A los 93 años, Valentín Golzman acaba de defender su tesis de doctorado en Historia en la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). “El estudio en esta etapa de mi vida me ha aportado un mayor conocimiento de la sociedad y del mundo en el que vivo. Además, me abrió caminos hacia una mayor socialización, algo siempre importante, que se potencia cuando uno es adulto mayor”, le cuenta a Infobae.
Luego de trabajar varias décadas como ingeniero, Valentín encontró en el cruce entre Historia y Cine una perspectiva desde la cual ampliar su conocimiento de lo real. Su primer título lo obtuvo hace 72 años: en 1951 se recibió de Técnico Mecánico en la Escuela Industrial anexa a la Universidad Nacional del Litoral en Rosario. Eran los tiempos del primer gobierno de Juan Domingo Perón. Once años más tarde, en 1962, Valentín se recibió de Ingeniero Mecánico Electricista en la Universidad Nacional de La Plata, y desde entonces se dedicó a esa profesión.
En 2010, a los 80 años, se graduó como magíster en Historia por la Universidad Di Tella. Ese fue el punto de partida para su tesis de doctorado, titulada “Historia y cine. Representaciones audiovisuales de la crisis del mundo del trabajo en la Argentina en la década de 1990″, y dirigida por Mariano Mestman, investigador del Conicet y del Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
“A lo largo de más de seis años –el tiempo que duró la investigación– me guio, señaló caminos y rectificó errores”, señala Valentín sobre su director. La familia fue un apoyo crucial durante el proceso: “Mi esposa Lilian y mis hijos Claudia y Guillermo me alentaron en los momentos en los que aparecieron obstáculos que amenazaban el avance de la tesis”. Valentín también menciona a su amigo Mario, con quien compartió “largas charlas sobre el tema de la tesis en mesas de cafés”.
El jurado que evaluó el trabajo estuvo conformado por Clara Kriger, Oscar Ozlak y Fernando Rocchi. “La tesis me aporta la satisfacción de saber que mi investigación –en palabras de los tres miembros del jurado– constituye un aporte a la historia del cine y a la historia social, al tiempo que contribuye a refirmar que el cine es una fuente primaria al momento de escribir historia”, afirma Valentín. El trabajo puede leerse y descargarse en el repositorio online de la UTDT.
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El cine, registro privilegiado de la crisis del empleo
¿Por qué una tesis sobre la crisis del empleo? “Por un lado, me impulsaba la curiosidad por investigar una década (los noventa) en la que se originó en Argentina una inédita crisis del mundo del trabajo, que incluyó severas problemáticas sociales, políticas y económicas que, casi dos décadas después, no habían remitido: entre ellas distingo la casi eliminación del Derecho del Trabajo, una generalizada precarización laboral y la aparición de un nuevo sujeto social, el piquetero, que demandaba solución a sus necesidades cortando calles y rutas”, explica el doctor Golzman.
“En esa década las políticas económicas y sociales aplicadas por el gobierno de Carlos Saúl Menem copiaron las neoliberales adoptadas por Margaret Thatcher en Gran Bretaña y por Donald Reagan en Estados Unidos. Desde mi trabajo en una empresa de autopartes me tocó ser testigo de las consecuencias de esa política: en poco más de un año, alrededor de 200.000 trabajadores fueron enviados a una marginalidad sin retorno y empresas de distintos tamaños cerraron sus puertas o quebraron ante la imposibilidad de competir con los productos importados”, recuerda.
Valentín encontró en varios films argentinos de la época un objeto de estudio valioso para rastrear las huellas de ese proceso de desindustrialización y aumento del desempleo. “La visualización de un grupo de películas ficcionales realizadas en la década de 1990, entre ellas Después de la tormenta (Tristán Bauer, 1991), Mundo grúa (Pablo Trapero, 1999), Solo por hoy (Ariel Rotter, 2001), y documentales como Piqueteras (Malena Bystrowicz y Verónica Mastrosimone, 2002) y Días de cartón (Verónica Souto, 2003), generó en mí la intuición –confirmada durante el desarrollo de la tesis– de que parte de las películas realizadas en esa década representan las consecuencias de la tremenda crisis del mundo del trabajo que tuvo lugar en Argentina durante esos años”.
La importancia de tener un proyecto
Sobre la decisión de hacer una tesis de doctorado a los 90 años –empezó con 87–, Valentín explica: “Me resultó importante bucear en las cosas que a priori me resultaban interesantes. Seleccioné una, aún inseguro, y armé con ella un proyecto. Fue importante ser tenaz, no cejar en el avance del proyecto al tiempo de sentirme con derecho a cambiarlo si dejaba de interesarme”.
Tener un proyecto, aprovechar el tiempo y mantenerse conectado con sus intereses le permitió a Valentín terminar la tesis doctoral –un desafío que puede resultar abrumador incluso para personas con 60 años menos–. Pensando en otros adultos mayores como él, recomienda: “Remarco la importancia de tener un proyecto. El que fuere: profundizar en un deporte, estudiar fotografía, formar parte de un coro, estudiar análisis de películas o participar en cursos de cocina”.
¿Qué es lo que sigue ahora? Valentín responde: “Acabo de salir de la experiencia de defender mi tesis. Es muy probable que trate de avanzar en el conocimiento de la crítica cinematográfica al tiempo de profundizar en el estudio de los vínculos entre historia y cine”.
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