La práctica profesional en la formación universitaria se consolida como un elemento clave para el desarrollo de las competencias teóricas en los estudiantes. Este componente curricular persigue el objetivo de preparar a los futuros profesionales para enfrentar los desafíos reales del mercado laboral, facilitando un espacio de aprendizaje activo mediante la ejecución de tareas y proyectos en un entorno profesional auténtico.
Las universidades han integrado las prácticas profesionales dentro de sus planes académicos como una estrategia pedagógica esencial que busca equilibrar el conocimiento teórico adquirido en aulas con la aplicación práctica en escenarios laborales. Esto permite a los alumnos no solo adquirir nuevas habilidades y competencias sino también adaptarse a las dinámicas y culturas organizacionales diversas. Según señalan expertos en el campo educativo, la experiencia directa en estas prácticas complementa y fortalece el proceso formativo, ofreciendo una perspectiva más amplia y realista del ámbito profesional.
Las prácticas profesionales representan una oportunidad invaluable para que los estudiantes validen y apliquen sus conocimientos teóricos en situaciones reales, enfrenten problemas específicos y desarrollen soluciones innovadoras. Esta experiencia directa promueve no solo un aprendizaje profundo sino también el desarrollo de habilidades blandas como el trabajo en equipo, la creatividad y la capacidad de adaptación. Los tutores académicos y profesionales juegan un papel fundamental en este proceso, guiando y supervisando el desempeño de los estudiantes para asegurar una experiencia enriquecedora y productiva.
Habilidades adquiridas
Un análisis hecho por Unono, agencia digital especializada en reclutamiento en España, reseñó los valores o habilidades que adquieren los estudiantes durante la realización de las prácticas universitarias y que no se enseñan en las aulas.
- Aprender haciendo: lo principal es que se ponen en práctica los conocimientos adquiridos en las aulas de clase.
- Funcionamiento del mundo laboral: la vida universitaria es muy diferente al mundo laboral y allí el estudiante nota la diferencia para adaptarse y hacer este proceso lo mejor posible.
- Resolución de problemas: El mundo laboral plantea muchas dificultades reales en el día a día que se deben solucionar de la mejor manera y lo más rápido posible.
- Desarrollo de “soft skills”: la organización, responsabilidad, compromiso y disciplina son las principales habilidades que desarrolla un estudiante en esta etapa al saber que el trabajo que realiza tiene impacto real y es valioso para conseguir los objetivos de la empresa.
- Comunicación: Las habilidades comunicativas son fundamentales ya que las ideas al ser bien expresadas son capaces de impactar, motivar y convencer
- Adquirir contactos profesionales: las prácticas profesionales son una oportunidad para establecer relaciones que pueden aportar al estudiante al finalizar la etapa.
- Descubrir la verdad: al colocar en práctica los conocimientos adquiridos, el estudiante podrá saber con mayor precisión si esa actividad le gusta tanto como pensaba o incluso descubrir habilidades que lo pueden llevar a nuevas posibilidades profesionales
Finalmente, las organizaciones e instituciones que acogen a estudiantes en formación se benefician de nuevas perspectivas y soluciones a desafíos internos, favoreciendo así un intercambio de valor mutuo. La implementación de estas prácticas no solo engrandece el perfil profesional de los egresados sino que también fortalece los lazos entre el sector educativo y el productivo, destacando la relevancia de la enseñanza basada en la experiencia para enfrentar con éxito los retos del futuro laboral.