La Argentina viene registrando una caída en los nacimientos en los últimos 8 años. Entre 2014 y 2021 disminuyó 32% la cantidad de nacidos vivos: en 2014 hubo 777.012 nacimientos; en 2021 la cifra bajó a 529.794. A partir del año 2019, este proceso demográfico empezó a impactar en el sistema educativo: cayó la matrícula, primero en el nivel inicial y ahora también en la primaria. Los expertos señalan que este fenómeno implica una oportunidad para mejorar la inversión y la calidad educativa.
El país, como el resto de América Latina, atraviesa un “bono demográfico”: en estos años, cuenta con una proporción mayoritaria de población activa (jóvenes y adultos), mientras que disminuye la proporción de niños y adolescentes (por el descenso de la natalidad) y aún es bajo el peso relativo de los mayores de 65. Según las estimaciones, el pico del bono demográfico se alcanzará a mediados de la década de 2030: a partir de ese momento, por el envejecimiento de la población habrá una proporción menor de personas económicamente activas.
“Si las tendencias actuales se mantienen, se podría esperar que el punto más alto del bono demográfico se registre en unos 15 años. Pero eso tiene que ver con la velocidad a la que aumentará la población de adultos mayores. En relación con los niños, las proyecciones indican que el número de nacimientos debería estabilizarse en torno a los 500.000 por año, cerca del nivel actual”, explicó Rafael Rofman, especialista en temas demográficos y de políticas sociales, a Infobae.
¿Cómo se explica la baja en los nacimientos? Los expertos mencionan distintos factores, entre los que aparecen la reducción del embarazo adolescente no intencional, gracias a la implementación de políticas como la Educación Sexual Integral, el Programa Nacional de Salud Sexual y Reproductiva y el Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA).
“Durante los últimos siete años, se ha reducido significativamente el embarazo no intencional en la adolescencia, una de las principales causas del abandono escolar. Esta caída abre una oportunidad para aprovechar el bono demográfico fortaleciendo las trayectorias educativas y aumentando la participación laboral de muchos jóvenes”, afirmaron Juan Camisassa y Emanuel López Méndez, del programa de Protección Social de CIPPEC.
Cae la matrícula en el jardín de infantes
Además de este efecto en la escuela secundaria –una reducción del abandono por menores tasas de embarazo adolescente, entre otras causas–, la caída de la natalidad ya está repercutiendo en las aulas de jardín y primaria, según muestra el informe “Tendencias demográficas recientes y su impacto en la matrícula escolar”, de la Secretaría de Evaluación e Información Educativa de la Nación. Solo entre 2019 y 2022 hubo 137.500 niños y niñas menos en el jardín de infantes, según los datos oficiales.
La primera en acusar el impacto fue la sala de 3, a pesar de que allí la tasa de escolarización (la cantidad de chicos que asisten sobre el total de chicos en edad de asistir) ronda el 42% y, por lo tanto, hay margen para que la matrícula crezca aun cuando disminuye la población. Según los datos oficiales, en 2019 –justo 3 años después de que comenzara la caída en la natalidad– la matrícula de sala de 3 fue de 328.122 estudiantes: 10.625 menos que en 2018. En 2022 hubo 312.692 alumnos en sala de 3: un 8% menos que en 2018.
La sala de 4 vio caer su matrícula al año siguiente: se pasó de un pico de 686.693 alumnos en 2019 a 651.517 en 2020; la cifra llegó a 617.591 en 2022. Entre 2019 y 2022, la cantidad de estudiantes cayó 10% en esta sala, que es obligatoria desde 2014 y casi duplica la tasa de escolarización de sala de 3 (asiste el 83% de los chicos).
En sala de 5, la matrícula descendió fuerte en 2021 –el segundo año de la pandemia de COVID-19–, pero siguió cayendo en 2022: tras un pico de 752.806 alumnos en 2020, el último dato registró 688.050 alumnos, lo que supone una caída del 9% en apenas dos años. En esta sala, obligatoria desde 1993, la cobertura es prácticamente universal desde hace años, al igual que en primaria.
“La disminución de la natalidad registrada desde 2015 en nuestro país ya está impactando en la demanda educativa, generando una reducción de matrícula con 3 años de edad a partir de 2019, con 4 años desde 2020 y con 5 años desde 2021″, señala el informe de la Secretaría de Evaluación, que depende del Ministerio de Educación de la Nación. Y agrega que las estimaciones de población basadas los datos de nacimientos y defunciones muestran que “esta tendencia se sostendrá en los próximos años”.
A partir de 2022, la baja de la natalidad también empezó a repercutir en la escuela primaria, con una caída en la cantidad de chicos que ingresan a primer grado. El documento oficial indica que a partir de 2022 se observa “una desaceleración de la demanda sobre la educación primaria” y que “hacia 2024 ingresaría en una fase claramente descendente”.
Una oportunidad para mejorar la cobertura y la calidad
Los expertos señalan que la caída de la natalidad puede ser una oportunidad para expandir la cobertura del nivel inicial, para aumentar el gasto por alumno aun sin incrementar el presupuesto, y para mejorar las condiciones de enseñanza en primaria, con menos alumnos por docente.
