Jaime Perczyk: “La función de la Nación es equilibrar las desigualdades entre las provincias”

En una entrevista de balance de su gestión, el exministro de Educación subrayó la importancia de que exista una instancia nacional para coordinar las políticas educativas y compensar las asimetrías territoriales. También repasó los logros y deudas pendientes de la etapa que termina

En su última semana al frente del Ministerio de Educación, Jaime Perczyk hizo un repaso de su gestión a modo de balance.

Como toda etapa que se cierra, el final de un gobierno invita a los balances. En ese repaso de la gestión, la voz de los protagonistas es fundamental para entender lo que pasó (y para ver cómo lo entienden ellos). En su última semana al frente del Ministerio de Educación de la Nación, Infobae entrevistó a Jaime Perczyk, titular de la cartera educativa en el segundo tramo del gobierno de Alberto Fernández, desde septiembre de 2021 hasta ahora.

Perczyk reemplazó a Nicolás Trotta, quien lideró la gestión educativa durante la pandemia (2020-2021) y la interrupción de clases presenciales en el país. Es profesor y licenciado en Educación Física y fue secretario de Políticas Universitarias (2019-2021), secretario de Educación durante el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (2011-2015) y rector de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNaHur), donde se encontraba de licencia.

–¿Cuáles considera que fueron los logros de su gestión?

–Nosotros veníamos de cuatro años muy difíciles para la educación, con una caída de la inversión en el gobierno de Macri de 6 puntos del PBI a 4,9%, con una reducción de la cantidad de becas, pérdida de poder adquisitivo del salario de los docentes, construcción de 150 jardines en vez de los 3000 que habían prometido, un solo edificio en una universidad nacional, un deterioro de la provisión de libros a los chicos y las escuelas.

Cuando asumimos, en septiembre de 2021, en la Argentina se discutía si iba a haber clases o no. El balance requiere ver qué pasaba en aquel momento, cuando había centenares de miles de pibes fuera de la escuela, desvinculados, y estaba la discusión sobre la presencialidad. La Argentina logró un gran acuerdo ahí: que todos los pibes volvieran a la escuela.

Nos lo propusimos y lo logramos. Esa primera persona del plural abarca a las familias, los maestros, los directores, los auxiliares, los intendentes, los credos, los clubes, los gobiernos provinciales, el gobierno nacional, los empresarios, los trabajadores, los medios.

Otro logro fue que todos los chicos argentinos de nivel inicial y primaria recibieron libros, y en 2023 incorporamos a los chicos de secundaria; repartimos 38 millones de libros. Recuperamos el programa Conectar Igualdad, con más de 1 millón de computadoras distribuidas, con casi el 85% de los chicos argentinos con conectividad en su escuela.

También extendimos las becas Progresar para que los pibes de 16 y 17 años vayan a la escuela, dimos 700.000 becas. Las escuelas tienen que cargar el rendimiento y la asistencia de los pibes. Eso hizo que bajara el abandono escolar 9,3 puntos porcentuales: es el resultado de esas políticas.

A partir de 2022 incorporamos una hora más de clase en las escuelas primarias públicas. Cuando empezamos, el 17% de las escuelas tenían más de 20 horas semanales de clase. Hoy el 85% tiene al menos 25 horas. Aumentamos un 50% las escuelas que tienen jornada completa o extendida.

Incorporamos un financiamiento importante para las escuelas secundarias técnicas, con el programa FORJAR para comprar equipamiento durante dos años. También lanzamos una nueva modalidad de escuela secundaria, la Educación Profesional Secundaria, que otorga certificación profesional y título secundario, con 800 horas de formación profesional. Es un intento de vincular la escuela secundaria con el mundo del trabajo.

