Con frecuencia se habla de la importancia de la inteligencia artificial en el aula y de cómo el surgimiento de apps que la utilizan afecta el desempeño de la clase. Es habitual escuchar a docentes y también a alumnos sobre el tema: miedos, desafíos, oportunidades, cambios. Son ellos los que están en salón y son ellos los que ven los efectos casi de manera inmediata. Pero ¿qué piensan los directivos de las instituciones? ¿Para ellos la IA es aliada o amenaza?
En el capítulo dedicado a la educación del Foro Internacional de Inteligencia Artificial organizado por la Universidad Tecnológica Nacional y la experiencia educativa Ticmas, hubo un panel dedicado justamente a esta cuestión. Participaron Hugo Tissera, director del Colegio Corazón de María, el padre Sergio Conci, provincial de la Orden de los Padres Escolapios, y Alberto Iribarren, Chief Revenue Officer de Ticmas.
La primera opinión fue ampliamente optimista. Tissera señaló que toda la inteligencia artificial puede ser una herramienta que resuelva las cuestiones administrativas y que, con más tiempo disponible, puede dedicarse al acompañamiento de los docentes, sobre todo cuando implica metodologías como el aprendizaje por proyectos. Los algoritmos, entonces, no solo aligeran la carga de trabajo cotidiano y repetitivo, sino que le da “la posibilidad de ser innovadores”.
Para Conci también hay una ventaja en el uso de la inteligencia artificial aplicada a la creación de ejercicios, por ejemplo. “El que use Inteligencia Artificial tiene que tener una estrategia inteligente”, dijo: lA tiene que potenciar a todos los actores del proceso educativo. No puede pensar por nosotros, sino ayudarnos a pensar más y mejor. “Un chico tiene que estar seguro de que puede pensar solo, pero también tiene que estar seguro de que puede usar y desafiar a la inteligencia artificial, que no es Dios”.
Teniendo en cuenta que ambos estaban de acuerdo con la inteligencia artificial, el siguiente interrogante fue cómo acompañan ellos a los docentes en el uso de esta tecnología pero no solo esta sino cualquier tecnología que pueda estar disponible. “Uno de los desafíos más grandes para los docentes, sobre todo de nivel secundario, es la evaluación”, dijo Tissera. “La tecnología da la posibilidad de tener evaluaciones más personalizadas en ese mundo, que es el espacio áulico”.
El padre Conci agregó otro ingrediente en la cuestión: la relación de los docentes con la tecnología. “A escribir se aprende escribiendo, a hablar se aprende hablando y a usar la inteligencia artificial se aprende usándola”, dijo. Pero no sólo usarla, sino hacer un uso crítico, profundo, entendiendo qué consecuencias trae, con qué periodicidad, entendiendo que esa mirada debe pasar a los estudiantes.
De acuerdo con el padre, Alberto Iribarren señaló que hoy hay más estudiantes que docentes en contacto con la IA, eso agrega una responsabilidad extra al docente, porque no tiene tiempo que perder. “No podemos dejar que los chicos se den cuenta solos del potencial que tiene, los mitos, las verdades, los riesgos de la IA”, dijo.
E Iribarren trajo uno caso importantísimo en la medición del impacto, que partió del famoso estudio de Benjamin Bloom. Hace años, Bloom había demostrado cómo un grupo de estudiantes con un tutor personal para cada uno obtenía grandes mejoras respecto de grupos que no tenían ese tutor individual. El limitante para llevar a cabo esta estrategia, sin embargo, tenía que ver con recursos: materiales, económicos. Pero ahora, gracias a la ayuda de la IA, quizá podría ponerse en práctica. Los estudiantes podrían encontrar en ChatGPT no una forma de copiarse, sino de entrenarse con “alguien” cercano y disponible las 24 horas, los siete días a la semana.
“La Inteligencia Artificial nos puede ayudar”, dijo el Hugo Tissera, “pero también es necesario que esté al alcance de todos, porque si no vamos a seguir teniendo escuelas de primera y escuelas de segunda, alumnos que pueden acceder a muchas cosas y otros que ni siquiera pueden tener fotocopias”.
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