Este martes, 750 mil estudiantes de sexto grado de todo el país participarán de la prueba Aprender de primaria, que volverá a ser censal, es decir, abarcará a todos los alumnos de 6° y no solo a una muestra (como en 2022).
La evaluación se aplicará en 20 mil escuelas primarias, tanto estatales como privadas, y se enfocará en contenidos y habilidades de Lengua y Matemática. Además, habrá cuestionarios complementarios para directivos y estudiantes sobre las condiciones de enseñanza y aprendizaje en la educación primaria y otros aspectos, entre los que se encuentra el uso de los materiales didácticos del programa Libros para Aprender.
Entre las novedades de este año, desde la Secretaría de Evaluación e Información Educativa explicaron que habrá un cuestionario para docentes. Además, junto con los ítems de respuesta múltiple que caracterizan a la prueba, se incluirán preguntas abiertas o “de construcción”, tanto en Lengua como en Matemática, para que los estudiantes desarrollen sus respuestas.
La prueba Aprender 2023 forma parte del Plan Nacional de Evaluación Educativa 2023-2024 aprobado por el Consejo Federal de Educación. El operativo “contribuye al diagnóstico del sistema educativo, promueve procesos de reflexión al interior de las escuelas, genera evidencia para la toma de decisiones y enriquece el debate público de todos los actores involucrados al quehacer escolar”, señaló un comunicado del Ministerio de Educación de la Nación.
Los resultados estarán disponibles a partir de junio de 2024, y se presentarán en distintas instancias: habrá, como siempre, un informe nacional de resultados, así como los informes jurisdiccionales de cada provincia y recomendaciones metodológicas para la enseñanza. Estos documentos se complementan con los reportes “Mirar la escuela desde los datos” y “Mirar la escuela desde los aprendizajes”, dirigidos a los equipos directivos de cada escuela con el objetivo de “orientar la toma de decisiones” a partir de la evidencia.
Los resultados de la última edición del operativo (Aprender 2022), presentados en mayo, arrojaron que el 74,1% de los estudiantes de sexto grado alcanza los conocimientos esperados en Lengua y el 57,7% logra desempeños satisfactorios o avanzados en Matemática. En otras palabras, 4 de cada 10 alumnos de primaria no alcanzan el nivel esperado en Matemática, mientras que 1 de cada 4 no lo logra en Lengua.
Los datos de esa evaluación, aplicada sobre una muestra y no sobre el total de los estudiantes de sexto, representaron una mejora de 18,1 puntos porcentuales en Lengua y de 2,9 puntos porcentuales en Matemática con respecto a Aprender 2021. Tras la pandemia se había producido un fuerte deterioro de los aprendizajes, sobre todo en Lengua (-19,3 puntos porcentuales), pero también en Matemática (-2,6 puntos porcentuales). En cambio, los resultados de 2022 volvieron a ubicarse en niveles similares a los de 2018.
El uso de los datos, un desafío clave
La continuidad de las evaluaciones estandarizadas favorece su consolidación como política de Estado, consideraron desde el programa de Educación de CIPPEC. “A 30 años del inicio de las evaluaciones de aprendizajes a gran escala en la Argentina, su persistencia en el tiempo y su sostenimiento por parte de los distintos gobiernos dan cuenta de una política consolidada en cuanto a su presencia”, afirman los investigadores Esteban Torre, Juan Cruz Perusia y Juan Xanthopoulos en un documento reciente titulado Hacia una política nacional de evaluación educativa a gran escala al servicio de la mejora de los aprendizajes.
“Los planes nacionales de evaluación educativa diseñados para 2020-2021 y 2023-2024, impulsados desde el Ministerio de Educación de la Nación y acordados en el Consejo Federal de Educación, representaron un primer avance en términos de planificar y dar cierto marco de previsibilidad a la implementación de distintos instrumentos de evaluación”, plantean los autores.
Para los especialistas, uno de los próximos pasos debería ser avanzar en un mayor uso de los datos al servicio de la mejora. El documento de CIPPEC señala que la presencia consolidada de las evaluaciones aún no se está traduciendo en una utilización intensiva de los resultados.
Los autores recomiendan: “Uno de los requisitos para superar esta situación consiste en definir con mayor precisión los propósitos principales de las pruebas, identificando usuarios de la información y tipos de usos que se espera que estos den para apropiarse de los resultados. Una vez definidos estos propósitos, usuarios y usos, se deberían alinear las características técnicas de las pruebas en, al menos, lo que refiere a su nivel de cobertura, población objetivo, áreas de conocimiento a evaluar y periodicidad”.