“Hay una tensión entre los resultados que se esperan del sistema educativo, que nunca son de corto plazo, y la duración de los mandatos habituales de la vida política”. La definición es de Walter Grahovac, ministro de Educación de Córdoba, y una excepción dentro del sistema educativo argentino: está a punto de cumplir 16 años al frente de la cartera educativa en su provincia. A contramano de su experiencia, las cifras indican que los ministros de Educación provinciales tuvieron un promedio de 3,3 años de duración en el cargo en los últimos 20 años.
La cifra es superior al promedio de 2,8 años de duración de los ministros de Educación nacionales entre 2003 y 2023, pero inferior a los 4 años de mandato previstos para los gobernadores y el jefe de Gobierno de CABA, según los datos del informe “Ministros provinciales: ¿Cuánto tiempo están al frente de las carteras educativas?”, del Observatorio de Argentinos por la Educación.
“Las políticas públicas en educación se diseñan y fundamentalmente se implementan en el mediano plazo. Es un sistema tan extenso, tan diverso y con tantas características territoriales que debe trabajarse con mucho cuidado para su implementación. Por lo tanto, la continuidad de un ministro o ministra que pueda darle persistencia a esa política pública es muy importante”, explica Claudia Balagué, exministra de Educación de Santa Fe entre 2012 y 2019, a Infobae.
“En Argentina lamentablemente no tenemos esa tradición: en general, un cambio de ministra o ministro significa cambio en la política pública y por supuesto en su continuidad”, agrega Balagué. Desde 2003 han pasado en total 167 autoridades educativas en las 24 jurisdicciones del país: un promedio de 7 ministros diferentes en cada una.
Analía Berruezo, exministra de Educación de Salta entre 2016 y 2019, coincide con Balagué: “La permanencia de los equipos de gestión en las carteras educativas brinda la posibilidad de sostener políticas educativas públicas de calidad. La mejora continua en el tiempo es un factor central: genera estabilidad y confianza”.
No todos los ministerios provinciales han tenido los mismos vaivenes en los últimos 20 años. La provincia con menos estabilidad fue Chubut, con 13 ministros: una duración promedio de 1,5 años. La siguen San Luis, Chaco y Tierra del Fuego, con 10 ministros cada una desde 2003.
Córdoba: la gestión educativa más prolongada
En el otro extremo, las provincias con mayor estabilidad de ministros de Educación han sido Córdoba y Tucumán: cada una tuvo 3 ministros en 20 años, con un promedio de duración en el cargo de 6,7 años. Luego aparecen Formosa y Misiones, con 4 ministros cada una y una duración promedio de 5 años.
Córdoba tiene al ministro con mayor antigüedad: Grahovac permanece al frente de la cartera educativa desde el 10 de diciembre de 2007. Acompañó la primera gestión del gobernador Juan Schiaretti (2007-2011), continuó con su sucesor, José Manuel de la Sota (2011-2015) y luego siguió en los dos gobiernos de Schiaretti (2015-2023). Esa estabilidad no se repitió en otros ministerios de la provincia, donde los nombres cambiaron junto con los gobernadores.
En diálogo con Infobae, Grahovac resalta “la continuidad en los objetivos, el sostenimiento de la inversión, la experiencia acumulada” y, sobre todo, “la continuidad política entre dos gobernadores distintos del mismo partido, que permitieron que la gestión tuviese estabilidad”.
“En estos casi 16 años, hemos vivido situaciones muy diversas en nuestro país. Han sido 16 años con fuertes altibajos en la vida política, económica y social del país. Sostener políticas públicas en esa disparidad de situaciones implica un esfuerzo extra”, afirma Grahovac, y resalta que la sanción de la Ley de Educación Provincial en 2010 “dio un marco para lo que hicimos en los años posteriores”.
Entre los principales logros de su gestión, Grahovac enumera “la recuperación de la educación técnica; la universalización de la sala de 4 años y la expansión de la sala de 3 con un 73% de cobertura; la extensión de la jornada escolar en primaria con dos horas más de clase en 4°, 5° y 6° grado, que ahora se está implementando también en el primer ciclo; el nuevo régimen académico de la escuela secundaria, que es más exigente que el anterior ya que requiere aprobar con 7 y no con 6; las escuelas ProA que forman jóvenes especializados en desarrollo de software y en biotecnología; la construcción de un sistema de registro nominal, alumno por alumno, de todo el sistema educativo”.
