Cómo mejorar y fortalecer la educación secundaria. Cómo profundizar la adquisición de conocimientos de lengua y matemática, así como también las habilidades digitales, el pensamiento crítico, la ciudadanía activa, el empoderamiento personal, la creatividad, la resolución de problemas, el trabajo en equipo. Cómo lograr que los estudiantes desarrollen un aprendizaje profundo, sostenido, verdadero. Este objetivo, que se persigue tanto a nivel local, como regional y global, está en el origen de PlaNEA – Nueva Escuela Secundaria, un programa de UNICEF que acompaña las gestiones educativas provinciales en la transformación escolar. Cora Steinberg está a cargo del proyecto y, junto a un grupo de especialistas, elaboró una serie de propuestas que se llevaron a cabo en escuelas piloto en distintas provincias.
Las experiencias de las escuelas de Tucumán quedaron registradas en el libro Viaje a la transformación de la escuela secundaria: hoja de ruta para implementar los cambios que necesita la educación de los y las adolescentes (Ed. Siglo XXI). Con artículos de Sandra Ziegler, Graciela López López, Melina Furman y Rebeca Anijovich, entre otros autores, el libro es un testimonio a la vez que un manual para dirigir hacia dónde debe ir la educación. Esta semana, y como parte del ciclo de encuentros que Ticmas y la editorial Siglo XXI llevan adelante para comprender cuál es la situación educativa de la Argentina, Steinberg y Ziegler hablaron de PlaNEA con Patricio Zunini en el auditorio de Ticmas.
Hicieron una investigación previa para llevar el programa a la práctica: ¿qué miraban?, ¿cuánto tiempo les llevó?
Sandra Ziegler: La investigación duró poco más de medio año e identificamos cinco provincias que estaban haciendo avances en los procesos de transformación. Nos interesaba ver las experiencias que apuntaban a una transformación multidimensional y sistémica. En Argentina, es habitual que las reformas tomen algún aspecto de la educación: el currículum, la designación de los profesores. Pero la experiencia demuestra que cualquier tipo de transformación necesita abordar el conjunto de los componentes para producir una transformación sustantiva. Y vimos que en Tucumán había una serie de condiciones de posibilidad con un alto potencial para continuar el proceso de transformación.
Cora Steinberg: En este sentido, quisiera destacar algo muy valioso, que es construir a partir de avances ya existentes. En nuestro país hay una tradición fundacional que hace que todo se empiece de cero, que nada se puede hacer con lo existente y, en realidad, siempre hay determinadas condiciones a partir de las cuales tenemos que partir. En parte, esa fue la experiencia con esta iniciativa y con las escuelas en Tucumán.
¿En la selección de las escuelas participó el Ministerio de Educación de Tucumán?
Sandra Ziegler: Sí, por supuesto. El programa es una labor que desarrolló UNICEF en cooperación con la provincia de Tucumán. Se inició con un grupo de entre 16 y 18 escuelas, y progresivamente se fue escalando a un número más alto.
El proyecto toma como eje el modelo del aprendizaje basado en proyectos, que tiene un enfoque multidisciplinar. ¿Qué efectos provocaron sobre los docentes?
Cora Steinberg: Ese es un punto interesante, porque una primera definición fue qué temas y qué áreas abordar, y la segunda de qué manera. El modelo pedagógico que propusimos fue el de trabajar con la enseñanza y aprendizaje basado en proyectos, que, como destaca Melina Furman, es un modelo que tiene más de cien años. Es un modelo interdisciplinar, multidisciplinar, y, sin duda, PlaNEA avanzó en ese sentido. Se seleccionaron áreas de trabajo troncales, como Lengua y Literatura, Matemáticas, Ciencias Sociales —integrada en los proyectos de Historia y de Geografía— y Ciencias Naturales —Física, Biología y Química— según el año escolar del nivel. Se elaboraron proyectos específicos trabajando con los equipos de la dirección de nivel secundario de Tucumán, y luego de Chaco y Córdoba, donde también se está realizando esta iniciativa. Este programa acompaña las políticas de transformación de la secundaria de las provincias; no es un programa que entra y se va, sino que acompaña una política pública de transformación y que trabaja con los equipos de gestión.
¿Cómo se hace para sistematizar un modelo como este cuando hay tantos docentes interviniendo?
