“Ellos dijeron no, WGU dijo que sí”: ese es el mensaje con el que la Western Governors University se promociona en la web. La WGU es una universidad en línea que atiende a los sectores de la población que se encuentran más rezagados con programas flexibles, reconociendo los tiempos y necesidades de cada estudiante, y con cuotas accesibles. Y con una característica que la vuelve singular: la WGU es la primera y más grande universidad basada en competencias de los Estados Unidos.
“En un programa de grado tradicional”, dice Scott Pulsipher, presidente de la WGU, “la carrera tiene cientos, si no mil habilidades”. El modelo de la universidad parte de reconocer aquellas habilidades específicas que se espera que los estudiantes desarrollen y dominen, y luego, cómo “empaquetarlas” en el plan de estudios. “Con esto”, sigue Pulsipher, “intentamos responder algunas preguntas como: ¿de qué manera se demuestra que se ha adquirido un conocimiento y cómo se lo puede aplicarlo frente un problema desconocido?”. La diferencia fundamental es que una universidad tradicional daría un certificado diciendo que: “Usted tomó Introducción a la Economía y, por lo tanto, sabe un montón de cosas sobre economía”, mientras que la WGU puede decir que, después de haber tomado Introducción a la Economía, el estudiante demostró tener un dominio en tales y tales habilidades.
—¿Una universidad basada en competencias es una universidad tradicional a la que se le modificó el programa? ¿O todo el modelo es distinto?
—En un modelo basado en competencias, el estudiante tiene que responder dos preguntas: qué título quiere, pero sobre todo qué es lo que realmente quiere hacer. Y para responder lo segundo, lo más importante es responder qué habilidades necesita. Digamos, por ejemplo, que quiero dedicarme a las finanzas corporativas. Primero tienen una serie de requisitos particulares: hay que demostrar que se puede analizar el flujo de caja, hay que demostrar la capacidad para comprender el mercado de capitales. Pero además se podría plantear: “Aquí tienes un conjunto de competencias que necesitas para trabajar en finanzas corporativas”. Y luego, al mirar los distintos programas de grado que tienen como resultados esas competencias, tal vez descubras que puedes estudiar Economía, Finanzas, Relaciones Internacionales, Estadística. Así es como debería pensarse. En lugar de pensar en el título, se debería pensar en cómo las competencias te preparan para oportunidades y trabajos.
—¿Cómo se relaciona el programa de la universidad basada en competencias con el modelo de aprendizaje continuo o lifelong learning?
—Yo diría que el aprendizaje por competencias es más efectivo.
—Si tienes las habilidades competentes, ¿necesitas anotarte en un nuevo curso de aprendizaje continuo?
—Depende de qué tratas de lograr. En mi caso, después de mi maestría, no necesité ir a una universidad porque fui adquiriendo las competencias en el trabajo, mientras hacía cosas nuevas y lideraba diferentes organizaciones. Ahora bien, hay algunos campos en donde tienes que demostrar habilidades específicas y la única forma de adquirirlas es volver a la escuela, con un aprendizaje académico estructurado. También puede darse el caso en el que alguien ha trabajado en un campo y quiere hacer la transición hacia otro. Por lo tanto, no va a obtener las competencias necesarias a través del empleo, sino que debe adquirirlas antes para pasar a una nueva carrera profesional. Eso no significa que siempre debas regresar a la universidad; podrías obtener una credencial en Coursera, por ejemplo. El beneficio de las habilidades y competencias es que puedes tener una hoja de ruta mucho más personalizada, desde dónde estás hasta lo que quieres hacer.
—¿Cómo es la estructura de la WGU respecto de una universidad tradicional?
—La enseñanza convencional pone a un profesor a dar una clase delante de entre 30 y 300 estudiantes tres veces por semana. Ese enfoque de “uno a muchos” es simplemente entrega de contenido: es como mirarlo en Netflix. Yo puedo grabar la conferencia y verla más tarde. En nuestro modelo, se puede usar el contenido en el momento en que lo desee. Pero, para cada estudiante hay un instructor que se reúne con él y le dice: “¿Cuáles son las áreas en las que debemos trabajar?”, “¿Dónde quieres centrarte?”, “He visto que estás luchando con tal concepto”, etc. Son clases particulares de “uno a uno”. Y también puede haber grupos de estudio para tratar temas del programa.
—¿Los grupos están coordinados por un profesor?
—Sí, todos los instructores están doctorados en cada disciplina. Trabajan individualmente o en grupos pequeños. Nuestros profesores no dan conferencias, no desarrollan el contenido. Están para ayudar a que un estudiante aprenda.
—¿El modelo es muy caro?
—Al contrario. Es económico, porque no construimos edificios. Todo está en línea; es virtual. Eso también permite que un instructor atienda a cientos de estudiantes, mientras se asegura el trato con cada uno, porque no todos esos estudiantes necesitan el mismo nivel de apoyo. No hay grandes aulas ni oficinas. Nuestros profesores están ahí para enseñar. Nuestros graduados se reciben con menos de US$20,000, en promedio.
—¿Qué porcentaje de éxito tienen los estudiantes?
—Tenemos tasas generales de finalización de aproximadamente 55%, acercándose al 60. Lo importante para destacar es que casi tres cuartas partes de nuestros estudiantes se encuentran en categorías desatendidas. Trabajan a tiempo completo, provienen de entornos de bajos ingresos, pueden ser muy diversos, rurales y militares. En otras universidades tradicionales tienen tasas de finalización del 25% o menos. En comparación con otras instituciones en línea, WGU descubrió que, con un modelo de instrucción muy personalizado, se pueden lograr tasas de persistencia y finalización mucho más altas.
—En una universidad online, la información, los datos, el big data y la inteligencia artificial están disponibles para comprender mejor a los estudiantes. ¿Cómo usan esas herramientas en la WGU?
—Es una gran pregunta. La IA procesa efectivamente nuestro gran volumen de datos, para aplicarlos a una experiencia muy personal. Y, debido a que tenemos tantos datos del recorrido estudiantil, estamos trabajando con un gran conjunto en el que podemos observar cómo un estudiante interactúa con los recursos de aprendizaje, cómo se relaciona con los instructores, cuál es su ritmo, cómo se desempeña en diferentes evaluaciones. Eso nos permite proporcionar un copiloto de IA al estudiante para que pueda dominar conceptos según la forma en que interactúa con ellos, y también al instructor, para que entienda las necesidades del estudiante. De modo que la experiencia se vuelve muy personal y se contextualiza efectivamente tanto el aprendizaje como la instrucción.