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Por supuesto, la implementación de reformas no depende exclusivamente de un individuo ni un equipo. La continuidad tampoco garantiza por sí misma una gestión eficaz, pero sí facilita la planificación más allá del corto plazo: “Es imposible avanzar con la jornada extendida de un año para el otro. Por eso, la continuidad de los gobernadores favoreció poder planificar a 5 años, hacer un seguimiento día a día de las políticas y cumplirlas. Eso no requiere que sea siempre la misma persona, pero la continuidad favorece. El factor clave es la claridad en los objetivos políticos”, señala Grahovac.
Más que continuidad, claridad en los objetivos y las políticas
La estabilidad de las autoridades en puestos de decisión suele ser necesaria para la sostenibilidad de las políticas públicas. “La duración en el cargo de los ministros conforma una experiencia indispensable para desarrollar una gobernabilidad efectiva y concretar con éxito la implementación de políticas”, explica el informe, realizado por Martín Nistal y Nahuel Palomo con la colaboración de Marisa Díaz, exministra de Educación de La Rioja y exsecretaria del Consejo Federal de Educación.
Por su parte, Mario Perna, exministro de Educación de Catamarca, destaca: “La permanencia suele ser uno de los indicadores considerados para dar cuenta de la sostenibilidad de una política pública, pero ello no implica per se que la permanencia sea sinónimo de eficacia o eficiencia en las políticas del sector, debiendo poner en juego para ello otros indicadores: si efectivamente existe una política pública para el sector, si ella es acompañada por otros actores decisores y si hay voluntad política para poner a la educación entre las prioridades”.
¿Qué sucede cuando no se da esa continuidad? Un mandato breve dificulta la implementación de reformas y puede considerarse un indicador de la seriedad con la que el Poder Ejecutivo trata los temas de educación, plantea el informe de Argentinos por la Educación.
Balagué comenta que los recambios de autoridades “hacen que los docentes ya no confíen cuando se quiere implementar una innovación o un nuevo proyecto, porque dicen ‘cuando cambie el ministro esto no va más, para qué me voy a esforzar’, y lo mismo pasa con las familias: cuando llegan propuestas a través de los estudiantes, se preguntan si esos cambios van a tener continuidad, si vale la pena trabajarlos”.
El “techo de cristal” en los ministerios
El caso de Balagué también es singular dentro del sistema educativo argentino: no solo por la duración de su gestión –7 años, más del doble del promedio–, sino porque las mujeres han sido minoría en los ministerios de Educación, a pesar de la altísima feminización de la profesión docente.
Desde 2003, el 56,9% de los ministros provinciales han sido varones y el 43,1%, mujeres. Sin embargo, el 94,6% de docentes de escuela primaria son mujeres, así como el 66,6% de directores de escuela secundaria. En otras palabras, la participación de las mujeres en cargos públicos de decisión es mucho menor que la que tienen en el sistema educativo.
“El informe revela el techo de cristal que representan los cargos más altos para las mujeres. Siendo la educación un sector altamente feminizado, no somos las que ocupamos mayoritariamente los cargos de decisión ni las que más duramos en ellos cuando llegamos”, afirma Paulina Calderón, exministra de Educación de San Luis y secretaria de Políticas de Igualdad y Diversidad de la Nación. “Los datos nos desafían a seguir trabajando por la igualdad real en el acceso y permanencia”, sostiene Calderón.
La provincia con mayor proporción de mujeres ministras de Educación ha sido Santa Fe (83,3%), seguida de Santa Cruz, Tucumán, Santiago del Estero y San Juan (67% cada una). La provincia con menor proporción de ministras desde 2003 fue La Rioja (20%), seguida de Formosa, Misiones y Neuquén (25%).
Balagué concluye: “Que un ministro o una ministra no pueda completar los cuatro años de gestión siempre significa un perjuicio para la inclusión y la calidad educativa, para la implementación de innovaciones. El sistema educativo es muchas veces parecido a un resorte: uno intenta tirar hacia adelante para generar otra propuesta, y tiende a volver al mismo lugar, entonces esto genera siempre dificultades y mucha controversia. El diálogo con los docentes y el trabajo con cada escuela es clave, y esto hay que sostenerlo en el tiempo”.
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