: un racionamiento de agua causado por una alarmante escasez en los embalses que proveen a la ciudad. Ante esta crisis, la Alcaldía Mayor junto con el Acueducto de la ciudad han tomado la decisión de implementar cortes rotativos en el suministro de agua, dejando a diferentes sectores de la capital sin este líquido durante 24 horas seguidas.
Esta medida va más allá de simplemente reducir el consumo diario de agua por persona; busca promover un cambio en la forma en que valoramos y utilizamos cada gota de agua. La sequía también ha tocado a puertas de negocios y hogares, incluyendo tanto centros comerciales como restaurantes, que ahora se ven obligados a implementar medidas como proveerse con anterioridad a los cortes para continuar ofreciendo sus servicios con normalidad. En estos momentos, Bogotá está aprendiendo a reimaginar su relación con el agua, enfatizando la necesidad de un compromiso comunitario para enfrentar y superar juntos esta crisis.
Esta situación se puede dar por varios factores, naturalmente el nivel de los embalses se ve afectado debido a la escasez de lluvias, pero también hay otro punto que salió a la luz, y es el uso desmedido de la ciudadanía de este recurso. Natasha Avendaño, la directora general del Acueducto de Bogotá, ha informado sobre un notable incremento en el consumo de agua en la capital, respecto a las semanas anteriores al anuncio de la medida de racionamiento.
Frente a esta situación, se puede sugerir que es de vital importancia fomentar el ahorro del agua desde edades tempranas, crucial para enfrentar los desafíos del futuro relacionados con la gestión de los recursos hídricos. Los colegios, como centros de aprendizaje y formación, desempeñan un papel fundamental en la enseñanza y práctica de hábitos de consumo racional de agua. Esta educación no sólo responde a una necesidad ambiental sino también a una urgencia social por situaciones como la que está viviendo la capital colombiana.
Ante este panorama, es imperativo adoptar medidas que promuevan el ahorro y la gestión sustentable del agua en el ámbito escolar. La inclusión de temas relacionados con el agua en los planes de estudio, realización de talleres prácticos, implementación de proyectos escolares enfocados en la conservación, el uso de tecnologías ahorradoras, la organización de campañas de sensibilización y la participación de la comunidad educativa, son estrategias que podrían contribuir a la formación de una cultura del ahorro del agua.
La educación para el ahorro de agua no sólo prepara a los estudiantes para enfrentar situaciones de racionamiento; también los empodera como agentes de cambio positivo en sus comunidades. Al entender las implicaciones del uso irresponsable del agua y adoptar prácticas más sostenibles, los estudiantes pueden liderar el camino hacia un futuro más resiliente y consciente del valor de este recurso vital.
Desde el espacio educativo, es viable que los educadores fomenten la toma de conciencia sobre la preservación del agua a través de distintas actividades pedagógicas. Entre estas se sugieren:
- Sesiones prácticas: Implementar sesiones en las que los alumnos adquieran habilidades para la reducción del consumo de agua mediante acciones simples, tales como cerrar la llave mientras se lavan los dientes o limitar el tiempo bajo la ducha y evidenciar cuáles son los beneficios que estas actividades pueden traer.
- Iniciativas científicas: Promover la realización de proyectos que exploren temas como el ciclo del agua y métodos de filtrado o limpieza de la misma, para que los estudiantes entiendan el proceso que hace posible que el agua llegue a nuestras viviendas.
- Competencias de innovación: Fomentar espacios en los cuales los alumnos presenten propuestas creativas para el ahorro de agua tanto en la escuela como en sus casas.
- Registro matemático del consumo de agua: Encargar a los estudiantes que lleven un seguimiento cuantitativo del uso del agua en sus hogares, aplicando conceptos matemáticos para sumar y analizar el consumo diario. Esta actividad busca evidenciar la cantidad de agua utilizada y estimular la reflexión sobre estrategias para disminuir ese consumo.
- Visitas a plantas de tratamiento de agua: Organizar salidas pedagógicas para que los estudiantes aprendan cómo se trata y se distribuye el agua en su ciudad, comprendiendo el esfuerzo que implica este proceso y la integración de los procesos naturales.
- Debates y discusiones en clase: Crear un espacio para discutir sobre el problema global de la escasez de agua y reflexionar sobre cómo cada acción individual contribuye al ahorro del agua.
En conclusión, las escuelas tienen la oportunidad de convertirse en modelos a seguir en la gestión del agua, demostrando a través de diferentes acciones que el ahorro y la eficiencia en el uso del agua son posibles y necesarios. Fomentar el ahorro de agua desde las aulas es una inversión en el bienestar de las generaciones presentes y futuras, y un paso esencial hacia la sostenibilidad ambiental global. La acción colectiva y la educación son fundamentales para hacer frente a los desafíos hídricos de nuestro tiempo, asegurando que el agua, fuente de vida, permanezca al alcance de todos.