También pusimos en marcha el Sistema Integral de Información Digital Educativa (SInIDE), que estaba parado, aunque tenía una resolución del Consejo Federal (de 2014) y la Ley de Cédula Escolar (de 2018), de los senadores Julio Cobos y Norma Durango. Hoy tenés 22 provincias (todas menos San Luis y Misiones) que no solo tienen la cédula escolar, sino que toman lista diariamente en este sistema. Tenemos el registro del presentismo de los chicos, tenemos la trayectoria escolar y ahora empezamos a titular en formato digital, con blockchain, con un repositorio nacional de títulos secundarios y superiores. Los chicos van a llevar su título de secundaria en el teléfono. Ya empezó la provincia de Córdoba, después La Pampa y luego Santa Fe y provincia de Buenos Aires. Ahí hay un tema de eficiencia y de seguridad para los chicos.

También estamos en un proceso de transformación de la universidad, con un acuerdo en el Consejo de Universidades, entre las instituciones públicas y privadas, para reformular los planes de estudio con horas mínimas y máximas, con títulos intermedios. Es importante que los chicos tengan carreras cortas, que se inserten en el mundo del trabajo y que puedan volver y continuar carreras de grado en la universidad, con oficios, con una carrera de investigador, con la curricularización de la extensión.

En síntesis, desde el nivel inicial hasta la universidad, hay un proceso que tiene que continuar en el tiempo. En educación no hay nada que empiece y se termine al otro día. Esto requiere muchos años de trabajo continuo, y es lo que nosotros vamos a seguir defendiendo.

–¿Cuáles cree que son las principales deudas y desafíos pendientes? Esta semana, los resultados de PISA volvieron a poner el foco sobre los déficits en los aprendizajes básicos.

–En PISA Argentina mantiene la estabilidad, aun cuando ha habido un retroceso en los países de la OCDE, en la región y en las jurisdicciones de nuestro país que participaron con sobremuestra. Esa estabilidad se da al mismo tiempo que incorporamos chicos al sistema educativo: desde 2007 sumamos 20 puntos de inclusión en la secundaria. En todo el mundo los resultados retrocedieron tras la pandemia, producto de lo que Naciones Unidas llama una “crisis del aprendizaje”.

También hubo una mejora en el primer cuartil, o sea, en aquellos chicos a los que les iba peor. Y empeoraron los chicos del cuarto cuartil, los que estaban más arriba. Entonces tenemos una muestra estable y más homogénea, que nos desafía que nuestros chicos aprendan más.

Ese es el gran desafío: lograr que nuestros pibes mejoren sus niveles de aprendizaje. Para eso hace falta garantizar que haya clase todos los días, todas las horas, para todos los estudiantes, durante más años. Por eso impulsamos más jardines y la quinta hora de clase en las escuelas primarias, y lo incluimos en la nueva Ley de Financiamiento Educativo. Para eso también hay que reducir los niveles de ausentismo de los chicos y de los docentes.

Otro desafío es sumar más horas de clase en la escuela secundaria y duplicar la cantidad de escuelas técnicas. Hoy tenés el 17% de los chicos que van a la escuela técnica; hay que llegar a más del 30% para tener trabajadores calificados que le permitan a la Argentina agregar valor.

"La educación en Argentina tiene una envergadura enorme como para que no haya ministerio, tiene problemas que son propios", consideró Perczyk.

–¿Por qué estamos debatiendo cuestiones tan básicas en Argentina, como que los chicos tengan clases todos los días? ¿No es casi obvio que eso suceda?

–Tiene que ver con cuatro años de ajuste en el gobierno anterior, cuatro años muy difíciles para el sistema educativo, con una pérdida de 25% del poder adquisitivo de los docentes. Veníamos de no hacer jardines, de no entregar libros, de reducir las computadoras. Después vino la pandemia, y el desafío de volver a llevar a todos los pibes a la escuela. Cada etapa tiene un desafío y un planteo nuevo. Así hemos llegado hasta acá. Y ahora el pueblo ha decidido soberanamente cuál es el camino. Nosotros vamos a seguir defendiendo que hay que garantizar más días, más horas y más años de clase, con materiales pedagógicos en la escuela y en casa: libros, computadoras, laboratorios, material de arte, de educación física. Enriquecer ese equipamiento es fundamental para la mejora. Todo eso requiere de políticas y de financiamiento sostenido durante muchos años.

