Cuatro expertos explican las tecnologías emergentes de vanguardia: cuáles son y cómo aprender a usarlas

En el marco del lanzamiento del curso “Tecnologías Emergentes” diseñado por Ticmas y UdeSA, Daiana Gómez Banegas, Augusto Salvatto, Tomás Chernoff y Joan Cwaik participaron en un panel dedicado a conocer las tecnologías de vanguardia que habrá en 2024

Daiana Gómez Banegas, Joan Cwaik, Tomás Chernoff y Augusto Salvatto

Ticmas Academy, un programa de enseñanza superior desarrollado por la experiencia educativa Ticmas, y la Universidad de San Andrés han diseñado un programa de capacitación sobre “Tecnologías Emergentes”. Este curso de diez horas de duración es accesible desde cualquier lugar de Latinoamérica y tiene por objetivo abordar las innovaciones tecnológicas que convergen en la transformación del panorama global.

Entre las temáticas destacadas se encuentran la inteligencia artificial, el metaverso, las criptomonedas y la impresión 3D, entre otras. Dice Diego Pasjalidis, director de Ticmas Academy: “La tecnología no se limita a modificar la realidad de las empresas tecnológicas; su influencia es como el efecto mariposa que se expande, afectando primero a un sector para seguir luego alcanzando a todos los demás”.

El curso tiene una modalidad online y asincrónica, y es una oportunidad pensada para docentes, estudiantes, consultores, empresarios y otros perfiles profesionales. Su enfoque profundo proporciona un conocimiento general sobre las tecnologías emergentes, esenciales en el contexto actual.

Daiana Gómez Banegas, especialista en criptomonedas

Un encuentro con especialistas

Como parte de las actividades de promoción del curso, cuatro referentes de estas nuevas tecnologías participaron en una panel en el auditorio de Ticmas moderado por Patricio Zunini. Ellos fueron Daiana Gómez Banegas, especialista en criptomonedas, Augusto Salvatto, consultor en economía del conocimiento y emprendedor, Tomás Chernoff, fundador de Che3D, y Joan Cwaik, reconocido autor y divulgador tecnológico. El encuentro se transmitió por el canal de Ticmas de YouTube. Publicamos aquí los pasajes más salientes.

¿Cómo afectan las tecnologías emergentes el cotidiano de la gente?

—Una de las principales tendencias de la cuarta revolución industrial —dice Joan Cwaik— es que las tecnologías emergentes nos empoderan, y desde ahí surgen debates y transformaciones a nivel de paradigmas, como el de la economía, el de la educación, el de las relaciones sociales. Por ejemplo, las criptomonedas. Las tecnologías emergentes crean y transforman paradigmas económicos, sociales, industriales y políticos. Me atrevo a decir que en los últimos 30 años el mundo se modificó muchísimo más profundamente que en los últimos 200 años. Las tecnologías emergentes son uno de los grandes motores de cambio que permitieron esto en esta en esta realidad.

Joan mencionó a las criptomonedas. Daiana, ¿cómo cambiaron el mundo?

Bitcoin empezó como “la monedita de internet” —dice Daiana Gómez Banegas—. Fue una tecnología de la periferia surgida de los grupos ciberpunks como respuesta a la crisis económica y a la crisis del dinero que se vivió en 2008. Desde entonces, algunos fenómenos internacionales y también la pandemia aceleraron la conciencia sobre el valor subjetivo del dinero, sobre la necesidad de entablar formas de intercambio entre pares. Hoy escuchamos hablar de cripto y blockchain como algo innovador que se introduce de manera transversal en distintos aspectos de nuestra vida, desde identidades digitales hasta legaltech o NTFs. Se ha transformado en una tecnología transversal que nos permite pensar en nuevas formas de vinculación social y económicas.

Con el desarrollo de estas tecnologías, ¿cómo cambia la realidad de una Pyme?

—En la cuarta revolución industrial —dice Augusto Salvatto— se están produciendo cambios económicos a nivel industrial, que llevan a pensar formas nuevas de producir y de agregar valor a los productos. Las startups cada vez más pequeñas y jóvenes se están volviendo masivas y llegan a más personas. Eso provoca un montón de desafíos sobre el trabajo; creo que en los próximos años se van a dar un montón de discusiones nuevas. Ya estamos viendo cómo cambió el trabajo con el home office, el trabajo híbrido y el trabajo presencial, pero también lo vamos a ver en cuanto a nuevos mecanismos de contratación, por ejemplo. Me parece fundamental pensar en el futuro del trabajo. Es decir: cuáles son las habilidades que necesitamos para trabajar en el futuro, para autogestionar nuestro trabajo, para innovar en nuestras organizaciones. Probablemente en 2024 muchas de esas cosas se materialicen.

