Los barrios juegan un papel crucial en la configuración de las interacciones sociales de las personas, en la formación de las preferencias y opiniones desde la niñez hasta la vida adulta. Dicha influencia se extiende a la percepción y expectativas en la educación dado que los valores y normas comunitarios que prevalecen en cada barrio afectan directamente la valoración de sus residentes hacia los procesos educativos.
La estructura social de un barrio determina, en gran medida, la forma en que se establecen y siguen las normas de convivencia y sociales. En este contexto, las niñas, niños y jóvenes no solo socializan y adquieren habilidades interpersonales críticas sino que también construyen su sistema de valores y definición de lo que es la educación. Esto podría influir en las expectativas sobre los beneficios educativos, que varían según las experiencias y percepciones adquiridas con sus familiares y en su entorno inmediato.
Educación y Socialización Comunitaria
Expertos en sociología urbana y educación señalan que el barrio no solo provee un sitio físico para el crecimiento y desarrollo social, sino que también instaura patrones relacionados con actitudes y conductas que podrían influir en el rendimiento académico y las metas educativas de los jóvenes. La interacción con pares y adultos en el barrio puede potenciar la motivación hacia el aprendizaje o, por el contrario, generar desinterés, dependiendo de cómo se prioriza la educación dentro de la comunidad.
El impacto del barrio en la vida de sus habitantes es tan significativo que las instituciones educativas que operan dentro de estos espacios a menudo toman en cuenta el tejido social del área para desarrollar programas que busquen integrar los valores comunitarios con los curriculares. La idea es que la educación no se perciba como ajena o distante a la realidad cotidiana de los estudiantes, sino como algo relevante y acorde a su contexto social.
¿Qué es el efecto vecindario?
De una manera simple, los efectos del vecindario o “neighbourhood effects” hacen referencia a cómo la dinámica de un barrio influye directamente en la vida de sus residentes. Este fenómeno explora la relación entre el estado de un área residencial y el impacto que tiene en aspectos fundamentales como la salud, el empleo y la educación de las personas que la habitan.
En conclusión, la influencia del barrio es multifacética y profunda, afectando no solo las interacciones y relaciones sociales, sino también las expectativas educativas de las personas que lo habitan. Las comunidades y sus normas tienen un rol determinante en la conformación de la visión que se tiene sobre la educación y el futuro profesional de los jóvenes, una realidad que los educadores y responsables de políticas educativas deben considerar para la implementación de estrategias de enseñanza efectivas y pertinentes.
¿El lugar donde vivo influye en la educación?
Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) elaborado en la ciudad de Montevideo, en Uruguay, cuantificó el impacto del barrio sobre la cantidad de años que están en la educación jóvenes entre 15 y 24 años, la decisión de estar matriculado en la escuela secundaria en adolescentes entre 15 y 18 años, la probabilidad de haber completado la educación secundaria y la decisión de estar matriculado en estudios universitarios (para jóvenes entre 19-24).
El estudio reveló significativas desigualdades educativas vinculadas al nivel de ingresos. Los datos subrayan una marcada brecha en la que los barrios de ingresos altos registran tasas de culminación de la educación secundaria del 90% y matriculación universitaria por encima del 70%. Por otro lado, estos porcentajes descienden drásticamente en barrios de ingresos bajos, cuyas tasas son solamente del 20% para la secundaria y menos del 10% para la universidad. Este desequilibrio plantea preocupaciones sobre la posibilidad de progreso y convergencia de los barrios menos favorecidos con respecto a los más aventajados en términos educativos.
La investigación comparó desigualdades educativas en las décadas de 1990 y 2010, y los barrios fueron clasificados en tres grupos de acuerdo a su desempeño educativo: el grupo 1 estuvo compuesto por aquellos con efectos negativos, el grupo 2 con efectos intermedios y el grupo 3 con efectos positivos. La visualización de estos datos se materializó a través de un mapa-semáforo, con tonalidades rojas para representar áreas con persistentes resultados negativos desde los 90, y verdes para aquellos con resultados sostenidamente positivos. Este mapeo indicó que barrios con bajos indicadores educativos en los 90 tienen la misma tendencia en la década del 2010, sugiriendo una persistente desigualdad geográfica en el ámbito educativo.
¿Los vecindarios afectan la vida adulta?
Adicionalmente, en una publicación del Centro de Investigación de Política Económica (CEPR) por sus siglas en inglés, se enfatizó que la educación infantil y el entorno de los vecindarios juegan un papel determinante en los resultados de la vida adulta. Este hallazgo se suma a la creciente evidencia que respalda la importancia de una inversión temprana en la educación y el desarrollo de los niños, especialmente en el contexto de promover la movilidad social y la igualdad de oportunidades.
Las investigaciones subrayan que los niños que crecen en barrios prósperos tienden a obtener mejores resultados educativos y mayores ingresos en la adultez. La investigación reveló que la influencia de estos entornos es más pronunciada cuando la exposición a los mismos ocurre a una edad más temprana. Esto refuerza el concepto de que la calidad del vecindario en la primera infancia es crucial para determinar las trayectorias educativas y laborales futuras.
Finalmente, con este panorama, resulta evidente que los barrios educados pueden ofrecer mejores escuelas, más recursos y entornos más seguros, factores que contribuyen a un rendimiento académico superior. Por el contrario, las áreas con mayores índices de pobreza y violencia enfrentan desafíos adicionales que pueden limitar el acceso a una educación de calidad. Estas condiciones dificultan la construcción de una sociedad equitativa donde el barrio no sea un determinante del éxito o fracaso académico de un individuo.