–¿Qué rol cree que tendrá el Consejo Federal de Educación en la etapa que comienza ahora?

–En Argentina el Consejo Federal siempre tuvo un papel importante. A mediados del siglo XIX, Argentina eran 14 provincias que decidieron hacer un país y en aquel momento le cedieron a la nación determinadas responsabilidades. La Ley 1420, de 1884, era una ley que regulaba la escuela primaria en los territorios nacionales y en la ciudad de Buenos Aires, pero las provincias tenían leyes de educación pública gratuita desde antes. Después vino Ley Láinez en 1905, con la Nación haciendo y administrando escuelas en las provincias.

Después tuvimos, en la última dictadura, la transferencia de las escuelas primarias a las provincias, y en 1992 la transferencia de la secundaria y los institutos de formación docente. Eso generó, por un lado, un gran déficit fiscal en las provincias. Y por otro lado, un desarrollo muy desigual de los sistemas educativos. La función de la Nación educativa es equilibrar esas desigualdades, como lo marcan la Constitución y la Ley de Educación Nacional.

En un país federal, las instancias de coordinación y de articulación son centrales. Esa es la función del Consejo Federal de Educación y sus comisiones, así como del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), el Consejo de Rectores de las Universidades Privadas (CRUP) y el Consejo de Universidades, donde se acuerdan las políticas para el nivel universitario.

–El ministerio va a convertirse en secretaría; en la campaña se habló incluso de cerrarlo. ¿Por qué es necesario tener un organismo nacional de conducción de la política educativa?

–Porque si no hay un Ministerio de Educación nacional, puede que no todos los chicos argentinos tengan libros: quizás los tengan en unas provincias, y en otras no. Todos los pibes argentinos nacen bajo la misma Constitución Nacional, tienen los mismos derechos. Hay un Ministerio de Educación nacional porque hay necesidades nacionales.

Tener un ministerio nacional te permite la articulación necesaria para asegurar que los títulos valgan: si no, puede ser que el título de un bonaerense no sea reconocido en La Pampa, o que el de un correntino no valga en Formosa.

La Nación hoy les paga el 10% del salario inicial a los maestros de todo el país. Si no hubiera ministerio nacional, hoy no habría una hora más de clase en las escuelas primarias de todo el país. Córdoba la tendría, porque ellos avanzaron antes, pero si cruzaras el límite a La Pampa o Santa Fe, esos alumnos no lo tendrían.

–¿Qué piensa de la integración de Educación con las áreas de Desarrollo Social y Trabajo en el Ministerio de Capital Humano?

–Me parece que la educación en Argentina tiene una envergadura enorme como para que no haya ministerio, tiene problemas que son propios, distintos de los problemas del desarrollo social y del trabajo. Yo creo en un modelo donde educación y trabajo son los organizadores de la familia. Pero el 19 de noviembre el pueblo soberano eligió un camino; eventualmente aparecerán las discusiones políticas que tengan que aparecer.

–El nuevo gobierno anunció un ajuste fiscal significativo. ¿Qué proporción de la actual inversión educativa está “blindada” de un eventual recorte?

–Nosotros propusimos en la campaña que había que expandir el presupuesto educativo y llegar al 8% del PBI en ocho años. Durante años escuchamos que la mejor manera de combatir la desigualdad, la falta de trabajo, la pobreza, era con más educación. Si es así, hay que hacer más jardines. ¿Cómo los van a hacer con recorte? No hay manera. Tenemos dificultades en lengua y matemática. ¿Cómo van a mejorar? ¿Sin libros, sin capacitación docente, sin más horas de clase? Es un sinsentido recortar: hay que expandir el financiamiento educativo.

