“Yo pienso que nunca te graduas de la universidad”, dice Jorge Blando, vicerrector de Educación Continua del Tec de Monterrey. Lo dice sabiendo que sí, que al cabo de cuatro años uno termina por graduarse, pero también sabiendo que no, que las transformaciones en tecnología y en el trabajo obligan a que todo profesional tenga una actualización permanente.
Blando, además, es presidente de RECLA (Red de Educación Continua de Latinoamérica y Europa) que nuclea a casi 150 instituciones universitarias entre públicas y privadas. “Lo interesante es que hemos sido capaces de dejar de mirarnos como competencia”, dice, “y ahora empezamos a colaborar: las fortalezas de unos y otros permiten construir un mejor programa para la sociedad más pertinente”.
—Una de las encrucijadas de la educación superior es si los estudiantes deben seguir una carrera universitaria o formarse con talleres y bootcamps a lo largo del tiempo. ¿Cómo se plantean desde el Tec esta disyuntiva?
—Hay segmentos de población para ambas formas de vivir la educación y el aprendizaje. La educación universitaria tal como la conocemos va a continuar y va a seguir enriqueciéndose con tecnología. Va a tener más flexibilidad, más cercanía con los desafíos y los retos de las organizaciones y del mundo. Pero, por otro lado, el aprendizaje no formal que se puede expresar de muchas formas —no solo con talleres y bootcamps— va a volverse un esquema tipo Lego donde tomes pequeñas píldoras, nanocursos y microcredenciales que se irán sumando e integrando a un portafolio y que dé evidencias de que eres competente y eso te va a dar finalmente un certificado.
—En la universidad clásica hay un programa de estudios que comienza y termina. Pero también hay otras versiones que suman puntaje que llegar al para un título. ¿A eso apuntan las microcredenciales?
—Es muy similar a eso. Pero, más que puntajes, yo creo que es la acreditación de que eres competente para ciertas cosas, y la suma de esas competencias te hacen ya un profesional en un cierto tema. Entonces, más que ir a buscar como una acumulación de puntos, lo que estás haciendo es una trayectoria profesional que requiere ciertas competencias. Algunas, a lo mejor, ya las tienes y sólo tienes que acreditarlas. Otras hay que tomarlas, desarrollarlas y presentar evidencia de que las obtuviste. Lo que viene a futuro es la posibilidad de combinar diferentes opciones y alternativas para acreditar esa trayectoria.
—¿Cómo son los bootcamps del Tec?
—Hay dos tipos de bootcamps. Uno, por ejemplo, es el que se hace para aprender a programar. Se parte de cero y en unas semanas, poquito menos de un semestre, tienes las competencias para programar. La mayoría de los que lo toman salen con un trabajo. Ese es un tipo de bootcamp muy especializado, muy orientado a una competencia muy clara, muy potente. Tiene un costo que, por supuesto, es mucho menor que tomar una carrera y esa es la ventaja. Pero también estamos explorando otros modelos de bootcamps, que suceden en entornos de organizaciones.
—¿Cómo sería?
—Tomemos una organización, una empresa grande que nos pide desarrollar competencias de agilidad, innovación, intraemprendimiento, etcétera, entre sus empleados. Nosotros diseñamos un bootcamp que a lo largo de unas semanas, en periodos más cortos incluso que los de programación, puedes desarrollar un proyecto de intraemprendimiento apoyado y financiado por la propia empresa, alineado a los objetivos estratégicos. Es otro tipo de manifestación cubierto por la organización y lo que quieren se inscriben de manera voluntaria.
—¿Cómo se propone la educación continua al término de la carrera universitaria? Hace unas semanas, Pepe Escamilla, director del Instituto para el Futuro de la Educación, decía que él pensaba en un currículum no de cuatro años, sino de sesenta.
—En el Tec usamos el término Exatec para hablar de alguien que ya pasó por nuestras aulas y tiene un título de licenciatura. Pero yo creo que ese “exa”, que significa que ya estás en el exterior, está cambiando. Hoy más que nunca, con la tecnología y el aprendizaje social en comunidad, queremos un “Tec for Life”. Te voy a poner un ejemplo: mi mamá tiene 91 años y acaba de aprender Excel. Con el incremento de la longevidad vamos a tener seres humanos que vivan más de cien años con condiciones para seguir aprendiendo. Tenemos que pensar acompañar a quien está en el Tec de acuerdo a las necesidades que va requiriendo, que son distintas cuando eres recién graduado, cuando llevas cinco años en la vida profesional, cuando te casas, cuando tienes hijos, cuando te jubilas, cuando dejas tu legado. Ese es el concepto que hay detrás de un currículum de 60 años.
—¿Cuáles son las habilidades que debe desarrollar hoy un estudiante de preparatoria para hacerle frente a la vida universitaria?
—Uno: la capacidad de aprender, la famosa learning agility. El mundo está cambiando tan aceleradamente, que, si una persona no es capaz de aprender rápidamente y de seguir aprendiendo por su cuenta, se va a quedar muy atrás. Es algo que hay que aprender incluso desde antes de la prepa. Ya desde chicos hay que inculcar esa mentalidad del aprendizaje a lo largo de toda la vida. Otro: el pensamiento crítico. Hay que desarrollar en las personas la capacidad de mirar en perspectiva las cosas, tener su propio aporte, su opinión, y no necesariamente dejarse ir por la mayoría, la masa, sino tener tu propia forma de pensar. La tercera: cómo colaboras. El mundo es de colaboración, no es de competencia entre nosotros. Estas skills ya tienen que venir muy desarrolladas desde la prepa.
—Si pensamos ahora en los adultos y los exalumnos: ¿qué debería mirar quien quiere anotarse en un bootcamp?
—Primero, tienes que tener claro dónde estás parado y a dónde quieres llegar. Y si no lo tienes claro, deberías buscar expertos que puedan decirte cómo han avanzado en su camino profesional. En el Tec estamos pilotando una plataforma que te ayude a ver dónde estás y hacia dónde te gustaría ir. La otra cosa que tienes que tener muy claro es que tú eres responsable de tu propio desarrollo y aprendizaje. Es decir, tienes que crear el tiempo y las condiciones y tienes que invertir en tu propio desarrollo. No hay que tener miedo de reconocer lo que no sabemos. Ni tampoco tenerle miedo a desprender lo que sabemos.