“Una cuestión de actitud”: cómo piensan los tres alumnos que ganaron las olimpiadas de Filosofía

Violeta Albinarrate, Marcos Sánchez de Bustamante y Victoria Varacalli, estudiantes del último año de secundaria, resultaron ganadores en los dos certámenes que se celebran en el país, uno organizado por la UBA y otro por el Ministerio de Educación y la Universidad Nacional de Tucumán

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Violeta Albinarrate cursa el último
Violeta Albinarrate cursa el último año de secundaria en el Colegio Nacional de Buenos Aires y fue una de los dos ganadores la Olimpíada Argentina de Filosofía.

Varios pensadores definen la filosofía como una actitud antes que una disciplina: una forma de mirar lo real dispuesta al asombro y la duda; una capacidad de interrogar lo que se nos presenta como natural, de plantear una pregunta donde otros simplemente siguen de largo. Esa actitud puede reconocerse en Platón, San Agustín, Kant, Heidegger, Deleuze… Y en Victoria Varacalli, Violeta Albinarrate y Marcos Sánchez de Bustamante, los estudiantes argentinos que ganaron este año las olimpíadas nacionales de Filosofía.

¿Puede haber política sin el que piensa diferente? ¿La democracia es consenso o es conflicto? ¿Es deseable la inmortalidad? ¿Por qué pasamos tanto tiempo en las redes? ¿Cómo podemos alcanzar la autenticidad? ¿Por qué los seres humanos recurren a la guerra para resolver sus diferencias?

Estas son algunas de las preguntas en torno a las cuales escribieron, pensaron y debatieron los adolescentes que participaron de las olimpiadas nacionales de Filosofía. En Argentina hay dos certámenes nacionales: por un lado, el que organiza la Universidad de Buenos Aires; por el otro, el organizados por la Universidad Nacional de Tucumán y el Ministerio de Educación de la Nación.

En la primera resultaron ganadores Violeta Albinarrate, estudiante del Colegio Nacional de Buenos Aires (CNBA), la escuela pública que depende de la UBA, y Marcos Sánchez de Bustamante, alumno del Complejo Educativo José Hernández, una escuela privada en San Salvador de Jujuy. En la segunda, la ganadora fue Victoria Varacalli, alumna del último año de secundaria del Instituto Libre de Segunda Enseñanza (ILSE), también dependiente de la UBA.

Desde el CNBA vienen potenciando la participación de sus estudiantes en las diferentes olimpiadas. A fines de 2022 crearon el Club Olímpico, una iniciativa que apunta a fortalecer y articular los distintos talleres de olimpiadas en el colegio (que incluyen desde Filosofía hasta Física, Matemática o Astronomía). Aseguran que allí los estudiantes “descubren una forma distinta de acercarse al conocimiento, donde la motivación y el placer juegan un rol central”.

Los estudiantes que ganaron este año las olimpiadas de Filosofía contaron a Infobae que su vínculo con la disciplina en general los acompaña desde chicos, por influencia familiar o por descubrimiento personal de algún libro o autor que les cambió la forma de pensar. A la vez, ninguno de ellos la piensa como una carrera, sino más bien como un hábito –una actitud– que los acompañará toda la vida.

Violeta y Rancière: el valor del desacuerdo

Para Violeta Albinarrate, además de la influencia de su papá, fue determinante la serie Merlí: “Me abrió la cabeza”, asegura. Este año fue su segunda participación; en 2022 no le había ido tan bien. Para la primera instancia, online, le asignaron la lectura de textos de cuatro autores clásicos: Aristóteles, Protágoras, Rousseau y Locke. De los tres ejes propuestos –ético, político y epistemológico–, ella había elegido el último. Para la segunda, que fue presencial en Villa La Angostura –en la Residencia Inacayal que tiene allí la UBA– le tocó leer a filósofos contemporáneos: Jacques Rancière, Federico Schuster, Danielle Tartakowsky, Leopoldo Zea y Enrique Dussel.

“Los leíamos en voz alta con mi profesor, Juan Goldin. Él me sacaba de clase o yo iba más temprano al colegio. Los leí antes del viaje de egresados. Algunos me quedaron llenos de flechas y colores, eran realmente densos”, cuenta Violeta, y menciona también al profesor Damián Canali, quien se dedica desde hace diez años a preparar estudiantes para las dos olimpiadas (la de la UBA y la UNT). “Cuando volví del viaje de egresados, me puse a resumir. Es lo que más me funciona para estudiar: así me quedan los conceptos. Trataba de releerlos todos los días”, explica Violeta.

Ella asegura que nunca se imaginó que podría ganar. Lo primero que hizo al llegar a La Angostura fue sumergirse en el Nahuel Huapi, aunque hacía frío: le había quedado la cuenta pendiente en el viaje de egresados. Desde ese día la conocieron como “la chica que se metió al lago”. Como Victoria y Marcos, destaca la experiencia por los vínculos que pudo construir ahí, con estudiantes de todo el país.

