Corea del Sur es la séptima economía más importante del mundo. Pero “el milagro coreano” o “el milagro del río Han” no es casual. El país asiático transformó su economía desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y su independencia, en 1945, y el armisticio de la Guerra de Corea, en 1953, y pasó de ser uno de los Estados más pobres y analfabetos (y rurales) a alcanzar uno de los mayores crecimientos económicos, educativos y desarrollo del mundo.
¿Cómo se logró, entonces, esta transformación radical? La situación socio-económica coreana viró notablemente en un corto período de tiempo y encontró las claves en la educación y la inversión en el sistema educativo.
Así, el país asiático pasó de registrar altas tasas de analfabetismo y pobreza a convertirse en un referente mundial en el ámbito educativo y económico. Según explica Byung Koo Cho, sociólogo y director del Centro Global de Intercambio de Conocimiento y Desarrollo de Corea del Sur (GKED, por sus siglas en inglés) -un organismo creado por expertos, que contribuye significativamente al desarrollo económico y social del país-, el 80% de la población era analfabeta hacia 1945.
“Invertir en las personas fue el punto de partida”, dice y detalla que generar capital humano fue un modo de obtener recursos valiosos.
Y tuvo sus frutos. Informes internacionales como el PISA, TIMSS y PIRLS, han posicionado al país asiático en la cima del rendimiento educativo. Según se lee en el último Informe de Resultados de pruebas PISA, que cada tres años realiza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Corea del Sur está entre los primeros diez países que consiguieron las mejores calificaciones, por encima del promedio en matemáticas, lengua y ciencias.
¿Cuáles son los pilares fundamentales de la educación coreana para ser una de las más exitosas? Aquí, algunas claves.
Políticas educativas a largo plazo
El Estado coreano implementó políticas públicas eficaces que han fortalecido la educación y han contribuido al desarrollo del país desde hace más de siete décadas. Hay una premisa fundamental: la educación es el motor del crecimiento. Por lo tanto, pensar en acciones y planes a largo plazo, más allá de cualquier gobierno de turno, es uno de los grandes pilares de este sistema.
Según cuenta Byung Koo Cho, en la década del 60 uno de los grandes objetivos era erradicar la pobreza, por lo que se establecieron Planes Quinquenales de Desarrollo Económico. Pero esa planificación vino acompañada de reformas en leyes que permitieron el desarrollo educativo y dieron estabilidad al país.
“Uno de los desafíos tenía que ver con la Constitución. Los japonenes, durante la ocupación, habían prohibido el aprendizaje del idioma coreano”, cuenta Byung Koo Cho y sigue: “Entonces, se dictó una ley que establecía el nivel primario obligatorio y la enseñanza del alfabeto coreano”. Y aporta un dato contundente: “En diez años, el analfabetismo bajó del 80 al 4%”.
A diferencia de otros países, en Corea del Sur las leyes educativas no cambian con los vaivenes políticos. Sin embargo, esto no implica que la currícula escolar permanezca estática. Cada cinco años, los surcoreanos la actualizan para alinearla con las demandas del presente.
Así, los planes de estudio evolucionan acorde a las necesidades laborales y de crecimiento del país. Es decir, el foco se pone en preparar a los estudiantes para los retos de la sociedad actual.
Esta capacidad de adaptación constante es una de las claves del éxito del sistema educativo surcoreano. Los jóvenes egresan con las competencias que el mundo real les exigirá para triunfar.
Alta inversión en el sistema educativo
Byung Koo Cho aporta un dato crucial: “El presupuesto destinado a la educación en Corea del Sur es más del 10% de su PBI desde 1958″ (un 4% que Argentina), y agrega que, en 1960, el presupuesto anual de inversión por estudiante era de 80 dólares mientras que en la actualidad es de 35.000″.
Desde la década del 70, la inversión en investigación y el desarrollo de las industrias pesadas también impactaron en la educación. La especialización de empresas privadas en distintas ramas de la economía hizo que el gobierno pusiera el foco en el desarrollo de los recursos humanos.
El gobierno surcoreano invirtió, en ese entonces, fuertemente en la educación y en la creación de escuelas técnicas. Se construyeron escuelas de formación profesional y se crearon programas de capacitación en tecnología y ciencias duras. Además, el gobierno también estableció políticas para fomentar la educación superior y la investigación científica.