Joan Cwaik, autor y divulgador tecnológico

Con la propuesta de Augusto de pensar en el empleo, ¿ qué hay que mirar, Joan, ante la situación de la convergencia tecnológica? Le sumo un tema que no salió, pero que va a salir y es la inteligencia artificial.

—Hoy muchas tecnologías se analizan de forma aislada —dice Cwaik— promovido por la hiperespecialización. Lo interesante es empezar a ver cómo se combinan: cómo la toma de decisiones en inversiones de algoritmos de cripto se hace mediante inteligencia artificial o cómo mediante la impresión 3D y la robótica se puede automatizar la creación de un objeto para un cierto proceso industrial. Los puentes se están dando porque hay un acceso más económico y las barreras de entrada a nivel de experiencias de usuario son cada vez más sencillas. La inteligencia artificial generativa, que es la tecnología estrella del 2023, tiene una barrera de entrada cada vez menor para interactuar. Tenemos que ver las cosas de una forma más integral entendiendo que las cosas no se analizan de forma aislada.

Tomás, ¿cómo afecta la impresión 3D a la economía y producción?

—La impresión 3D sirvió históricamente para bajar el tiempo de desarrollo de los productos y el lanzamiento al mercado —dice Tomás Chernoff—, y eso generaba una ventaja competitiva para innovar. Hoy en día, la impresión 3D se está utilizando para fabricar productos en serie. Eso quiere decir que, sin generar stock, se pueden fabricar productos personalizados con otras capacidades técnicas, lo que abre muchísimo el abanico de posibilidades. Con lo cual no sólo es un impacto económico, sino también una transformación de los productos.

Pierpaolo Barbieri señalaba hace unos días que los agentes que provocan una disrupción en la industria son gente que viene de afuera: Steve Jobs, Elon Musk y Reed Hasting no venían de las áreas en donde triunfaron. ¿Cómo intervienen esos outsiders?

—Hay un libro de Harley Scott que se llama Menos tech y más Platón —dice Salvatto— y muestra cómo un montón de personas del mundo de las humanidades disrumpen en negocios de la tecnología. El punto es interesante. Yo creo que, por un lado, ver los problemas desde otro ángulo ayuda a pensar soluciones distintas, y, por otro lado, que estamos yendo hacia una era donde los generalistas van a tener un rol muy importante. El siglo XX fue la gran culminación de la ultraespecialización y para hablar de un tema complejo no solo tenías que tener una maestría, sino también un doctorado y un posdoctorado. Eso está bien, permitía hacer crecer el conocimiento, pero dificultaba el diálogo entre disciplinas. Uno de los grandes valores de los profesionales del siglo XXI va a ser dominar habilidades más generales en tecnología. Entender para qué sirven las criptomonedas o cómo se está usando la inteligencia artificial sin la necesidad de hacer la maestría de Data Mining, sino saber cómo funcionan y cómo usarlos en mi ámbito.

Daiana, ¿cuál es el rol de la educación en esa mirada?

—La educación tiene el gran poder de democratizar el acceso a estas tecnologías —dice Gómez Banegas— y hacer que algo que parecía abstracto se vuelva una herramienta concreta en la vida cotidiana. Que ayude a empoderarse de una manera genuina en los quehaceres de la vida. Si miramos el uso de la inteligencia artificial en personas con TDAH o con problemas de memoria o de dislexia, es enorme el impacto que tiene. Las tecnologías llevadas a la vida cotidiana y miradas desde una perspectiva transversal modifican vidas. El mayor impacto de la democratización del conocimiento es el hecho de hacer el mundo más pequeño y nuestra realidad más grande. Es cierto que a la vez se crean otras barreras y hay muchos desafíos en cómo llevar a la población hacia la digitalización sin generar nuevas brechas y más desigualdad. Pero la realidad es que tenemos que enfocarnos en cómo eso se transforma en un proceso formativo de mediano y largo plazo para la vida cotidiana.

Tomás Chernoff, fundador de Che3D

Pero para generar un producto, Tomás, ¿hay que saber de la otra disciplina en donde se va a implementar?