Sobre la evaluación, repasa: “Es un examen que tiene partes más académicas, de chequeo de lectura de los textos, y otras de reflexión más personal. No sabés qué autor te van a tomar. Por suerte me tocó Rancière, que era el que mejor conocía. Al ser el que más me costaba, le había dedicado más tiempo”. Violeta explica que escribió sobre el valor del desacuerdo en la política desde la perspectiva de este autor, y lo relacionó con los 40 años de democracia en Argentina.

Marcos y B.C. Han: el imperativo de la autenticidad

Marcos Sánchez de Bustamante participó en el eje ético. “Eran tres consignas muy abiertas, y tenías tres horas para resolverlas. Previamente me habían dado cuatro filósofos para estudiar: Jean Paul Sartre, Byung Chul-Han, Rodolfo Kusch y Augusto Salazar Bondy. En el examen me tocó B. C. Han. Las dos primeras consignas eran de argumentación, la tercera más de opinión personal. Escribí una página, otros escribieron cinco; por eso no me imaginé que podía ganar. Pero creo que fui al punto”, explica Marcos.

Marcos Sánchez de Bustamante cursa
Marcos Sánchez de Bustamante cursa el último año de secundaria en el Complejo Educativo José Hernández, en San Salvador de Jujuy.

El disparador de su reflexión fue la pregunta sobre “qué significa ser auténtico hoy”; el filósofo surcoreano sugiere que en las redes existe un “imperativo de autenticidad”, señala Marcos. Aunque le gustó leer a un filósofo vivo, asegura que sus preferidos son los antiguos: “Sócrates, Platón, Aristóteles. De ahí sale toda la filosofía, el verdadero pensamiento”, define.

Al día siguiente del examen, los jurados corrigieron los trabajos –entregados de manera anónima– y anunciaron los ganadores. Violeta se sorprendió al escuchar su nombre, al igual que Marcos, que salió primero. Ambos clasificaron para participar de la olimpíada internacional, en mayo de 2024 en Finlandia.

“La preparación será por Zoom, con apoyo de la UBA. Es una olimpíada más ensayística, se puede participar en inglés, francés o alemán. Nosotros nos vamos a preparar en inglés. Te dan cuatro oraciones, te puede tocar cualquier filósofo de cualquier época y lugar del mundo. Vos tenés que escribir un ensayo argumentativo a partir de eso, en inglés, en 4 horas, volcando todos tus conocimientos”, anticipa Violeta.

La Olimpíada Argentina de Filosofía,
La Olimpíada Argentina de Filosofía, organizada por la UBA, se llevó a cabo en la Residencia Inacayal, un predio de la universidad en Villa La Angostura.

Victoria y Sartre: la pregunta por la (in)mortalidad

La experiencia de Victoria Varacalli –que este jueves termina las clases en el ILSE– fue diferente, dado que la participación en la Olimpiada de Filosofía de la República Argentina organizada por la UNT y el Ministerio de Educación requiere la escritura previa de un ensayo. El tema de este año era “Sujetos en la era de la tecnociencia”.

El ensayo de Victoria, titulado “La melancolía de morir en este mundo y de vivir sin una estúpida razón”, propone un recorrido por distintos autores –desde el cosmismo ruso hasta el transhumanismo, pasando por Heidegger, Sartre y Borges– a partir de la pregunta por la inmortalidad. Lo estuvo trabajando durante dos meses, con apoyo del profesor Canali, con quien se reunía por Zoom todos los miércoles.

“La idea del ensayo surgió a partir de una clase de Literatura Latina, donde la profesora habló sobre el tema del vampirismo y cómo refleja el deseo del ser humano de ser inmortal”, cuenta Victoria. Y explica: “Mi interés por la filosofía nace de mi padre, que tiene un montón de libros. Mi filósofo favorito es Sartre. Lo descubrí por mi cuenta, cuando leí hace un par de años la obra de teatro A puerta cerrada”.

Sobre la dinámica de la olimpiada, cuenta: “Vos escribís el ensayo, después en las instancias presenciales lo exponés frente a los jurados y a tus pares y ellos te hacen preguntas. Evalúan cómo lo escribiste, cómo lo expusiste y qué preguntas les hiciste a tus pares”. Victoria se llevó un doble reconocimiento: el primer premio del jurado y la mención de sus pares.

El año que viene va a empezar la carrera de Geografía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. “Me llamó la atención que ninguno de los que participábamos en la olimpíada pensábamos dedicarnos a la filosofía. Creo que uno puede pensar filosóficamente desde la disciplina que eligió, desde su experiencia. La filosofía es una parte importante de mi vida, pero es más una actitud que tiene que ver con la curiosidad, con saber que no somos los primeros que nos hacemos ciertas preguntas”, explica Victoria.

Violeta, por su parte, piensa tomarse un año para estudiar inglés y asistir a clases de actuación. Mientras que Marcos va a estudiar Arquitectura. “La filosofía es lo que más me gusta, pero por eso la quiero tener como hobby y no como trabajo”, explica él. Y asegura: “Si algún chico de mi edad lee esta nota, me gustaría decirle que no crea que la filosofía no sirve para nada. Todo lo contrario. Es una forma de razonar, de entender la vida. A mí me abrió la cabeza, me cambió en muchos aspectos. Me ayudó a pensar e incluso a salir adelante en ciertas situaciones de mi vida”.

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