Sandra Ziegler: Cada programa marca un avance y, al mismo tiempo, delimita un desafío para seguir. Una de las cuestiones era lograr que los docentes trabajaran de manera más colaborativa. Aunque la escuela tenga un horario exclusivo para cada asignatura, que haya un proyecto donde se cruzan los contenidos hace que empiecen a recorrer un modelo inédito que se centra en problemas, y no en la división férrea de las disciplinas que determinan qué aprender en cada campo del conocimiento. Este es un paso muy importante al que no hay que soslayar, y que tiene que ir acompañado de ciertas condiciones que lo hagan posible. Por eso hablamos de un ensamble donde no se puede transformar un único aspecto. En este sentido, la provincia de Tucumán lo acompañó con la asignación de algunas horas para que los profesores pudieran desarrollar un trabajo compartido. Ahora bien, en relación con el trabajo colaborativo, una de las cuestiones que sistematizamos fue el trabajo en red que dio soporte a las acciones de formación e implementación. Trabajamos con dos redes: una de conducción, en la que están involucrados todos los actores que participan en la toma de decisiones, y otra de docentes, porque nada mejor que el trabajo entre pares para pensar los proyectos en el aula.
El poder de una pregunta
Cada proyecto de PlaNEA tiene un cuadernillo de trabajo para los estudiantes, que está vinculado con un desafío y una pregunta disparadora. Por ejemplo: “¿El azúcar me hace más veloz?” o “Matemáticas: cómo detectar las mentiras”. En el área de Lengua hay uno que trabaja sobre el género de terror y, dicen las especialistas, es uno de los más “hiteros” entre los estudiantes. Sin embargo, ninguna de las preguntas apela inicialmente a una disciplina en particular: es una decisión consciente para fomentar un enfoque multidisciplinario. La intención es que los estudiantes se apropien de estos interrogantes y que la curiosidad los lleve a, como dice Emilio Tenti Fanfani, construir el interés por aprender. Cada proyecto toma unas seis semanas y desde PlaNEA se propone que cada curso trabaje con tres proyectos al año.
¿Qué métodos se usan para evaluar el aprendizaje de un estudiante con esta clase de proyecto?
Sandra Ziegler: Cada proyecto contiene una rúbrica, que es como si fuera una matriz en donde se establecen los contenidos y los niveles de logro de cada uno de ellos. Y también se establecen las habilidades que se quieren desarrollar. La escuela tradicional pone el foco en los contenidos y la evidencia muestra que las habilidades “transferibles”, como les decimos nosotros, no solo sirven para estar en la escuela, sino para estar en la comunidad, para integrarse a otros grupos sociales, para insertarse a un trabajo, para ejercer una ciudadanía plena. La escuela es un espacio único y, aunque la escuela estatal ya no tenga una diversidad de sectores, aún entre semejantes hay miradas y puntos de vista no coincidentes. En la escuela se aprende a estar con otros y a trabajar colaborativamente.
Cora Steinberg: Claramente, en el aula de PlaNEA no hay pruebas regulares, sino que se proponen distintas instancias de evaluación —donde quizás también haya una prueba escrita en alguna de ellas—, pero donde se hizo un recorrido con los chicos y chicas que van demostrando, a través de distintas producciones y fundamentalmente con el producto final, si han logrado apropiarse de los saberes y si han logrado desarrollar habilidades de trabajo, de participación, de intercambio, de construcción, de consensos y disensos.
¿Qué aprendieron ustedes en el proceso?
Sandra Ziegler: La verdad que los aprendizajes son enormes. Uno inicial han sido las reacciones de los chicos cuando empezamos a implementar la iniciativa. Los profesores se sorprendían al encontrar a sus estudiantes en una gestualidad y en una forma de habitar la escuela que era muy distinta a la convencional. Ver, por ejemplo, el desarrollo de la oralidad en los estudiantes, el entusiasmo cuando trabajaban con algunos de los productos finales, nos mostró y nos enseñó otro modelo posible para la escuela secundaria. Los chicos traccionaron mucho a que los profesores sigan trabajando de esta manera. También, explorar otros modos de gestión de un proyecto y de un proceso de transformación, como el trabajo en las redes, ha sido una experiencia distinta para introducir y sostener un proceso de transformación. Y señalaría un último, aunque podríamos señalar muchísimos otros, que tiene que ver que los proyectos no deben estar 100% cerrados. Uno de los aprendizajes ha sido ver cómo el proceso de implementación iba transformando la iniciativa, que necesita de una dirección pero que se termina de desarrollar en el trabajo en terreno.
Cora Steinberg: Creo que este modelo tenía bastante evidencia de que hay que conformar redes de trabajo en las que los docentes sean protagonistas. En estos espacios hay un trabajo horizontal entre los profesores que implementan los cambios, que aprenden entre ellos. No es un especialista el que baja una teoría, sino que son los docentes quienes aprenden, van y hacen. Es un espacio de trabajo entre profesionales que contribuyen a potenciar estos modelos y a contextualizar el trabajo.