A propósito del 8 de marzo, hablamos del papel relevante que tienen las mujeres en los diversos espacios públicos y sociales en los que estamos inmersos de forma cotidiana. Sin embargo, pese a la importancia tienen las mujeres en la prensa y literatura desde mediados del siglo XIX, muchas de ellas no son nombradas ni incluidas desde sus obras dentro de los libros de texto o dentro de los planes de estudio.
El interés investigador por el papel de las mujeres en la literatura y en la comunicación está cogiendo un fuerte impulso en numerosos ámbitos académicos, pero no siempre se termina afianzado dentro de las aulas.
De acuerdo con Inmaculada Sanz Mateos, profesora asociada del departamento de Lengua Española en la Facultad de Traducción e Interpretación, de la Universidad de Valladolid, incluso aunque desde los planes dictados no exista esta inclusión, las y los docentes tienen esta otra tarea de completar estos huecos, sobre todo para tener mayor representación e inclusión. En la literatura no es cuestión menor este punto, debido a que se trata de un reflejo social abierto a diversas perspectivas, vivencias e historias.
Visibilizar a las literatas
Al igual que con la historia, la literatura no se puede concebir como un todo si no son atendidas todas las voces: la de los hombres, que dirigían, organizaban y escribían desde los púlpitos públicos de la política, la empresa y la prensa; y la de las mujeres, que comenzaron a salir del espacio doméstico para ser escuchadas.
“Si queremos afianzar el papel de la mujer en la sociedad actual debemos enseñar el que tuvieron en épocas y sociedades no tan lejanas ni en el tiempo, ni en el espacio. El primer paso para rectificar esta ausencia debería ser incluirlas en el currículo, ampliando el canon literario y poniendo nombre a las voces que en su época fueron muy conocidas y reconocidas”, escribe Sanz Mateos en su artículo de The Conversation.
Cuando se estudia la presencia femenina en la literatura lo primero que sorprende es la numerosa nómina de poetas, novelistas, articulistas o cuentistas que existió, principalmente, a partir de mediados del siglo XIX. En esta prospección hay muchos nombres desconocidos, aunque otros no lo son tanto gracias a esa historia de la literatura que escribieron y que aún perdura como referencia académica e histórica.
En esos años de explosión intelectual en el ámbito hispánico, la presencia de la mujer a nivel social y académico fue muy destacada, por lo que su olvido es todavía más incompresible. A ello, se le suma que las mujeres escritoras no han disminuido, sino todo lo contrario, y que ahora es más frecuente encontrarlas tomando espacios públicos, recibiendo premios y galardones por sus trabajos y difundiendo sus obras por redes sociales.
Si bien se considera importante y destacado el papel de los escritores y dramaturgos, tanto europeos como americanos, es momento de resaltar el trabajo impecable que ofrecen las mujeres desde los distintos géneros literarios.
Escritoras latinoamericanas que debes leer
En la literatura, ese corpus está formado por grandes figuras de las letras que de alguna manera cambiaron o contaron algo que marcó la diferencia con respecto a sus contemporáneos o a sus predecesores. Entonces, ¿cómo no incluir en ese cambio revolucionario a la primera mujer que escribió en una revista o qué publicó un libro o que fue a dar una conferencia?
“Es cierto que algunas de las publicaciones de estas mujeres no hubieran pasado a la posteridad por su relevancia poética pero no las excluyamos por el hecho de ser mujer. Pero ¿a cuántos autores de los que aparecen en los libros de textos no los eliminaríamos hoy en día de un plumazo? ¿De cuántos no pondríamos en entredicho su calidad literaria si no fuera porque, precisamente, aparecen en ese canon (...) Seamos valientes como docentes y como lectores. Hagamos una crítica sobre su valor literario pero no sobre su empeño por ser escuchadas”, destaca la profesora de la Universidad de Valladolid.
A continuación, una lista con algunas de las escritoras más prolíferas de América Latina que deberían incluirse en las lecturas escolares desde nivel secundaria:
Laura Esquivel
La mexicana Laura Esquivel fue una de las primeras escritoras latinoamericanas que pudieron llevar una obra al cine. Nacida en 1950, creció en Ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua. Sus primeros pasos en la escritura se dieron como guionista en programas de televisión para niños. Su obra más reconocida es la novela Como agua para chocolate, que fue llevada a la pantalla grande, donde también se encargó del guión.
Su peculiaridad es el realismo mágico, la mezcla de lo sobrenatural con lo real, así como la novela negra. Otras de sus obras más referenciadas son Malinche (2006), El Diario de Tita (2016), Íntimas suculencias (1998) y Lo que yo vi (2022). Sus historias hablan de mujeres en diferentes tiempos históricos, sobre el amor, la muerte y los duelos.