—Primero quería decir algo sobre la confluencia tecnológica —dice Chernoff—. Una de las grandes barreras de la impresión 3D es la generación de archivos. La tecnología evoluciona, pero a la máquina se la alimenta con un archivo: diseñar una maceta es algo simple, pero fabricar una pieza para Fórmula 1 es realmente muy complicado. Ahora bien, qué pasaría si te dijese que hay una empresa de diseño de software muy conocida que hace siete años trabaja en aplicar inteligencia artificial en la generación de archivos y que hace un mes sacó la aplicación para uso masivo. ¿Cómo se va a transformar nuestro entorno cuando se democratice el acceso a la generación de archivos? Con estos cambios, yo sostengo que el conocimiento técnico de los especialistas es muy valioso, pero es mucho más valiosa su sensibilidad humana

—La inteligencia artificial es una tecnología con más de cincuenta años de desarrollo —dice Cwaik—. Siempre fue un sueño de la informática replicar una red neuronal que piense y que se alimente de conocimiento. Hoy en día, la inteligencia artificial está mucho más inserta en nuestra vida de lo que somos conscientes. Como cuando hacemos una consulta en un motor de búsqueda o cuando se nos agrega automáticamente un vuelo en nuestra agenda. Uno de los miedos de la humanidad con la irrupción masiva de la inteligencia artificial general fue: “Qué va a pasar con mi trabajo”. Lo importante es comprender que la inteligencia artificial, como toda tecnología emergente, ejecuta muy bien las tareas, pero no reemplaza empleos. Ahora, todo trabajo reiterativo tiende a valer menos que el trabajo mental o las habilidades que nos hacen humanos.

Las tecnologías emergentes ¿no tienen algo de la vieja escuela punk del “Hágalo usted mismo”?

—Estamos viendo cómo se reescriben muchos manuales —dice Salvatto— y eso nos lleva, por un lado, a la necesidad de trabajar en una mentalidad abierta a los cambios, que no es algo natural para los seres humanos. Si bien hablamos de innovación, somos más bien conservadores. El riesgo es pensar a la economía del siglo XXI como una economía del siglo XX pero con computadoras. Lo que sería, por ejemplo, el paralelismo a lo que pasó cuando empezó la pandemia y las universidades hacían las clases presenciales pero en Zoom. Hoy, cuando pensamos en editar un libro o en filmar una serie tenemos que saber que la persona que los va a consumir va a tener el teléfono en la mano y va a sentir la pulsión de incorporarlo a la conversación. Pensemos en los debates políticos: el que se prepara para debatir tiene que pensar en qué va a hacer en Twitter el que lo mire.

¿Cómo impacta el Bitcoin en una economía descentralizada?

—Bitcoin fue la primera criptomoneda —dice Gómez Benegas— y lo revolucionario que tuvo fue el consenso descentralizado. Tanto en su emisión como en su funcionamiento, Bitcoin nace absolutamente regulado por las matemáticas. Hasta este momento no teníamos un sistema de valor de intercambio en internet que nos posibilitara esas reglas de juego sin un tercero de confianza. Ese fue el origen, pero como es open source, trajo aparejado que eso se empezara a replicar y hoy hay más de 9.000 proyectos de criptomonedas. ¿Son todos valiosos? ¡No! Personalmente creo que estamos muy verdes. Pero la promesa de las criptomonedas es la capitalización del trabajo humano. Un ejemplo: podríamos considerar que es valioso usar la bicicleta porque reduce las emisiones de CO2, reduce la gentrificación y ayuda al tránsito. Podríamos pensar en converger tecnologías y ponerle un dispositivo a la bicicleta que monetice las pedaleadas en un token y que eso sirva como una porción del pago de un servicio. Cripto va a tener un gran impacto más allá del dinero fiduciario tal como lo conocemos hoy.

Pero blockchain no se agota en lo económico. ¿Qué otros proyectos hay? ¿Por qué se usa blockchain, por ejemplo, en microcredenciales?