–Sin embargo, el proyecto de presupuesto enviado al Congreso por el Poder Ejecutivo implicaba un ajuste para educación, según un informe reciente de Argentinos por la Educación.

–Ese análisis es incorrecto, no tiene en cuenta tres cosas. Por un lado, no cuenta las Obligaciones a cargo del Tesoro, que tienen parte del financiamiento educativo, donde está por ejemplo la paritaria. Lo segundo que no pusieron son 770 mil millones que están en obligaciones negociables, en ampliaciones presupuestarias. Lo otro que no está ahí es el aumento de las becas que mandamos en septiembre, y también son obligaciones a cargo del Tesoro. Entonces es una foto comparando lo que no se puede comparar, porque considera solamente lo que figura bajo jurisdicción del Ministerio de Educación. El presupuesto enviado al Congreso defiende la inversión en educación.

–¿Cree que se va a sostener el financiamiento de la quinta hora de clase en primaria?

–Para eso firmamos un convenio con las provincias; cada una asumió una parte de ese financiamiento y también el compromiso de hacerse cargo al 100% cuando hayan pasado cinco años de implementación. El año que viene, la responsabilidad será compartida entre Nación y provincias.

–El valor de la Educación Sexual Integral fue otro eje de debate en la campaña. La plataforma original de La Libertad Avanza proponía eliminarla, usted la ha defendido. ¿Por qué?

–En primer lugar, la ESI en Argentina está garantizada por la Ley 26.150 de 2006. Para cambiar eso hay que cambiar una ley. Por otro lado, nosotros vemos una demanda cada vez mayor por parte de los estudiantes: piden más ESI, no menos. La ESI surge de un gran consenso: necesitó consenso en el Congreso, pero también lo tiene en la producción de materiales, que están basados en dos principios: la validez del conocimiento científico y el respeto. La ESI tiene que ver con el cuidado de uno mismo y del otro, con valores asociados al respeto por los demás.

Hace un tiempo leí en Infobae una nota en la que Rafael Rofman asociaba la ESI con el descenso del embarazo adolescente no intencional. Yo lo comparto. Ahí se ve la posibilidad que han tenido los chicos y chicas de tener conocimiento científico. Cuando empezó la ESI, nosotros preguntábamos a los chicos y, por ejemplo, estaba muy extendida la idea de que la primera relación sexual no embarazaba.

También está el tema del abuso: el 90% de los casos de abuso son intrafamiliares. Eso es muy doloroso, pero ponerle voz en la escuela tiene mucha importancia. Tener el conocimiento de que eso no debe ser así les permite a los chicos poder expresarlo con sus maestras o con sus compañeros.

–¿Qué aprendió en su paso por el Ministerio de Educación de la Nación? ¿Tiene algún consejo para su sucesor, Carlos Torrendell?

–Consejos no, en todo caso lo conversaré con él. En cuanto a los aprendizajes, para mí hubo uno muy importante que es el valor de los acuerdos y de cumplir la palabra. También creo que hay que poner a los chicos en el centro de todas las discusiones: cuando debatimos en el Consejo Federal, cuando surgen conflictos entre la Nación y una provincia, o al interior de las provincias, la salida es poner a los chicos en el centro. Asociado a eso, creo que cualquier política de transformación hay que hacerla con los trabajadores de la educación sentados en la mesa, ellos deben tener voz. La que define es la política, con el poder delegado por el soberano. Nosotros hemos trabajado lealmente, con compromiso, con todas las provincias, porque en todas hay chicos y docentes que son argentinos.

Entonces: cumplir con los acuerdos, poner a los chicos en el centro de las discusiones, escuchar a los trabajadores de la educación, garantizar la pelea por los recursos. También, entender que esto es a largo plazo, y que todos los chicos en Argentina tienen los mismos derechos.