Samanta Schweblin
La escritora argentina Samanta Schweblin nació en Buenos Aires en 1978. Durante toda su infancia, su abuelo le había dado un “entrenamiento de artista”, una fase que considera clave para su trabajo literario y creativo. Su trabajo en la literatura comenzó con cuentos, como Pájaros en la boca, sin embargo, más adelante dio el salto a la novela con su Distancia de rescate, la historia que cuenta una mujer que agoniza en una cama de hospital, una historia desoladora. En su segunda novela, Kentukis, Schweblin juega con la tecnología omnipresente en un ambiente opresor.
Su estilo se caracteriza por su brevedad. Intenta ser tan concisa como sea posible para ampliar aún más la capacidad de imaginación de quienes exploran su obra. También es un sello personal tener finales abiertos.
Isabel Allende
Isabel Allende es una de las escritoras latinoamericanas más prolíficas. Iniciando su carrera en 1967 como parte del equipo de Paula, una revista feminista, en Chile. Debido a conflictos políticos se exilió en Cuba; ahí la contactaron para decirle que su abuelo moriría, por lo que le escribió una carta, que más adelante se convirtió en la novela La casa de los espíritus (1982). El misticismo y el realismo mágico ayudaron para que la novela tuviera éxito a nivel mundial, lo que desencadenó en la película homónima protagonizada por Meryl Streep y Jeremy Irons.
Tiene un amplio repertorio de obras, entre las que destacan La Casa de las Bestias (2002), Eva Luna (1987) y Largo pétalo del mar (2019); los temas recurrentes en sus novelas es la opresión y liberación femeninas. La carrera de Allende cubre casi 60 años, en los que ha cosechado docenas de premios y escrito más de veinte novelas y un puñado de obras de no ficción.
Mariana Enríquez
Catalogada como una de las mayores exponentes de la “nueva narrativa argentina”, Mariana Enríquez es una de las exponentes del terror en Latinoamérica. Su primer libro, Bajar es lo peor (1995) es una historia de adolescentes donde se mezclan el alcohol y las drogas con la música. También se llevó a la pantalla grande debido a su éxito.
En 2004 publicó Cómo desaparecer lentamente, su segunda novela, sin embargo también ha escrito cuentos El aljibe (2005), y antologías como Los peligros de fumar en la cama (2010) o Las cosas que perdimos en el fuego (2016). La obra de Enríquez es conocida por tratar temas sórdidos, clásicos del terror como el vampirismo, los hombres demonio, y fantasías en general. También habla sobre el abuso, la opresión y la homosexualidad.
Mónica Ojeda
Esta ecuatoriana, con solo 35 años de edad, se colocado como una de las novelistas más relevantes de su generación. En 2015, su poemario El ciclo de las piedras, ganó el Premio Nacional Desembarco de Poesía Emergente. En ella aborda la infancia y su fragilidad.
La obra de Ojeda ha participado en ferias internacionales del Libro; y, una crítica favorable ha contribuido a sus logros y reconocimientos en el ámbito nacional e internacional. Otras de sus historias más populares son La Desfiguración Silva (2017), La Historia de la Leche (2019), Nefando (2016). En ellas aborda temas de terror, ficción, mujeres y violencias. También ha publicado cuentos y poemarios.
Fernanda Melchor
Originaria de Veracruz, esta periodista y escritora mexicana alcanzó una importante notoriedad con la publicación de su libro Temporada de Huracanes, que en 2017 fue una de las lecturas que marcaron el año. También ha sido reconocida por sus libros de crónicas como Aquí no es Miami (2013), donde muestra con crudeza la situación de violencia por la que atraviesa México y, particularmente, Veracruz.
En sus obras aborda temas sobre violencia, narcotráfico, machismo, así como prostitución y drogadicción. Sus trabajos le han valido varios reconocimientos a lo largo de su carrera como el Premio Nacional de Periodismo y el Premio Anna Seghers.
Si bien apenas se mencionan unas cuantas de las autoras que existen en América Latina, es importante reconocer a quienes dan voz y visibilidad a las mujeres, y que sobre todo, crean espacios para que más mujeres puedan incursionar en la vida literaria.
Cuando explicamos literatura en clase nos centramos en lo que currículos, editoriales y mercados nos plantean: en teoría, textos autorizados. Es decir, los libros de textos marcan la pauta general del qué y del cómo. Al igual que sucede en otras asignaturas, las líneas marcadas a veces impiden salirnos del camino y coger atajos: la consecución de una programación y de una evaluación en horarios precisos hacen que el docente tenga poco tiempo para descubrir al alumnado lo que se queda entre líneas. Y se queda mucho. Hemos convertido inconscientemente a estos manuales en otros cánones: revisémoslos con mayor detenimiento puesto que estos sí que son fuente directa de conocimiento.
Las aulas deben reflejar la sociedad y su realidad inmediata, pero no están para establecer dogmatismos ni predicamentos; ante la pluralidad del muestreo es como podemos enseñar a elegir. Eduquemos mostrando la igualdad y el reconocimiento que ya existió en algunos casos mucho tiempo atrás. La educación y la enseñanza debe ser esto, no otra cosa.