¿Sabías que muchos de los aportes en la ciencia fueron realizados por mujeres, pero sus nombres fueron ocultados o atribuidos a hombres? A este fenómeno se le conoce como el efecto Matilda, una forma de discriminación y prejuicio que afecta a las mujeres científicas desde hace siglos.
En 1993, Margaret W. Rossiter, una experta en historia de la ciencia, decidió llamar “efecto Matilda” al fenómeno que Matilda Joslyn Gage, destacada sufragista y abolicionista estadounidense, había expuesto casi un siglo antes en su obra “La mujer como inventora”. Gage fue una visionaria al resaltar la importancia de las contribuciones femeninas en el mundo de los inventos y la investigación, aunque irónicamente, ella misma fue ignorada por sus colegas del movimiento feminista de su época.
El efecto Matilda se manifiesta de diferentes formas: desde no reconocer adecuadamente a las mujeres en la ciencia, hasta atribuir sus éxitos a hombres, pasando por la eliminación de sus nombres en documentos importantes como publicaciones científicas y patentes, hasta llegar a su exclusión de ámbitos académicos y profesionales en la ciencia.
A lo largo de la historia, diversas mujeres científicas han hecho contribuciones cruciales a sus campos, aunque sus logros han sido a menudo oscurecidos o atribuidos a sus colegas masculinos. Entre estas figuras destacan Trotula de Salerno, Nettie Stevens, Marie Curie, Lise Meitner, Marietta Blau, Rosalind Franklin y Jocelyn Bell Burnell, cuyas descubrimientos en medicina, biología, física y astrofísica han formado la base de avances científicos significativos, pese a las injusticias en el reconocimiento de sus aportaciones.
El caso más emblemático quizás sea el de Marie Curie, la única persona en recibir dos Premios Nobel en distintas disciplinas científicas, quien no obstante enfrentó barreras significativas incluyendo discriminación por género y origen. Otro ejemplo significativo es el de Rosalind Franklin, cuyas fotografías de rayos X fueron esenciales para descubrir la estructura del ADN, pero no recibió el crédito merecido durante su vida. De manera similar, Jocelyn Bell Burnell descubrió las primeras señales de los púlsares, un avance premiado con el Nobel de Física que fue otorgado a sus supervisores masculinos.
Estos casos ilustran un patrón de invisibilización y falta de reconocimiento hacia las mujeres en la ciencia, un problema que sigue siendo relevante en la actualidad. Sin embargo, la historia de estas científicas, aunque marcada por la desigualdad, sigue inspirando a las mujeres a superar barreras en campos dominados históricamente por hombres.
¿Cómo combatir este efecto?
En un esfuerzo por mitigar el desbalance de género en el ámbito científico, se han sugerido distintas estrategias destinadas a potenciar la presencia y el reconocimiento de las mujeres en la ciencia.
Entre las medidas propuestas se encuentra la incorporación de contenidos que resalten las contribuciones y logros de mujeres en la ciencia dentro de los planes de estudio y libros de texto. Este enfoque pretende no solo educar sino también inspirar a futuras generaciones, mostrando modelos a seguir que rompen con los estereotipos de género en este sector, adicionalmente, se promueve la creación de redes de apoyo y colaboración para mujeres, así como campañas de sensibilización dirigidas a la sociedad para recalcar el valor y la importancia de la inclusión femenina en las disciplinas científicas.
La promoción de la igualdad de oportunidades es otro pilar fundamental de esta iniciativa: combatir los sesgos y barreras de género a través de la implementación de políticas que aseguren un acceso equitativo y condiciones justas para las mujeres científicas; estas acciones van desde la eliminación de prejuicios en el proceso de selección y promoción hasta el establecimiento de ambientes de trabajo que respeten y valoren la diversidad de género.
Las organizaciones e instituciones educativas, junto con los medios de comunicación y las plataformas digitales, juegan un rol clave en la implementación y difusión de estas medidas. A través de sus esfuerzos conjuntos, se espera no solo aumentar la participación femenina en la ciencia, sino también construir una cultura académica y profesional más inclusiva y representativa de la diversidad de talentos en la sociedad.