Cuando somos adolescentes, es común sentir inseguridad y timidez, incluso estas sensaciones hacen que se afecten las relaciones con los demás y tener pocos amigos o repercutir en los resultados académicos. La situación se pone más compleja al ser incapaz de detectar cuáles son los gustos o pasiones, es decir, sentirse perdido, confundido y desanimado.
Pero esa situación puede cambiar completamente gracias a la relación de los profesores con los alumnos. Un estudio realizado por ING revela que los docentes tienen un impacto profundo y duradero en las vidas de los estudiantes. De hecho, es común que los estudiantes que manifiesten dificultades con las clases vinculen sentimientos negativos como la tristeza al asistir al colegio.
Javier Díaz es profesor de matemáticas en un colegio al sur de Bogotá, Colombia, una asignatura que representa dificultad para algunos estudiantes. En la adolescencia, no querer asistir a clase es un factor común entre los estudiantes, el profesor Diaz marcó un hecho sin precedentes, no ignoró a los alumnos, o colocó mala nota.
Este profesor fue diferente, se interesó por los estudiantes, por las dificultades, por los gustos y sueños. Trata a los alumnos con respeto, paciencia y afecto. En alguna ocasión, llamó a un estudiante por su nombre, le preguntó por la familia, lo elogió por los esfuerzos y lo hizo sentir importante, valorado y querido.
El profesor tiene una forma diferente de enseñar. No se limitaba a dar lecciones o a poner ejercicios. Hace participar, preguntar, opinar y crear. En su metodología propone actividades variadas, divertidas y desafiantes, enseña a través de trucos, ejemplos, aplicaciones. En resumen, motiva el aprendizaje de forma significativa, práctica y lúdica.
El profesor Díaz se dio cuenta de que algunos estudiantes tienen potencial para las matemáticas, pero en vez de conformarse con que estos aprueben, los animó a que se esfuercen, se superen, y se diviertan. A los alumnos que presentan dificultades les dedica tiempo extra animándolos a participar en proyectos y talleres. El profesor les hace ver que las matemáticas pueden ser un juego y así motivar el conocimiento práctico y sencillo.
La encuesta de ING reveló que el 98% de los alumnos creen que un buen profesor puede cambiar el rumbo de sus vidas, y es que gracias a experiencias como la que se vivió en ese colegio, los jóvenes cambiaron su actitud, empezaron a sentir confianza y por consiguiente disfrutaron del aprendizaje.
La historia que se acaba de reseñar es solo un ejemplo de cómo un profesor puede tener un impacto profundo y duradero en la vida de un estudiante. Seguramente, todos tenemos en nuestra memoria algún profesor que nos marcó de forma positiva, que nos inspiró, que nos motivó, que nos ayudó a crecer. Ese profesor que recordamos toda la vida, ¿qué lo hace especial?