—Todo lo que sucede en una blockchain —dice Gómez Banegas— es como un gran asiento contable o el libro del escribano. Hay una triple entrada, donde tenemos las transacciones, el destinatario y la forma en la que se procesó esa transferencia. Impacta transversalmente por la posibilidad de ser un registro digital inalterable descentralizado. Si hablamos de credenciales verificables o de identidad digital, hoy usamos muchas. Por ejemplo, tenemos nuestro mail de Gmail o de Facebook como una suerte de pasaporte digital. Las usamos para Spotify o Netflix, pero no tenemos el control sobre la información que tienen de nosotros. El sistema de identidades verificables propone volver a tomar el control por parte del usuario. El otro tema es que permite una validación entre pares: yo puedo acreditar que soy Daiana porque Joan y Tomás validaron que soy Daiana. Esto tiene un impacto muy fuerte en la reputación crediticia y permite ampliar las fronteras de los sistemas financieros tradicionales, donde es el banco quien me asigna requisitos para el acceso al crédito. La tecnología ya no es un hecho aislado de laboratorio. Es una herramienta en la vida de las personas para nuevos modelos de vinculación social.

Augusto Salvatto, consultor en economía del conocimiento

Con todos estos cambios, con la inteligencia artificial generativa, ¿hacia dónde van carreras como la programación?

—Muchas veces pensamos que las tecnologías emergentes amenazan a los trabajos de la periferia —dice Cwaik—, los que, de alguna forma, ejecutan tareas más operativas que mentales. Pero lo que vemos es que nos impacta a todos: directa o indirectamente van a impactar sobre toda la humanidad. Pero el denominador común es que las habilidades humanas que nos destacan frente a las máquinas siguen siendo más relevantes. Interpretar un pedido, agregar una propuesta de valor, entender un contexto social, tener la flexibilidad cognitiva necesaria para tomar decisiones nos siguen destacando frente a las máquinas. Estamos en un momento de transición, donde la educación continua es clave, donde tenemos que tomar conciencia de la hiperespecialización pero también del conocimiento más blando y de la sabiduría de las habilidades más humanas. Yo creo que la adaptabilidad humana siempre va a estar por detrás del nivel de tecnología; es decir que vamos a tratar de comprender más la tecnología y de modificar nuestro día a día producto de esta evolución.

—Hace cinco o seis años —dice Salvatto— alguien dijo que los docentes no iban a desaparecer pero que los docentes que no supieran usar tecnología iban a ser reemplazados por otros que sí. Parafraseando eso, creo que los programadores definitivamente no van a desaparecer, pero los programadores que no tengan habilidades humanas de liderazgo, de vinculación con el negocio, probablemente sean los que terminen reemplazados.

—Complementando esta idea —dice Cwaik— hay sitios como GitHub, que cayeron en visitas drásticamente porque los programadores empezaron a aliarse con sistema de inteligencia artificial generativa. Antes temíamos que una máquina reemplazara al ser humano; hoy en día es más probable que aquel humano que maneje mejor la tecnología y tenga sensibilidad tenga una ventaja competitiva frente a otros.

Tomás, ¿desde qué lugar la impresión 3D se relaciona con Bitcoin, con el metaverso y la inteligencia artificial?

—La impresión 3D es el puente entre el mundo físico y el virtual —dice Chernoff—. Es lo que conecta el mundo que habitamos y vamos a habitar por muchos años. Puede transformar un archivo en materia y también materia en un archivo, porque la impresión tiene su complemento espejo, que es escaneo 3D. La impresión 3D es la herramienta que va a permitir materializar nuestro entorno. No tiene límites morfológicos. Prácticamente se puede imprimir en cualquier material. Podemos imprimir órganos con células madre, podemos usar cemento para estructuras habitables y metal para estructuras complejas con las que fabricar motores para sistemas de propulsión eficientes para ir al espacio. Si a eso le sumamos la inteligencia artificial, te respondo con una pregunta: ¿a dónde termina esto?

Augusto, te dejo la última pregunta: si el algoritmo de Spotify y Netflix influencia en nuestra elección de música y series, ¿cómo sabemos hasta dónde somos libres en cuestiones más profundas como la vocación laboral?

—Es importante trabajar en modelos de educación y de formación que podríamos llamar digitalización responsable y bienestar digital —dice Salvatto—. Eso no quiere decir ir contra el algoritmo. Lo mejor que podemos hacer es tener conciencia de qué pasa, cómo funciona el motor para recomendarme un tema o una serie. Si hacemos eso, vamos a poder escapar un poco de la cámara de eco en la que nos movemos. Escapar de la lógica permanentemente de estar mirando las mismas cosas o los mismos temas porque es lo que nos recomienda el algoritmo. A los más jóvenes se les da un teléfono celular ultrapoderoso pero nadie les enseña cómo usarlo responsablemente. Es fundamental que empecemos a generar ese tipo de iniciativas para entender cómo funciona.

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