Empresas como Samsung, LG y Hyundai han surgido gracias a la combinación de la mano de obra altamente capacitada y la inversión en la investigación y el desarrollo. En conclusión, la inversión en la educación y la formación técnica ha sido fundamental para el éxito económico de Corea del Sur.
Enseñanza gratuita, obligatoria y flexible
El sistema educativo surcoreano está compuesto de tres niveles: el Primario (6 años), el Secundario (3 años), y la Preparatoria (3 años). Con caracter obligatorio y gratuito, el sistema contempla que los estudiantes pasen entre 6 y 7 horas en la escuela. Pero las jornadas no siempre acaban allí. En general, los estudiantes continúan con clases particulares, sumando entre cuatro y cinco horas más a su formación.
Además, los estudiantes reciben almuerzos gratuitos en los centros educativos. De este modo, Corea del Sur garantiza equidad y oportunidades desde edades tempranas, sentando bases sólidas que luego se reflejan en el alto desempeño académico.
La educación obligatoria y gratuita, los controles de calidad y la inversión estatal son pilares fundamentales del éxito surcoreano. “Lo más importante es la igualdad”, dice Byung Koo Cho.
Respecto al contenido curricular, se ha vuelto más flexible en los últimos años. En la reforma de 1995, se propuso la construcción de un sistema educativo que valore la diversidad de aprendizajes individuales. Además, se ha promovido la creatividad y el desarrollo de la personalidad en los planes de estudio.
Respecto a la educación prescolar, el 50% de los niños en Corea del Sur asisten al nivel, la mayoría en sitios privados o de paga. Esta formación comienza a partir de los 3 años hasta los 5 o 6 años de edad, es opcional y es donde se comienza a enseñar el segundo idioma: el inglés.
¿Qué sucede el la enseñanza de grado? “El 70% de los coreanos asiste a la universidad, por lo que Corea del Sur tiene la tasa más alta de estudiantes universitarios”, detalla el director del Centro Global de Intercambio de Conocimiento y Desarrollo y continúa: “Eso mejora la competitividad de los estudiantes, pero también los llena de cosas para hacer”.
Enfoque en la competitividad económica
El sistema educativo de Corea del Sur está estrechamente relacionado con la competitividad económica, lo que ha permitido procesos de innovación y mejora continua en la formación en todos los niveles.
“La mayoría de los problemas económicos son por los problemas educativos”, opina Byung Koo Cho y agrega que “la educación del futuro debe tener en cuenta no solo la exigencia académica sino también la creatividad, el desarrollo de distintas habilidades y la felicidad de sus estudiantes”.
En Corea del Sur se educa para liderar, no para obedecer. De los resultados académicos depende acceder a las mejores universidades y trabajos. Esta mentalidad genera una enorme presión sobre los estudiantes.
El afán por el éxito académico tiene un lado oscuro. Si bien impulsa la excelencia, puede afectar seriamente el bienestar emocional de los jóvenes. Un desafío pendiente es encontrar el equilibrio, para formar líderes excepcionales pero también personas íntegras y felices.
“Si el crecimiento económico está estancado, se necesitan nuevos talentos y la educación debe ser oportuna para desarrollarlo”, advierte el sociólogo.
Tecnología aplicada a la educación
Corea del Sur se destaca por la integración de avanzada tecnología en sus sistemas de enseñanza, generando modelos innovadores para la era digital.
Una de las más populares es la plataforma Smart Learning, que utiliza videos, material interactivo y juegos para maximizar la atención y compromiso de los alumnos. A esto se suman las clases virtuales en tiempo real, que permiten una experiencia ágil y flexible.
Otra tendencia es la Inteligencia Artificial y el análisis de datos, que adaptan el contenido a cada estudiante y permiten un seguimiento personalizado de su progreso. Asimismo, la realidad virtual y aumentada posibilitan aprendizajes más inmersivos y prácticos.
Estas tecnologías de punta convierten la educación surcoreana en una referencia de innovación que aprovecha lo último en recursos digitales. Los estudiantes desarrollan habilidades para desenvolverse en un mundo cada vez más tecnológico.