“En un contexto en el que la inversión en educación está por debajo del objetivo del 6% del PBI estipulado legalmente, la reciente disminución de la fecundidad puede abrir una ventana de oportunidad: en los próximos años, el número de niños y niñas que ingresarán a la educación obligatoria en Argentina será aproximadamente un 33% menor al que lo hacía hace apenas 5 años”, dijeron Camisassa y López Méndez.
Esto implica no solo más disponibilidad de recursos, sino también mayor margen de maniobra para implementar reformas. “Esta diferencia se mantendrá a lo largo del tiempo e irá, progresivamente, afectando a los distintos niveles educativos, liberando recursos, permitiendo concentrar esfuerzos en menos estudiantes y generando oportunidades para avanzar en reformas que, en el contexto de un sistema presionado por la demanda, son más complejas de instrumentar”, agregaron los especialistas de CIPPEC.
“Este cambio en la estructura de edad –producto de la transición demográfica– tiene un impacto positivo sobre el sector educativo. Una menor cantidad de potenciales demandantes, independientemente del gasto total destinado a la educación, genera un mejor gasto relativo en los niveles inicial y primario. La reducción del flujo de estudiantes hace que, con el mismo presupuesto, cada año sea posible destinar más recursos a cada alumno”, analizó Fernando Manzano, economista, demógrafo e investigador del Conicet.
“Los datos implican, en la práctica, que el problema de las vacantes de salas de 4 y 5 ya no sería tal el año que viene, mientras que en las salas de 3 llevaría un tiempo más. Por supuesto, estos son datos agregados, y seguramente hay problemas de distribución territorial que deben ser resueltos, pero será más fácil”, señaló Rofman.
Sobre este punto, el informe del Ministerio de Educación recomienda efectuar un estudio de vacancias para poder establecer “con el mayor nivel de desagregación territorial posible” cuál será la demanda de nivel inicial en los próximos años, y cotejarla con la oferta disponible actualmente. Así se podría evaluar con precisión en qué localidades es necesario focalizar la inversión en infraestructura. Esto requeriría que se publicaran los datos del Censo 2022, que aún no están disponibles.
Por otro lado, continuó Rofman, “la disminución de la demanda implicará que harán falta menos docentes al frente de las aulas, lo que permitiría concentrar los recursos de formación en mejorar la calidad: o sea, podemos producir menos docentes pero mejor formados”. Por supuesto, aprovechar esa oportunidad no es automático: dependerá de que se tomen las decisiones políticas necesarias.
Prioridades para los próximos años
En el nivel primario, los datos conducen a una reducción de la cantidad de alumnos por docente. “Considerando la vasta oferta educativa existente del nivel primario, una baja progresiva en la cantidad de estudiantes implica que la relación docente/estudiantes también tenderá a ser menor. En tiempos en los que el trabajo con aulas heterogéneas se torna cada vez más necesario, un tamaño menor del grupo clase constituye una condición favorable para la labor docente”, indica el estudio de la Secretaría de Evaluación.
Ante este escenario inédito, los expertos sugieren algunas prioridades para enfocar la inversión. “Los nuevos recursos disponibles pueden utilizarse para dar cobertura a poblaciones donde aún falta, garantizar la universalidad en las salas de 3 años, mejorar las condiciones pedagógicas y de aprendizaje actuales, avanzar en la ampliación de la jornada escolar y aumentar la inversión en infraestructura escolar”, enumeró Manzano, que tiene un canal de divulgación en YouTube denominado “Datos y Ciencias Sociales”.
Desde CIPPEC hicieron hincapié en la inversión en la primera infancia, especialmente en la franja donde hoy existen más asimetrías: la de 0 a 3 años. “Es esencial fortalecer la oferta de espacios de educación y cuidados para la primera infancia en todos sus formatos (Centros de Desarrollo Infantil, jardines maternales, salas cuna), que promueven de manera sinérgica el desarrollo de los niños y la autonomía económica de las mujeres. La caída de la fecundidad abre una oportunidad para comenzar a cerrar las amplias brechas de cobertura que existen en el tramo de 0 a 3 años y para universalizar la sala de 4″, plantearon Camisassa y López Méndez.
La ampliación de la jornada escolar –en primaria y en secundaria–, la inversión en infraestructura –especialmente en el nivel inicial–, el desarrollo de herramientas para prevenir el abandono en secundaria (como los Sistemas de Alerta Temprana) y el foco en la mejora de la calidad educativa en todos los niveles (desde jardín maternal hasta secundaria) aparecen como cuestiones críticas para aprovechar esta “oportunidad demográfica”.
Los especialistas advierten que es fundamental brindar a las nuevas generaciones una educación de calidad que les permita mejorar la productividad y enfrentar el desafío que viene a partir de la próxima década: cómo sostener a una población cada vez más envejecida, con una proporción decreciente de personas económicamente activas.